28.3.20

Un mundo nuevo. Capítulo 1

 


                                                        Capítulo 1

El avión presidencial dispone de una sala acondicionada como un lujoso despacho en tierra firme, incluso disfrutan de una mesa de reuniones para un máximo de ocho personas. 
John Marllow reposa su enorme constitución en el sillón principal. En su último año de mandato sus esfuerzos se centran en potenciar la economía de su país, desea ese legado para sus conciudadanos que le recordarán como el Presidente que les hizo más ricos. Criticado desde sus primeros días de mandato por el uso indiscriminado de comentarios faltos de certeza utilizando un lenguaje directo e incluso soez. Sus modales distan mucho del uso convencional del lenguaje en el mundo diplomático. Mantiene que hay que ser claro en todo momento, opina espontáneamente sin dedicar un minuto a la reflexión, sus ejemplos de uso de lenguaje inapropiado para desacreditar a un dirigente rival son innumerables. Twitter está lleno de sus opiniones a menudo exageradas y llenas de ataques furibundos dirigidas contra cualquier país o dirigente del mundo, sin distinguir la oportunidad, el tono, la raza, las creencias o la veracidad de la noticia.
 John está hecho así mismo, algo que sus compatriotas valoran sobre manera. No les importó su escasa formación, ni sus modales, le eligieron para volver a ser la nación más fuerte del mundo gracias a su historial de éxito en los negocios. Un multimillonario al que sus negocios se le quedaron pequeños.
El resumen de su mandato se explica con dos palabras, Guerra Comercial. Ha iniciado enfrentamientos comerciales con todas las grandes potencial del mundo. 
Con la China ex-comunista que migró del aislamiento social y económico hasta convertirse en la mayor fábrica del mundo. China es la responsable de la construcción de casi todo lo que necesita el resto del planeta, aparatos tecnológicos, ordenados, teléfonos, televisores, costura, piezas de todo tipo, relojes. Prácticamente todo lo que consumimos parte o en su totalidad está fabricado en el gigante asiático. No hacen ascos a nada, se encargan de producir todo aquello que salga más barato o aquello que la moral o la legislación occidental les impide construir en sus territorios. China encuentra menos impedimentos para instalar una industria que las delicadas manos occidentales, lo principal es encontrar desarrollo económico y ocupar a la mil millonaria población en algo productivo.
Con Rusia, gran nación de la vieja Europa y de Asia. Suspira por recuperar el peso hegemónico que tuvo para medio planeta mientras fue el pulmón de la extinta URSS. Gran productor de materias primas, sobre todo petróleo que le ayuda a no depender de los proveedores del Oriente Medio. Su poderío militar es enorme, seguramente muy superior a de cualquier nación, se sospecha que sus arsenales de armas químicas y nucleares están por encima de los límites pactados. En el tablero geopolítico además de guerra comercial, disputan guerra de influencia y decisión en el Medio Oriente. 
Con Europa por ser tan antiguos y consentidos con su población a la que inunda de subvenciones que les permiten competir contra sus empresas gracias a las ayudas recibidas. Le es muy difícil negociar con un club sin jefes, donde cada decisión se debe consensuar entre los socios y en ocasiones cada uno de los socios abre una línea paralela de negociación con el mercado más grande de consumidores del mundo. Un modelo de gestión política y económica muy difícil de comprender para los habitantes de otras geografías.
Con los productores de petróleo a los que hundió sus precios en varias ocasiones incrementando su producción y permitiendo nuevas formas de explotación para incrementar la oferta de combustible.
Con sus vecinos del norte y del sur a los que estranguló hasta conseguir un nuevo tratado comercial ventajoso para el país del centro. Realmente se ha peleado comercialmente con todos.
Sus formas son las propias de un negociador acostumbrado a tensionar al máximo cada punto en conflicto hasta conseguir una posición de ventaja en cada una de las conversaciones. Un ganador que solo sabe negociar desde el punto de vista del más grande, del que pone condiciones.
Odiado y respetado por sus rivales quienes también valoran su poderío tecnológico, económico y militar. Razones suficientes como para sentarse en posición de privilegio en cada negociación. 
Dirige la reunión con una aparente relajación engañosa para un ojo poco acostumbrado a definir el poder. Recostado en su butaca a la que encuentra muy cómoda, escucha las explicaciones de su Secretario de Comercio quien le pone sobre la mesa los puntos fuertes y débiles de cada uno de sus rivales.
- China. Su Presidente Xiao Pi con sesenta y dos años es el dirigente más joven de los últimos años en este gran país. Muy bien formado en las mejores universidades británicas con un master en Harvard. Economista y diplomático. Habla perfectamente varios idiomas además de la lengua oficial de su país, el mandarín, su lengua materna el xiang utilizada mayoritariamente por la población de su provincia natal, Hunan, el inglés y el francés. Muy culto y religioso. Su forma de negociar es por agotamiento, prolonga las jornadas artificialmente abusando de la ceremonia y de traductores que él no necesita. Suele conseguir sus mejores acuerdos a partir de la décimo quinta hora de debate. Inteligente, conoce muy bien los puntos fuertes de su nación. Capacidad productiva, coste bajos de producción y una población con una cultura muy sumisa ante las exigencias de mayor trabajo. Reconoce sus debilidades, baja iniciativa para inventar, son grandes duplicadores de tecnología, les cuesta esta a la vanguardia. Su idioma es una barrera para los mercados occidentales. Sabe que su capacidad financiera dominante es su mayor ventaja, ser el banquero mundial, el mayor propietario de deuda pública emitida por los países occidentales. Resumiendo es nuestro fabricante y banquero. El proveedor de nuestro estilo de vida.
- Gran rival, entonces
- El mayor rival. En segundo lugar nos encontramos con Vasili Ivanov sentado en el poder ruso desde la desaparición de la extinta URSS, tuvo una exitosa carrera en el ejército y en la policía política del antiguo régimen. Es difícil conocer su edad real tras sus habituales cirugías estéticas y su costumbre por falsear la documentación existente sobre él. Considerando datos que disponemos de sus hitos militares, tiene aproximadamente setenta y cuatro años. Aparenta quince menos cuando está parado, la torpeza de sus movimientos le delatan. Su estrategia negociadora es decir que sí a todo para después hacer lo que le viene en gana. Ilusionado con la Gran Rusia y recuperar la expansión territorial del pasado. Muy apoyado por la oligarquía de empresarios poderosos excomunistas y exmilitares como él. Por lo que sabemos en millonario a través de grandes compañías antaño oficiales que consiguió apropiarse. Los puntos fuertes de su nación, además del comentado ejército, influir en su favor a los países satélites, antiguas repúblicas soviéticas a las que trata como colonias, si alguna se opone simplemente la apabulla militarmente. Tienes el ejemplo de Ucrania. Rusia está incrementando su peso y referencia en el Medio Oriente, su capacidad productiva es mucho más baja que la China y la nuestra, por supuesto. En cambio es un gran consumidor de tecnología y de todo tipo de bienes de consumo. Da igual el trato que cerremos con él, solo lo cumplirá en apariencia, hará lo que le convenga siempre.
- Un gilipollas
- Tú lo has dicho, Señor Presidente
- La Unión Europea irá representada por los Presidentes de Francia, Alemania e Italia. Aparentemente encabezada por el Presidente del Consejo Europeo, Jean Farahild, un belga soso, burócrata y aburrido. Sabemos que le gustan mucho las mujeres de grandes pechos. No pierdas mucho tiempo con él, solo el mínimo fijado en el protocolo. La que manda es la alemana, Rita Wagner. Decidida y cabezona. Le pierde su rectitud, muy poco amante de flexibilizar su idea de cómo debe terminar la negociación. Sabe de su importancia y su papel fundamental en Europa también es el origen de los principales problemas del viejo continente. Sus decisiones siempre están priorizando los intereses alemanes. Sus puntos débiles son la mentalidad calvinista muy propia del norte de Europa, ella es católica de formación, la preferencia por la austeridad, el ahorro y el miedo colectivo alemán a la inflación. Ese miedo es el origen de la inoperancia del Banco Central Europeo para intervenir con medidas financieras más drásticas para reaccionar en tiempos de crisis, el mandato de su Banco Central es luchar contra la inflación. Europa viene de comparsa, su papel en el mundo se ha ido diluyendo desde la segunda guerra mundial. Tienen el orgullo de las potencias que fueron y no volverán a ser. Adicionalmente vendrá el Premier Inglés, Eduard Hills. Un dirigente sin personalidad que perderá el culo por adularte para conseguir algún acuerdo comercial para su país. El Reino Unido está en el proceso de separación de la Unión Europea, siendo un error estratégico grave consideramos que a medio plazo se minimizará. Nuestra apuesta es que la Unión Europea se morirá como todos los intentos desde el Emperador Carlos V de unificar al viejo continente. Económicamente el Reino Unido está herido de muerte y nos debe mucho dinero, no te comprometas a mucho. Nuestra madre patria es como un padre parásito sin recursos que depende de los hijos para vivir.
Le daré una foto y la promesa de una reunión bilateral para dentro de un mes. Eso sí que no me ofrezca a su vieja Reina para representar a su caduco país.
- Tras estos, deberás cuidar las relaciones con los Jeques Árabes, el Rey de Marruecos, los  Presidentes de Sudáfrica, Kenia y Egipto, así como a nuestro vecino el Presidente Mexicano que viene en representación de los Estados Americanos.
- Y estará tu amigo el gordo, el Presidente de Corea del Norte, quien se mantiene en el poder gracias a su eficaz modelo policial de represión y a la maquinaria de comunicación interna amordazada por la censura. Su ansia de jugar con las armas nucleares no deja de obsesionar a nuestro socio japonés quien nos demanda continuamente nuestra intervención.
John asiente con la cabeza, se conoce de memoria el tiempo que debe dedicar a cada uno y la pereza que le supone prestar atención a alguno de ellos en particular.
El Foro mundial reúne a los mayores dirigentes del mundo, políticos y económicos. Asisten Presidentes de grandes corporaciones junto con analistas de la prensa y los dirigentes mundiales. Oportunidad de muchos para conseguir una foto saludando a Marllow que cada uno explotará en su territorio buscando la mayor repercusión mediática intentando generar una opinión de ser un dirigente con influencia con los más grandes.


En Madrid, Adolfo se levanta con su parsimonia habitual como cada mañana, es muy de sus rutinas, amante del café solo extra fuerte acompañado de la radio. Su locutor preferido desgrana las noticias con un aire informal crítico e irónico. Comenta brevemente el Foro mundial al que irá de segundón nuestro Presidente del gobierno con ese aire tirando a chulesco que utiliza para proteger su inseguridad en los ambientes de decisión comunitaria y mundial. No somos nadie y aún así se empeña en vendernos a los compatriotas su imagen de dirigente influyente y referente entre los socios comunitarios que no disimulan en despreciarle. Buen conversador en tertulias sin contenido, los argumentos de peso le vienen grandes. Es un político de patio de vecinos, de eslogan y mucha imagen. Prefiere aparentar diálogo a sentarse a hablar con el objetivo de conseguir un fin. El propio locutor pasa a otras noticias de consumo nacional, el Foro da poco juego, se refugia en la matraca aburrida y diaria de las demandas demenciales de los iluminados políticos independentistas forjados en sus ilusiones abonadas en tardes de cine forum durante las cortas tardes de los inviernos próximos a la cordillera más alta de la península.
Adolfo termina su café, enjuaga la taza antes de depositarla en el lavavajillas. Tras la estimulante ducha y su afeitado concienzudo, apaga la radio para vestirse y salir al mundo. Agradece el aire frío de la mañana madrileña, el barrio se está despertando, aparece el carro de la limpieza urbana empujado por Miguel quien le saluda sin descolgar los auriculares  que le unen a su teléfono móvil que utiliza como radio, equipo de música y en ocasiones para hablar. Su aparato le acompaña durante toda su jornada laboral. Se cruza con los mismos vecinos de cada día, cada uno con su rutina, se conocen de vista, desconoce sus nombres y sus ocupaciones, coinciden en la misma calle todos los días a la misma hora. 
Tras un breve paseo de quince minutos alcanza su establecimiento, un pequeño local comercial en la calle con más tránsito del barrio. A&C Flores indica su cartel, la C corresponde a su difunta esposa Carmen que le abandonó hace cuatro años junto a su hija Ana en un desafortunado accidente de tráfico. En la puerta le espera pacientemente Juan Pedro un chico muy agradable, educado y responsable ejemplo del éxito en la integración laboral de la Fundación Oxiria que con una labor encomiable está consiguiendo integrar en el mundo laboral ordinario  a jóvenes con déficit intelectual. Le cae bien este chico, un día comentó Adolfo que a él le gusta llegar a la tienda a las nueve y media para prepararlo todo. A las diez se abre al público y debemos estar dispuestos para la venta sin retrasos. El chico tomó nota y está como un clavo a las nueve y media. No hizo caso de los comentarios de Adolfo recordándole que su horario de entrada con las diez de la mañana. Abre el local y entre ambos distribuyen el género de manera ordenada a la vista. El clima desapacible de los últimos días le han impedido lucir ramos en la fachada, el día de hoy, fresco y seco le anima a florear su fachada. 
Tiene varios pedidos de ramos que le encarga a Juan Pedro, demuestra una sensibilidad especial para confeccionar ramos según el precio del encargo. Adolfo repasa las plantas y su nivel de riego.Los martes son los días grandes de la semana, la cercanía con el mercadillo del barrio le traen mucha clientela en el camino de regreso a casa con sus carros repletos. Decide exponer en la fachada una colección de plantas de tamaño mediano, muy de la época y a buen precio. Fija un precio atractivo en la confianza de animar las ventas, lleva un buen mes hasta el punto que le compensa de las pérdidas del anterior. Es un negocio muy humilde, su facturación diaria es escasa salvo en los días señalados, el lunes próximo es San Valentín una de las fechas más rentables del calendario floristero.
Sintoniza la radio del local con su emisora de música favorita, le acompañará hasta la hora de la comida. Juan Pablo es un buen chaval con muy poca conversación, necesita compañía en los numerosos ratos de espera entre clientes.



Laura amanece con las mismas prisas de todos los días, el despertador la sobresalta de su dulce sueño, le gusta dormir y por alguna razón repite su rutina cada mañana. Suena el despertador a la hora conveniente, una mano apaga el sonido de la emisora de radio programada para el despertar y se vuelve a dormir un buen rato. Hasta que la propia Laura se despierta por le ruido de la persiana al abrirse del vecino del tercero, se sobresalta, instintivamente mira el reloj despertador para saltar como un resorte, es tarde. Su sueño añadido de veinte minutos comprometen su puntualidad en el trabajo. Dispone de diez minutos para salir de casa si no quiere llegar tarde. Entrenada en vivir deprisa, justo nueve minutos después está en la calle subiéndose el cuello del abrigo para protegerse de la fría mañana en el barrio, los parabrisas de los coches aparcados en su calle amanecen llenos de escarcha, mucho frío en las noches despejadas de invierno. La parada del metro a diez minutos, tiene todos los hitos de su viaje medidos. Diez minutos hasta la parada, dos más hasta el andén, veintidós hasta la estación de destino y otros quince andando hasta la puerta del banco. A las ocho menos cinco de la mañana llega a punto para abrir la sucursal. Laura es la Directora de la misma, mientras enciende la climatización, las luces y enciende los ordenadores aparece Juan, el Apoderado de la oficina también muy puntual, casi dobla la edad de Laura, es un buen compañero, con modales y ritmos de otra época. El ritmo actual de exigencia y conocimiento informático le supera. Su carácter sencillo y bonachón es muy apreciado por la clientela de edad avanzada propia del barrio, se fían de él. Lo que diga Juan repiten a menudo y los diez años que lleva desempeñando su labor en la misma sucursal es su mejor tarjeta de presentación, los clientes le respetan y le quieren. Antes de cinco minutos las otras dos compañeras llegan al trabajo. Mayte que se encarga de atender en caja, mayor que Juan a sus sesenta y dos años resta cada día, como si de una condena en prisión se tratara, los días que le restan para su cumpleaños y jubilación anticipada. Cristina una universitaria que lleva escasos seis meses trabajando, le costó adaptarse al ritmo de Madrid, dejó su pueblo en la costa de Cádiz para buscarse un porvenir en la banca. Vive de alquiler compartiendo piso con otras dos compañeras recién llegadas a Madrid, igual que ella, para trabajar en banca. Una de Murcia y otra de Tarragona. Curiosa mezcla de regiones de procedencia. Se llevan bien, los miedos a la nueva situación, sus agobios por la exigencia de resultados comerciales, las unen en un apoyo psicológico mutuo tan lejanas a sus familias como se encuentran.

Laura ha empezado a convivir hace pocos meses con Miguel. Es pronto para pensar en boda, sí le apetecía formalizar la relación de alguna manera viviendo juntos que también es un buen campo de pruebas. Miguel aprueba la prueba con creces. Es responsable. Ordenado, lo más importante. Cocina, cosa que Laura agradece pues ella solo abre la nevera para elegir su bolsa de ensalada. Cariñoso, de eso siempre estuvo sobrado. Ella es un torbellino, se marcha corriendo todos los días sin hacer la cama, deja todo el baño descolocado por las prisas de la mañana, regresa agotada cada jornada. Al llegar a casa, la cama está perfectamente recogida, llega un olor de la cocina que levanta el apetito y cuando recibe de Miguel su masaje reparador en sus pies se relaja hasta el punto de dormirse en el sofá. Miguel es un sol, lo reconoce y le paga con abundante y variado sexo, tiene un gran inconveniente, un gran pero, su insistencia por tener un hijo. Está de lo más pesado con el tema. Laura no se anima, es la principal razón por la que evita el matrimonio. Un hijo sería el caos más absoluto en su vida, no quiere ni pensarlo.

21.3.20

Vida nueva



Tras tres meses de confinamiento Adolfo, por fin, se siente liberado. La vida de todos los españoles ha cambiado por completo. 
Amanece el lunes con una sensación agridulce, económicamente está en la ruina más absoluta, su negocio de venta de repuestos de luces LED y consumibles de impresoras lleva cerrado los últimos tres meses tras la declaración del Estado de Alarma que obligó a todos los comercios salvo alimentación, limpieza y farmacias a cerrar.
Sus antaño escasos clientes no le han echado de menos y duda que vengan en tropel para comprar bombillas y tinta para las impresoras, ya bastante competencia le hace Amazon como para luchar ahora por levantar un negocio que ya estaba medio muerto antes de la crisis sanitaria mundial.
Sinceramente tras tres meses en los que no ha ingresado ni un euro y por el contrario los acreedores le han exigido los pagos. El arrendador no le ha perdonado ni un céntimo y mes tras mes la franquiciadora le ha ido girando sus recibos comprometidos. También le ha cobrado la compañía de la luz e incluso la Seguridad Social por sus cotizaciones. Aquí todo el mundo gana menos el pequeño comercio. Hacienda sí ha tenido el gusto de posponer la recaudación de los impuestos unos meses. Poco tiene que pagar al fisco, sin ventas no hay ingresos ni beneficios, luego pocos impuestos tiene pendientes de devengar.
El sábado se puso en contacto con su abogado con la idea de declararse en concurso de acreedores. Quiebra total. En la cuenta del banco su saldo a penas supera los setecientos euros. Que va a retirar hoy desde el cajero automático.
Adolfo siempre ha sido un hombre de recursos, supo buscarse la vida tras la pérdida de su trabajo en la fábrica de retrovisores de coches, también a la pérdida brusca de su mujer e hija en un accidente de tráfico tres años atrás. Trabajó de conductor de un VTC, de un taxi, dependiente de una tienda de recambios, incluso de temporero en el campo. De algo hay que vivir. Sin trabajo y sin recursos, le toca reinventarse de nuevo.
Sale a la calle, agradece la brisa del final de la primavera y el sol en la cara. Los vecinos poco a poco inundan la calle, abrazos y saludos entre muchos conocidos, excesivos a todas luces. Mucha necesidad de contacto personal tras tantas semanas encerrados en casa sin poder salir. Saluda de lejos a Esteban, el panadero, a este sí le ha visto casi a diario. A Gloria la de la tienda de muebles. A Lucas el zapatero remendón a este seguro que le sube el negocio, en época de crisis se repara antes de comprar y a Matías su vecino de local comercial, este regenta un pequeño bar de barrio especializado en ambiente taurino, todas las tardes en su televisor de pantalla grande programa dos festejos completo, el reclamo perfecto para llenar el bar de viejos con afición que a base de carajillos, anises y whiskys DYC le llenan la caja para vivir desahogadamente. Pasa a su local, bombillas LED, cartuchos de tinta y algún consumible de pequeño importe. Evalúa por encima qué podría vender rápido y barato, pone un cartel de liquidación en el escaparate con descuentos del 60% si es posible hoy liquida. Envía un correo electrónico a sus clientes habituales para avisarles de la oferta por liquidación y mientras espera la llegada de algún despistado, comienza a llenar cajas de cosas que le interesa conservar, su equipo informático, recuerdos personales y poco más. Suena el teléfono tres veces, un pedido en cada llamada.
- Tienes que venir a por ello esta mañana. El pago en efectivo, sí.
A la una y media recoge la tienda con dos mil euros en el bolsillo, entre la disposición del cajero y las ventas por liquidación, tiene un pequeño capital para empezar.
El martes, ya sabiendo que no va a dedicarle tiempo a la tienda, comienza a buscar empleo. Llama a todos los contactos de su agenda por si alguien conoce alguien que necesite un buen trabajador. 
Su trabajo de buscar empleo exige iniciar contactos en la esperanza que alguno fructifique. La mañana termina infructuosa en lo laboral, la batería de su teléfono tiritando y un buen dolor de cabeza. Decide dar un paseo hasta el bar taurino y así charla con Matías mientras come algo.
- Adolfo, he visto que liquidas el negocio
- Sí Matías, es una ruina. Estos meses cerrado me han matado, poca rentabilidad le sacaba, la justa para mal vivir, me han cobrado los proveedores y el dueño del local todos los meses. No me puedo recuperar. Estoy en la ruina.
- ¿Y que vas a hacer?
- No lo sé, hoy he llamado a más de ochenta personas para que me avisen si saben de algún trabajo
- Yo quizá conozca uno, no sé si te interesará
- Ahora mismo me interesa casi cualquier trabajo
- ¿Vas a comer aquí? tengo pollo asado.
- ¿Y de primero?
- Macarrones
- Coño, menú infantil
- Siéntate en tu mesa preferida, que mientras comes intento localizar a tu contacto para el trabajo.
Adolfo sale del bar en cuanto aparecen los habituales. En el bolsillo custodia el contacto del amigo de Matías. Mañana se acerca a Vallecas.
Polígono de Vallecas, nave 15. Desde fuera llama la atención, las ventanas cerradas incluso con tableros sellando sus marcos al completo. La puerta de metal cerrada. Sin ruido. ¿Me habrá dado bien la dirección Matías? piensa mientras llama al timbre de la puerta. Espera, no suena nada. Un instante antes de darse la vuelta y regresar a su domicilio, escucha desde el telefonillo un chasquido eléctrico.
- ¿Quién es?
- Buenos días, me llamo Adolfo me han dado esta dirección para una entrevista de trabajo, me recomienda Matías?
- ¿El torero?
- Eh, no sé, el del bar
- Pasa. 
Suena un zumbido eléctrico para liberar la puerta metálica. Accede al interior a una estancia vacía de unos dos metros de profundo, aparenta ser una zona de aparcamiento, cruza la sala hacia la puerta del final. Esta se abre y un hombre con facciones del Este franquea la puerta.
- Hola, ven conmigo
Adolfo sigue al ruso por un pasillo que distribuye varios despachos acristalados. Cada uno de ellos ocupados por una o dos personas. Aquí se trabaja, está claro. Ordenadores, teléfonos sonando. No hay secretarias, solo hombres. Oye hablar en un idioma que le suena como eslavo o ruso. También escucha en español conversaciones sobre trayectos. Al llevar a la última puerta, el guía ruso se para, toca la puerta y se asoma.
- Sí que pase
Adolfo accede al despacho. Sentado tras una enorme mesa de trabajo repleta de carpetas y la pantalla del ordenador iluminando la cara del que parece ser el jefe.
- Hola Adolfo, pasa por favor, siéntate. Le invita con el gesto mientras continúa escribiendo en el teclado
- Ya está, disculpa, líos ultima hora. Tras el fin del confinamiento, ahora todos son prisas. Te ha recomendado Matías, buen hombre, muy de fiar.
- Sí me dio esta dirección no me dijo nada más, ni cómo se llama la empresa ni el trabajo que ofrecen. Vengo a ciegas realmente
- Me ha contado que tenias un negocio que no vas a recuperar
- Conseguía poca rentabilidad y tras estas semanas cerrado, sólo he conseguido arruinarme. Estoy buscando algo para poder vivir. Tengo experiencia además de empresario con mi tienda, trabajé hace años de taxista, conductor VTC, en el campo, en una fábrica de retrovisores, un poco de todo buscándome la vida. Realmente de lo que sea. Y siempre me han transmitido que estaban contentos con mi desempeño.
- Tienes experiencia conduciendo, perfecto. Estamos buscando un conductor que sepa cuidar del coche, preferentemente con todos los puntos en el carnet, que conozca Madrid para moverse de manera eficaz, limpio y eficaz.
- ¿VTC?
- Sí. Ven te voy a enseñar la nave. Por cierto, me puedes llamar Iván.
Iván se levanta y le hace un gesto a Adolfo para que le siga. Tras una puerta accede al resto de la nave, donde ve estructuras mecánicas para elevar coches, igual que en los talleres. Dos vehículos de color negro y matrícula posterior de color azul, se encuentran elevados en sendas grúas. Un par de mecánicos trabajan en ellos. 
- Mira, como ves, somos una empresa de VTC, disponemos de licencias y trabajamos para Cabify solemos prestar servicio desde las cinco y media de la mañana hasta pasada la medianoche. Adicionalmente realizamos transportes especiales por la provincia, en lugar de pasajeros, llevamos mercancía como los mensajeros que viajan en moto. Es lo que tienes que saber. Si te interesa el trabajo, el sueldo base son unos 1.200 euros al mes y una comisión del 30% sobre lo facturado si superas los 2.700 euros de facturación mensual. Lo normal es que un conductor gane unos 1.600 euros trabajando unas doce horas diarias. Está prohibido conducir más de nueve horas al día, debes lavar el coche diariamente a mano, mira allí a la izquierda tienes el lavadero. Debes saber que hay horas valle donde ni te llamarán, te pasarás varias horas al día esperando.
- ¿Y los transportes especiales?
- Se cobran doble, los facturamos por la aplicación. La diferencia es que no hay persona, suele ser una caja en el maletero.
- ¿Qué hago si me para la policía en un control?
- En ese caso, le enseñas que tienes un aviso para recoger a Juan Palomo justo en la dirección donde tienes la entrega. Hasta ahora nunca hemos tenido problema. Nuestro sistema emite un encargo de viaje para recoger a Juan Palomo en tu dirección de entrega
- Entiendo. Pues sí me interesa el trabajo, ¿Cuándo empiezo?
- Si quieres hoy mismo, tu coche será el de la izquierda, el Skoda Superb matrícula 3454
Para rubricar el acuerdo no llegan a estrecharse las manos, tras este periodo de aislamiento los españoles necesitan un periodo de adaptación hasta recuperar sus costumbres sociales. Un pueblo de tocarse y de hablar cerca unos de otros.
- Ven te voy a presentar al jefe de Administración, que será con quien hables a diario. 
Regresan al pasillo de los despachos, Iván entra sin llamar en el anterior al principal. De menor tamaño y con una mesa más pequeña. Roger, un pelirrojo pecoso le tiende la mano, a este no le da temor el contacto.
- Encantado, bienvenido a CallCar. Mi nombre es Roger y me encargo de la coordinación de los conductores y también soy quien liquida vuestros ingresos. Pasa
- Os dejo. Iván se despide dejando a ambos solos en la estancia
- Ven ¿Adolfo me has dicho?
- Sí Adolfo Muñoz
Media hora necesitan para los trámites de alta en la empresa, queda Adolfo en enviarle una foto por WhatsApp de su cartilla de la Seguridad Social. Firman el contrato, pasan por el taller donde realizan las fotos que pondrán en la autorización como conductor. Le asigna una zona de espera preferente en las horas donde no hay trabajo. 
- Vas a esperar por esta zona, cerca del polígono de Aguacate en Carabanchel. Es un buen polígono que nos demanda muchos servicios al cabo del día, tienen por costumbre repetir con el conductor que les gusta, si te valoran con cinco estrellas y te graban como favorito tendrán mucha demanda y posibilidades de facturar mucho más por comisiones. Tienes que vestir bien, de traje, con camisa limpia y oler bien. No somos taxistas con camisetas sobaqueras. Te encargarás de reponer las botellas de agua cada mañana en aquella parte de allí. Toma las llaves. Ahora te vas directo a tu casa, te vistes como es debido y me envías la foto de tu cartilla. Te diriges a la zona que te hemos asignado y en aproximadamente una hora te llegará el primer servicio por la aplicación. Te voy a explicar cómo funciona. Vamos a por tu coche.
Cincuenta minutos más tarde recibe el primer encargo de muchos que recibirá durante varias semanas, su buen hacer le permite conseguir varios clientes habituales y sin mucho esfuerzo consigue superar los 1.500 euros cada mes. No está mal, más de lo que ganaba con la tienda. Tras varias semanas transportando personas, recibe el primer encargo especial, en el polígono de Leganés La Fortuna. Según llegó, sin bajarse del coche, abre el maletero y observa que le dejan un bulto de cartón del tamaño de una caja de zapatos. Cierran la puerta del maletero y sale hacia el destino, el polígono de Alcorcón. Una carrera rápida, en menos de quince minutos, repite la misma actuación, espera dentro, abre el maletero mientras una persona se encarga de acceder hasta el paquete. Cierra el maletero y le hace un gesto para que se marche. Fácil
Es la hora de comer, el apetito decide por él. Para en un local grande lleno de trabajadores del polígono, menú de cuchara con vino y casera. Consigue aparcar con dificultad, la zona está llena. Divisa un hueco junto a otro coche negro con matrícula azul. Su mismo modelo de coche, el Skoda. Estaciona a la izquierda del vehículo. Algo le llama la atención, algo no cuadra. El mismo modelo de coche, mismo color, misma matrícula. No puede ser, debe ser un error. Saca una foto. Y llama a Roger. No le atiende la llamada, estará comiendo. Duda, no sabe qué hacer. Vuelve a llamar sin éxito a su jefe. El hambre decide por él y va a comer.
A media comida le entra el aviso de un servicio, se queda sin postre. Marcha rápido y sigue su rutina diaria hasta después de las nueve de la noche. Se olvida de la foto de la coincidencia. Su rutina decide por él.
Tres semanas más tarde, el último jueves del mes, recibe su nómina del mes, este último periodo ha facturado bastante, sin contar los casi veinte envíos especiales, uno al día. Le pagan de manera más que generosa. Casi 2.000 euros este mes, una fortuna para alguien como él. Algo habrá que hacer para celebrarlo. Este fin de semana libra, pensará algo especial.
El viernes, nota algo fuera de lo normal, en varias ocasiones le ha parecido ver a un joven con cazadora impermeable náutica, de las que usan los pijos que visten como si tuvieran un barco. No se suele fijar en lo que ocurre a su alrededor, un pijo por Carabanchel chirría tanto como para conseguir la atención del más despistado.
Tras la comida, encuentra al pijo esperando en la puerta del bar donde suele comer cerca de Aguacate. Le está mirando, le está esperando.
- ¿Tienes un minuto Adolfo? Mientras le enseña una cartera de manera fugaz
- ¿Quién eres?
- Soy policía, ¿podemos hablar un momento?
- Claro. ¿Qué necesitas?
Ese día por la noche, Adolfo se entera por las noticias que la policía ha detenido a Iván como presunto responsable de una estafa duplicando licencias de VTC. Dispone de diez vehículos que utiliza por parejas. Duplicando las licencias, dispone de un vehículo en cada plataforma de VTC, doblando los ingresos. Compraba dos vehículos de la misma marca que matriculaba con las misma placas, utilizando cada uno con una plataforma. Un ciudadano vio por casualidad aparcados juntos dos vehículos iguales con la misma matrícula. Subió la foto a las redes sociales y la policía siguió el rastro. Muy listo el Iván. Menos mal que Adolfo cobró ayer porque se ha quedado sin trabajo. 
¡Qué poco le dura la suerte al pobre!
Y a saber ¿Qué coño serán los paquetes de los envíos especiales? Eso es otra historia, Adolfo le contó a la policía todos los servicios de los últimos días, notó que le habían estado siguiendo al ser interrogado uno a uno sus servicios. Al explicar el envío especial, la forma de trabajar, entendieron que él no sabía nada. Parece que ellos sí. La prensa no fue informada de otras detenciones relacionadas. Adolfo tampoco. Las hubo, eso es otra historia.





17.3.20

Diario de un viejo confinado en casa



- ¿Dónde vas?
- A dar un paseo
- No puedes ni debes
- Necesito que me de el aire, no aguanto más, tengo que moverme. Llevo aquí encerrado una semana entera
- Es una irresponsabilidad hacia ti y hacia los demás
- Me voy, no lo soporto
- Diego, no salgas, no seas cabezón
- Entonces los vecinos de la casa de enfrente, como tienen urbanización privada y cerrada, pueden salir de uno en uno a pasear y nosotros como vivimos donde vivimos ¿no?
- No te fijes en lo que tienes o no tienes, piensa que lo único que te han pedido es que te quedes en casa
- Pero si la calle está llena de viejos paseando y sentados en un banco al sol
- No exageres, que tengamos unos pocos vecinos irresponsables no nos convierte a todos en irresponsables. Dime una cosa, si supieras que saliendo a la calle una persona se puede infectar y morir ¿podrías vivir tranquilo el resto de tu vida?
- Yo estoy bien
- No sabemos si tenemos el virus y lo podemos transmitir
- Me voy a volver loco encerrado en casa
- Pues haz algo útil

Diego es consciente que Asun tiene razón, no puede ir por ahí libre contagiando o contagiándose de este virus mortal. No tiene miedo, su pensamiento es a muy corto plazo, a su necesidad física por moverse. Se siente atado en su piso pequeño. Está tan acostumbrado a su paseo matutino de casi diez kilómetros, saliendo de casa hacia el oeste en apenas dos kilómetros llega a la Casa de campo donde tiene su recorrido ya establecido paseando por una senda sin tráfico y al aire libre. Sus paseos le permiten lucir un atractivo bronceado durante todo el año,  envidia de sus vecinos más sedentarios. Su gran actividad física le fortalece frente a las enfermedades, a sus ochenta y un años con dificultades coronarias y una historia clínica que incluyen varias neumonías le convierten en persona de riesgo ante la nueva enfermedad. Le duele más ser un gato enjaulado, tener que moverse solo entre los sesenta y cinco metros de casa llena de muebles y obstáculos. Choca continuamente con Asun quien también necesita actividad física.

- Me voy a por el pan, informa Asun
- ¿Y para ti no es peligroso?
- Soy más joven que tu y algo tendremos que comer ¿no?
- ¿Más joven? Dos meses. No es diferencia.
- Tú tienes más riesgo
- Casi los mismos que tú
- Está decidido, me voy a por el pan. Ahora mismo regreso.

Asun marcha decidida a paso firme, cierra la puerta con cuidado no le gusta hacer ruido, prefiere evitar dar un portazo. Se dirige al ascensor pulsa con insistencia el botón de llamada y espera con paciencia a que la cabina se desplace con lenta parsimonia entre los pisos. Al llegar a la calle, mira a ambos lados de la puerta, se siente como una furtiva que está incumpliendo las normas, una travesura pasados los ochenta. La panadería habitual está en la siguiente manzana, pasa de largo, hay otra a quinientos metros, su pan es de peor calidad aunque le da una oportunidad para pasear que no va a desdeñar. Enfila acera abajo cruzando por comercios vacíos, en la esquina necesita apoyarse en la barra de la señal de tráfico para subir el escalón de la alta acera. Sigue su marcha sin cruzarse a nadie por el camino, la ciudad se mantiene desierta. Gira la esquina a la derecha donde casi se choca con otra anciana que viene de sus compras.

- Perdón
- Uy, Asun no te había visto
- Hola Lola, voy a por el pan y así me da un poco el sol
- Bueno te dejo que dicen que no debemos juntarnos
- Adios
- Ve con Dios, da recuerdos 
- De tu parte

Al llegar a la panadería ve que hay una fila en el exterior, cuatro personas esperando, todas mayores, les conoce a todos de vista de toda la vida en el barrio. Espera su turno, la referencia espacial se pierde con la edad, en lugar de respetar los dos metros de distancia entre ellos, los cinco completan los dos metros. Se saludan con amabilidad, incluso la sexta para la fila, toca por la espalda a Asun para confirmar la vez

- ¿Eres la última?
- Sí, sí

El tercero de la fila tose un par de veces lo que provoca un pequeño movimiento hacia atrás de los miembros de la fila

- Tranquilas, es alergia

Llega su turno, compra dos barras de candeal, las de toda la vida y regresa a casa, despacio enseñando la evidencia de su compra para evitar las preguntas de la policía que patrulla las calles. Abre con dificultad la pesada puerta de hierro de su portal, empujando con fuerza para hacerse hueco. Una vez dentro del edificio, pellizca por segunda vez el pico de la barra. Qué rico está el pan recién hecho, con la mano se cepilla la barbilla de las pocas migas delatoras que se le han quedado en la barbilla. Al llegar a casa, Diego no está.

Diego espera a ver asomado a la ventana de la cocina a Asun en la calle, una vez que comprueba que ha ido a la panadería más lejana, agarra su abrigo, bufanda y gorra de lana y sale con precipitación a la calle. Repite la misma rutina que Asun para llamar al ascensor, pulsar repetidamente el botón y martillear el pomo de la puerta. Tras cincuenta y siete años juntos, muchas de las costumbres de uno se han convertido en hábitos comunes. En la calle desfila hacia arriba, en sentido contrario al camino de Asun. Marcha en dirección al parque donde se encuentra su sucursal bancaria, la excusa perfecta que ha fabricado el gobierno para los paseos de los ancianos.

El parque se encuentra cerrado con cintas de la policía para evitar que los vecinos se agolpen en el mismo e incrementen los contagios exponencialmente por la multiplicación de los contactos de las personas. El banco se encuentra a cien metros y desde la lejanía puede observar lo poco que le permiten sus ojos describir una fila de personas para acceder al mismo.

Al llegar a la entidad financiera se sorprende encontrar a quince personas esperando, los dos metros distancia entre personas no se cumplen, la media de edad de los que esperan supera los setenta con facilidad. 

- ¿Va lento?  pregunta a la última
- Va rápido
- Bien porque no tengo todo el día

Tras cuarenta minutos de espera en la calle, llega su turno, accede al local y se sorprende al comprobar marcas en el suelo señalando la distancia de seguridad de dos metros para proteger a los empleados y los propios clientes.

- ¿En qué puedo ayudarle Diego?
- Necesito el PIN de mi libreta para poder sacar dinero del cajero

Una vez que ha conseguido su PIN, accede al cajero automático y retira cien euros en billetes de veinte para futuras compras, regresa a casa aprovechando los pocos rayos de sol que se filtran entre las nubes, disfruta de cada paso dado en libertad. Se cruza con Miguel, el vecino del cuarto que también parece que viaja hacia la entidad financiera, saludo a distancia entre ambos y cada uno a su vida. De camino a casa, con dinero fresco en el bolsillo, para en la frutería de Fahad, un paquistaní muy majo que se gana a la clientela gracias a su simpatía y enorme sonrisa blanca.

Elige varias frutas y verduras para reponer las existencias en casa, aprovecha para charlar un minuto con Fahad que sufre un proceso de alergia por el polen del plátano, el árbol decorativo que está plantado cada cuatro metros a lo largo de la calle. Estos días ha empezado la polinización y sus efectos son demoledores para los habitantes que sufren alergia. Moqueo continuo, picor de garganta y algún estornudo.

Intercambian los productos, rozan sus manos en el momento del pago, recoge sus dos bolsas continuando hasta su domicilio cuando llega a casa se encuentra a Asun de morros

- ¿Siempre tienes que hacer lo que te da la gana?
- He ido al banco para que me facilitaran el número secreto para poder utilizar la libreta en el cajera automático y a la vuelta he comprado algo de fruta y verdura en Fahad

Se saludan con un beso en los labios, Asun le quita las bolsas de las manos y comienza a colocar la fruta en el frigorífico. Ninguno de los dos se lava las manos después de sus excursiones mañaneras, se acuerdan justo antes de hacer la comida, que como siempre Asun se lava bien y antes de poner la mesa Diego hace lo propio.

Seis días más adelante, Diego amanece con fiebre, su temperatura supera los treinta y ocho grados, llaman a sus hijos y al teléfono del Servicio de Salud de la Comunidad Autónoma. El 112. Llaman y tras varios intentos infructuosos, vuelven a llamar al hijo mayor, a Diego quien decide llamar él a urgencias. Tras muchos intentos consigue que le confirmen el envío de una ambulancia para recoger a su padre  para acercarle al hospital. 

En la ambulancia viajan ambos, Asun y Diego. Diego con fiebre, Asun comienza a notarse rara. Ninguno regresará, no conseguirán vencer al nuevo virus. 

Quédate en casa, nada hay más importante que tu vida. Ni el pan, ni la fruta, ni el dinero. No salgas, quédate en casa. 

Ellos no sabrán nunca el resultado de sus acciones de ese día. Tendrán consecuencias. El panadero sufrirá el virus y conseguirá recuperarse. El frutero Fahad se libra de padecer la enfermedad. Antonio otro vecino que utiliza la misma señal de tráfico para ayudarse a subir la acera, enfermará tras tocarse la cara y tampoco lo superará. Lola ingresa el día anterior a Asun, con la misma suerte que sus vecinos. El empleado del banco, sufre el virus en casa y se recupera tras quince días de aislamiento. Miguel con escasas salidas al exterior, cuidadoso para evitar el contacto, se libra de la enfermedad. En definitiva, los  peor parados, los de mayor edad.

Mensaje: Quédate en casa
Y si eres mayor: Quédate en casa.

Tus nietos lo agradecerán.


12.3.20

Primero lo importante

Apelamos a la responsabilidad individual para que los ciudadanos limiten sus desplazamientos especialmente los colectivos de mayor riesgo. El último mensaje lanzado desde el Gobierno para preparar a los españoles en su concienciación para evitar la propagación de la enfermedad.
Paralelamente los expertos sanitarios definen la población de mayor riesgo a las personas de edad avanzada con problemas previos respiratorios o coronarios y especialmente a aquellos que unen dos o tres de estas características. 
Resulta paradójico encontrar aglomeraciones de personas de alto riesgo en los supermercados y mercados comprando ingentes cantidades de comida, jabón, detergente e incluso papel higiénico. 
Colas y colas de viejos en el supermercado, unos tosiendo, otros con mascarilla, la mayoría simplemente asustados de que les falten productos. 
Desde el pasado martes, cuando el gobierno decretó que España entraba en régimen de vigilancia reforzada y cambió los mensajes hasta ese momento tranquilizadores por otros mensajes con un tono más tenso y preventivo, nuestra población de alto riesgo ha decidido dedicar su tiempo a desarrollar actividades incompatibles con su situación de población de alto riesgo. Deciden acudir en masa a  comprar en Grandes Superficies, ir al médico para que les recete sus medicinas habituales e al banco. 
Donde vayas te encuentras con viejos. Inconscientes, con el temor en la mirada anticipándose a una imaginaria escasez, preocupados por la caída de los mercados que les provoca una sensación de quiebra y ruina económica.
Analizando el riesgo real a sufrir como país un desabastecimiento general o el riesgo de sufrir una crisis financiera que nos empuje a una quiebra económica que nos sume en la indigencia; aunque preocupantes son riesgos inferiores a los problemas de salud en población débil cuando toman decisiones que les lleva a convivir en aglomeraciones de personas  sin guardar la distancia de seguridad recomendada. Multiplicando el riesgo de manera exponencial.
Teodoro aguanta paciente la cola en el Ahorra Más, habituado a su cesta semanal de productos hoy se encuentra empujando un carro repleto de productos que ha elegido Concha. Encuentra del todo exagerada tanta compra, ni en Navidad ve un carro como ese. Conoce a Concha y es mejor no discutir con ella al respecto de la compra y la cocina. Es su departamento y no admite injerencias de ningún tipo, por supuesto, según la única opinión válida, la de Concha, Teo no tiene ni idea de cómo se organiza una casa. En su momento cuando trabajaba en su despacho de abogados sabía mucho de leyes, de juicios y recursos, de las cosas de casa nada hasta el punto que en la cocina no entra ni para servirse una cerveza. Por lo pronto es mejor mantenerse con la boca cerrada. Teo empuja con paciencia al ritmo que avanza la fila en dirección a la caja. Llevan hora y media en el super rodeados de todos los ancianos del barrio, con el mismo miedo común. Miedo a que falte. Cuando pague la compra, contratará el servicio a domicilio a su edad no están para cargar mucho peso. Salvo lo fresco y los imprescindible que Concha seleccionará con ansia en la misma caja que serán los que lleven en bolsas hasta su domicilio.
Tras la agotadora experiencia en el supermercado decide ir al Banco para hablar con la Directora. Susana. Una chica muy maja y servicial que le suele atender con mucha paciencia.
La sucursal del Banco se encuentra frente de su casa, cruzando por el semáforo son escasos cuarenta metros. Atraviesa la puerta con la esperanza de poder hablar con Susana en un rato. Se sorprende al ver esperando más de cuarenta personas, todos los asientos previstos para acomodar a los clientes que esperan están ocupados, incluso las sillas de atención al público también. Se nota ansiedad e impaciencia en todos los clientes, los empleados tienen la mirada apagada y resoplan agotados por el ritmo incansable por atender a tanto público, se agobian solo de ver la espera de clientes. No tienen tiempo ni para salir a tomar un café. Lo pasan mal. 
Teo se dirige a la máquina que ordena las citas, su número el A34, en el mismo papel térmico le informa que tiene 19 personas por delante. No se lo puede creer. Se intenta marcar un viejo, colarse por la cara. No cuela, la sucursal está llena de viejos que se lo impiden, solo al notar sus intenciones le gritan
- Está ocupada, te toca esperar
- Ya, ya. Solo miraba si había alguna silla libre al fondo
Teo disimula su frustración, le toca esperar o largarse. Lo prudente para su salud es irse a casa ya bastante riesgo ha asumido con la experiencia en el supermercado. Lo valora e inicia el camino de regreso cuando justo salta el aviso sonoro anunciando el siguiente en el orden de atención. Un vecino se levanta y con paso dificultoso se acerca hacia la mesa que le asignan, deja una silla libre junto al cajero automático instalado en el centro del patio. Cacharro enorme instalado en el centro para molestar. La casualidad decide por él, finalmente se queda. Lo importante es lo importante, su dinero. Sus ahorros para complementar la pensión, no vayan a quedarse en la indigencia. Mira el reloj que hay en la pared, las once y cuarenta.
El servicio de caja cierra a las once y media, atienden a tres personas con número que se mantenían a la espera, cuando terminan su trabajo, uno de los cajeros se encarga de cuadrar, el otro, Miguel, abandona el mostrador para acercarse a los clientes que esperan a ser atendidos por la Directora o por alguna de las comerciales. 
- ¿Les puedo ayudar en algo?¿Saben que pueden realizar gestiones por el cajero o por el teléfono?
Nadie le responde, comparten los mismos temores a la ruina, a perderlo todo. Con lo tranquilos que estaban con los antiguos depósitos a plazo y sus cartillas de ahorro. Aquello sí que era fácil de entender. Ahora con estos líos la Bolsa no gana para sustos. Cierto es que sumando los últimos tres años han ganado con sus inversiones, pero claro en los últimos días ese beneficio se ha evaporado. ¿Y si quiebra todo?¿Y si terminan arruinados?. Pasan otros dos clientes, esto va muy lento. Cerca de la una y cuarto, cuando su estómago le está recordando que en quince minutos es su hora de comer, le toca su turno. Susana le espera de pié en la puerta del despacho, le reconoce.
- Buenos días Teo, pasa. No te doy la mano, nos han recomendado reducir el contacto por prevenir ¿sabes? Pasa, siéntate por favor
- Mira Susana estoy muy asustado con todo esto, parece que todo se termina. Me gustaría venderlo todo y dejarlo en la cuenta.
- ¿Cuánto quieres pagar a Hacienda?
Golpe bajo, esto no se lo esperaba. Lo de pagar lo lleva siempre mal
- Mira, voy a enseñarte tus posiciones, tienes plusvalías desde el inicio de tus inversiones. Si decides vender tendrás que pagar impuestos por los beneficios. Que los tienes. Además no es buena idea, recuerda la crisis anterior del SARS o la de la Gripe aviar, en ambas crisis sanitarias, también provocadas por virus como este, la bolsa cayó rápidamente. Cierto es que  en cuanto pasó la crisis sanitaria se recuperó al momento y continuó subiendo hasta alcanzar una subida del 10% al año ¿te lo quieres perder? ¿Ahora? ¿Sabes que los ricos están dando órdenes de compra en bolsa porque está barata?

Hace una pausa breve para enfatizar como importante su siguiente pregunta

- ¿Y vosotros os vais a ir al pueblo como hacen otros vecinos para minimizar contactos y riesgos?
- ¿Al pueblo?, no sé, lo que diga Concha. Me extraña con todo lo que hemos comprado esta mañana.

Susana le cambia el tema de conversación con mucha habilidad, aprovecha la cara de duda que se le ha puesto a Teo para levantarse y hacerle entender que la conversación ha terminado, tiene todavía varios clientes esperando para repetir la conversación.

Teodoro vuelve a casa sin tener muy claro en qué situación han quedado sus ahorros, se fía de Susana, es mejor dejarlo así. No entiende de Bolsa y lo cierto es que está ganando. Lo último que se le pasa por la cabeza es pagar impuestos por vender. Se siente cansado, entre la compra y el banco está agotado.

- ¿Ya estás aquí? ¿Puedes poner la mesa?
- Claro, Cariño. Me lavo las manos y en un minuto.
- No tengo sitio en la nevera para guardar tanta comida, mira si tú consigues guardar lo que está encima de la mesa dentro del frigorífico.

Suspira, sus tareas no terminan aún. Está deseando poder dormir la siesta, se encuentra muy cansado. Ese picor de garganta que le acompaña desde esta mañana va a más, siente un poco de frío en la espalda.

- Creo que tengo algo de fiebre
- Ay Dios, ay, ay. ¿Qué vamos a hacer?
- Por lo pronto tomarme la temperatura





8.3.20

Coronavirus en el barrio

Adolfo se mueve con dificultad, anhela la movilidad de sus años jóvenes. Repite que su mejor época fue la decena de sus cincuenta, cuando la experiencia vital y los hijos mayores les permitieron a Marisa y a él un periodo de segunda juventud con el ocio muy presente en sus agendas, viajes, teatro, restaurantes, citas con amigos, incluso se reencontraron entre las sábanas, tras décadas de amor mecánico y periódico, recuperaron el ánimo de probar, experimentar y sorprenderse. La imposibilidad del embarazo que lleva la edad la aprovecharon bien, recuerda Adolfo mientras maldice su marcha pausada ayudado de un bastón. Operado dos meses atrás de su rodilla, la prótesis y él se adaptaron gracias a la exitosa rehabilitación. En cosa de un mes andarás como siempre le dice el fisioterapeuta. Con ochenta y un años tiene una buena vida.

Tres años atrás decidió inscribirse en el Centro de Día de Mayores cercano a su casa, el día es muy largo y la convivencia con Marisa se estaba deteriorando por puro aburrimiento. La manera más habitual que encontraron para combatir el hastío fue discutir por cualquier cosa, preferentemente por pequeños detalles que molestan en la convivencia. Ese ruidito que haces al masticar, sube el volumen de la tele que no me entero, pasas las horas y no me dices nada o cállate un rato que no paras de hablar. Discutir es un pasatiempo de viejos. Salvo por las tardes.

Todas las tardes sus nietas María y Nuria de trece y once años, hijas tardías de Marisa que tras su divorcio encargó a sus padres la custodia vespertina de sus hijas mientras ella trabaja. A las cinco y media aparecen ambas y la alegría llega a la casa. Marisa tiene preparada la merienda para sus nietas, conoce sus gustos e incluso el volumen ideal de sus bocadillos según el día de la semana. Tras la merienda cada una elige una habitación y dedican una hora al estudio y a sus deberes escolares. Los abuelos respetan el ambiente de estudio evitando incluso encender la televisión, suelen leer y si conversan lo hacen en voz baja. Tras el estudio la alegría llena la casa, Nuria, la pequeña es muy charlatana y les entretiene con anécdotas del colegio, errores de los profesores, chascarrillos de recreo, tropezones hilarantes y su preferida, la monja gruñona, Sor Evelina. La Directora del colegio que no para de reprender a los alumnos por cualquier razón, gorda, amargada, estricta, seria y aburrida, la pusieron de mote La rompehielos por su enorme volumen corporal y porque cuando se mueve los alumnos se apartan para evitar estar a su alcance. En el patio del recreo visto desde un piso superior la imagen de rompehielos es evidente, Sor Evelina según va andando los alumnos se apartan a ambos lados de su enorme figura volviéndose a juntar a su espalda. 

María, más callada y también más rocera prefiere el calor de su abuelo, pasa la tarde junto a él con las manos entrelazadas. A ambos les brillan los ojos, sienten un amor verdadero y profundo. Son uña y carne.

Adolfo tras despedirse de Marisa quien prefiere seguir con su rutina en casa y salir a dar su paseo con alguna vecina al parque cercano, sale a la calle con paso precavido con el bastón en su mano derecha, no se apoya en él. Hace caso a las recomendación de  su fisio y solo lo utiliza como punto de apoyo leve. En pocos días se atreverá a moverse sin la ayuda de la madera. Avanza a buen paso, rápido para la edad que tiene, siempre se ha mantenido en forma y tiene decidido cuando termine la rehabilitación volver a la rutina de tres días en semana al gimnasio. Se siente joven, ir al Centro de Día es por socializarse. Siempre ha sido amigo de sus amigos, poco dado a ampliar mucho su círculo. La vida le ha ido arrebatando a alguno de sus amigos y familiares. O amplía relaciones o la soledad le pesa. 

En el Centro de Dia hace migas con un grupo de chicos de su edad, amigos del paseo al aire libre, la petanca y el baile. Esto último se le da peor y aún así lo intenta. El día de baile semanal en el Centro realmente da igual la habilidad de los bailarines para moverse al compás de la música, una de las consecuencias de la esperanza vital es la menor longevidad de los varones, razón por la que son minoría en el salón y las mujeres de edad, descaradas y activas, no paran de demandar pareja para el baile, alguna incluso le tira los tejos para algo más. La edad de oro para alguno de los bailarines que se está poniendo las botas.

Felipe el mejor bailarín, de buena planta, más de uno ochenta a sus ochenta y seis años es el más demandado parece que baila mejor en horizontal que en la pista donde lo hace mejor que todos los demás con diferencia. Se corre la voz sobre sus habilidades y talla entre las féminas. Él se deja querer hasta el punto que tiene una agenda de conquistador envidia de Rodolfo Valentino.

Adolfo llega hasta la puerta del Centro y se lo encuentra cerrado por orden de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, un equipo médico volante del 112 está en la puerta del Centro y le pide que se quede un momento que van a hacerle unas pruebas para descartar. En la furgoneta que hace de ambulancia ve sentado a Felipe en su turno de pruebas. Positivo. Se lo llevan en la ambulancia para el hospital, un gesto de despedida con la mano antes del cierre de la puerta de la ambulancia es su último contacto con el bailarín. Otra ambulancia toma el relevo, le invitan a entrar, no puede evitar sentirse nervioso. Las pruebas dan negativo, le dan una hoja con recomendaciones médicas y le piden que pase tres semanas de cuarentena en su casa sin salir. Ante las preguntas de los facultativos, les informa que convive con su mujer y sus nietas. 

Ante el primer síntoma de fiebre o malestar llamen al 112 e iremos a su domicilio, no se desplace al Centro de Salud ni al hospital. Regresa a casa preocupado, en los escasos veinte minutos que ha permanecido en la puerta del Centro cuatro ambulancias han partido para el hospital con sendos ancianos. Adolfo y tres mujeres. Por la noche se enterará en las noticias que doce ancianos han sido internados en el hospital aquejados del virus ese de los chinos, cinco de ellos con problemas respiratorios. A su mente le llega la imagen de Emilio y de Juanita ambos con su carrito con el oxígeno a rastras. Lo tienen difícil ambos.

El Centro de Día ayuda a convivir con la despedida,  es parte de la vida y con sus edades mucho más. Las amistades aunque pasajeras son profundas, el dolor por la despedida no lo es, son conscientes que el final es común para todos y aprenden a vivir con ello. No ha tenido relación con los del oxígeno pues no coinciden en las actividades, Adolfo es más de paseo y ejercicio a diferencia de estos que son más sedentarios. Por lo general los del carrito han sido muy fumadores y eso les une al final sin fuelle.

-¿Tres semanas? Marisa se asusta. La recomendación también es para ella y las niñas.
- Eso me han dicho
- Eso no puede ser , es una barbaridad y ¿Qué vamos a comer? y ¿Las niñas?
- Tenemos que avisar a su madre
- Has dado negativo ¿no?
- Eso me han dicho
- Pues entonces, nada de nada
- Vamos a llamar al 112 y a ver qué nos dicen
- Primero voy a llamar a Marisa (hija) a ver qué opina, son sus hijas.

La conversación entre madre e hija, ambas igual de desinformadas, no termina con ninguna determinación concreta. Hacer caso de la prensa es un error por la enorme desinformación que publican y los conceptos erróneos que divulgan. El gobierno no actúa de manera diligente, normal llevan tanto tiempo tras la trinchera criticando al que toma decisiones por cada cosa que hace que ahora que es su turno de gobernar no saben anticiparse a las necesidades, no son conscientes que no pueden echar la culpa a otro, es su momento, tienen que tomar decisiones y gobernar. Qué difícil es tomar decisiones, explicar las cosas bien, tener una jerarquía clara en la comunicación y en la decisión. Una pandilla sin líder constructivo es una banda. Enfrentarse a una crisis sanitaria con una banda es lo que trae, desinformación, falta de previsión, falta de coordinación, mentiras y exculpaciones mientras la progresión aritmética de afectados multiplica los enfermos hora a hora. Su miedo antropológico a la toma de decisiones, a reducir la libertad de movimiento, a restringir la libre circulación propio de los complejos históricos de la izquierda española supone que durante dos semanas el virus se propague más rápido que en los países vecinos. Sin controles sanitarios en aeropuertos, sin medidas claras para centros con concentración humana, su vergüenza reprimida de izquierdas les condiciona evitan tomar medidas efectivas por miedo a sus propias contradicciones y a su público entregado por si se les echa encima por precipitación. Se ríeron de las medidas extremas tomadas por China, Taiwan, Italia, se creen más listos que los demás. Dos semanas más tarde tenemos los Centros de Día de ancianos cerrados en todo el país y eso que algún político con miopía nacionalista sigue pregonando que el ADN de su Región es inmune al virus frente al resto de España. Al día siguiente los datos reales le callan, el virus no entiende de idiomas ni de fronteras. Tenemos barrios y poblaciones aislados. El coronavirus está con nosotros y tenemos que luchar contra él.

Adolfo llama, con el manos libre del teléfono encendido para que Marisa escuche lo mismo que él y evitar una discusión posterior.
- 112 ¿En qué puedo ayudarle?
Explica sus edades, en cierre del Centro de Día, su negativo en el test de hoy y la recomendación de quedarse en casa tres semanas. La convivencia con sus nietas y sus dudas sobre cómo actuar ¿vivir con naturalidad o encerrarse?¿decir a sus nietas que no vengan?¿comprar comida para un mes?
El facultativo del 112 les tranquiliza y les pide vida normal evitando concentraciones de personas. Ante el primer síntoma de malestar llamar al 112 y encerrarse en casa. Ampliar la recomendación de limpieza de manos y evitar el contacto cercano con otras personas, incluidos besos, abrazos y darse la mano.

No quedan muy convencidos. Deciden mantener su vida igual con el miedo en el cuerpo por ellos mismos y por sus nietas. Dicen que los niños están libres, no se fían. ¿Separarse de su nieta María? Esos abrazos le dan la vida cada tarde. No saben cómo hacer para evitarles el mal a sus nietas. Por lo que cuentan es una enfermedad que transmiten los viejos.

Dos días más tarde, la evolución de la enfermedad obliga a los políticos acomplejados a chocarse con la realidad, la expansión es tan alta que decretan aislamiento del barrio y confinamiento de todos los habitantes en sus domicilios. El ejército patrulla por las calles para detener a cualquier transeúnte sin autorización.

Adolfo y Marisa se miran. Tienen tres semanas para discutir a todas horas. En este momento necesitan su mutuo apoyo, se abrazan como hace tiempo, fuerte, sintiendo la vida, notando sus corazones. Saldrán de esta. ¡Qué miedo se pasa!. Las niñas están en su casa. El colegio también ha cerrado sus instalaciones durante semanas. Varios profesores han enfermado, La rompehielos se ha librado, los virus evitan la mala leche. ¡Puede ser el remedio! la mala lecha. 

¿Será esta la razón por la que ningún político enferma?

Buen viaje, Joe

  Joe, simplemente Joe. Omitiendo, desde siempre, el rango familiar de tío. Recuerdo tu aterrizaje entre la familia cuando Ana, también sin ...