26.4.20

Un mundo nuevo. Capítulo 7

Capítulo 7
Xiao Pi acude a la Asamblea Popular de China, el parlamento de su régimen. Entra con ceremonia en el salón, le reciben sus ministros, asesores y representantes en pié con cerrado y ruidoso aplauso. 
En general todos se regocijan del nuevo acuerdo comercial con Estados Unidos, entienden que les traerá riqueza y una mejor vida en los próximos años. En primera fila y de manera evidente se hace notar el Ministro de Asuntos Exteriores, Li Nao, quien fue apartado de la delegación que viajó a la Cumbre a última hora por orden directa de Xiao Pi. Li Nao es el cabecilla de la facción más radical del partido que aboga por un conflicto armado que garantice alcanzar a China el ser la primera nación del planeta, subyugando al resto e imponiendo su cultura, lengua y mercado. Considera que firmar un acuerdo con América supone reconocer de manera implícita la superioridad de Estados Unidos. Una traición a la patria. 
A Xiao Pi no le pasa desapercibido el gesto retador de su Ministro, indica con un gesto a su asistente para que se acerque hasta su posición. Le susurra algo breve al oido antes que el asistente desaparezca tras la puerta lateral del escenario donde está su líder subido, recibiendo el aplauso mayoritario de la Cámara. El asistente desciende por la escalera lateral hasta el patio de butacas, acercándose hasta encontrarse junto a Li Nao. 
El Presidente solicita que suba Vd al escenario junto a él.
Una sugerencia presidencial en China equivale a una orden instantánea. Li Nao como buen militar de formación, se cuadra y acata la orden, subiendo al escenario, quedando a la espera de la señal del líder para acceder a su lado. Xiao Pi decide mantenerle un minuto en espera, pendiente si en algún momento descendían los aplausos rítmicos a la costumbre del partido. Transcurrido el minuto, levanta el brazo izquierdo para acoger la entrada de Li Nao y los aplausos vuelven a subir en intensidad. Li Nao es muy querido por sus compañeros, tiene una carisma muy fuerte. Todos le consideran el sucesor para cuando Xiao Pi decida dejar la política activa. Hasta que llegue ese momento, el Presidente es Xiao Pi, en el fondo desea que aparezca otro candidato pues en su opinión, con Li Nao en el poder, China entrará en guerra muy pronto. Sin saber calcular los miles o millones de muertos que eso traerá en la tierra. 
Li Nao se queda junto al líder en estado de firme, muy militar, muy digno. No mueve un músculo, en su interior la impaciencia por controlar el poder de la nación más poblada del mundo le corroe. Xiao Pi a su lado es  un anciano y en exceso prudente. Estamos desperdiciando tiempo para convertir China en la mayor potencia del mundo. 
Los aplausos amainan al fin permitiendo a Xiao Pi explicar a los representantes del pueblo cómo se desarrolló la Cumbre, agradece el trabajo del Ministro de Asuntos Exteriores que durante meses ha capitaneado las negociaciones con los americanos y los rusos. Gracias a sus trabajos previos, China ha conseguido un acuerdo comercial muy favorable que le convierte de hecho en el fabricante más importante de productos industriales y tecnológicos con destino los Estados Unidos. 
Como recompensa por sus servicios prestados a la nación, es mi deseo nombrar a Li Nao Vicepresidente primero del Gobierno y Ministro de Defensa. Es la persona que me sustituirá en el gobierno cuando me ausente del país. 
Los aplausos rugen con fuerza, los partidarios de Li Nao, mayoritarios en la Cámara, lo interpretan como el gesto definitivo para marcarle como el sucesor. Los menos adeptos, aplauden como se aplaude todo en la Asamblea Popular, con pasión patriótica que adormila la voluntad crítica. Todo les parece bien. Li Nao se ve obligado a adelantarse y saludar. No se esperaba esta maniobra del Presidente, está sorprendido y encantado por otra parte. Casi lo ha conseguido, solo le queda derrocar a Xiao Pi, hasta entonces tiene la oportunidad de aprender mucho de él sobre la gobernanza y el equilibrio de fuerzas.  



El Coronel Alexander Petrov decide ampliar la misión en China, contacta con la responsable de la célula 2 en Beijing, Olga Mamayev, trabaja como corresponsal de prensa para la prensa de Israel bajo el nombre de Esther Katz, gracias a su tapadera suele conseguir acceso en numerosos actos políticos y sociales. Dirige un grupo dormido de tres agentes con rasos asiáticos que viven en dos ciudades chinas muy pobladas, uno en Shanghai, además la pareja que se hace pasar por matrimonio que vive en Shenzhen, una de las ciudades más ricas del país situada al norte de Hong Kong. Petrov decide despertar al grupo de Olga. Shenzhen se encuentra a mil kilómetros de Wuhan, distancia suficientemente lejana como para no pasar riesgos y con comunicaciones rápidas para permitirles a los agentes poder apoyar a Yelena en caso de necesidad. 
Olga contesta la llamada como fija el protocolo, hace tres años que no habla con su superior, no obstante, reacciona como si ayer hubieran fijado la rutina de la conversación, demuestra un nivel profesional muy alto. 
Buenos días Esther. El Coronel mantiene la tapadera en previsión a una escucha de la llamada. El Director de Yedioth Ahronoth (Principal periódico de Tel Aviv, nota del Autor) desea contratar sus servicios, sigue con mucho interés sus crónicas desde China y considera que sería interesante para ambas partes llegar a un acuerdo. 
Y ¿Cuánto está dispuesto a pagar por noticia? 
Nuestro diario le ofrece un salario mensual y una prima por publicación. 
Mensaje entregado. El resto de la conversación aparentemente una corta negociación salarial incluye claves para determinar la hora de la nueva comunicación, esta vez cifrada, donde Olga recibirá las instrucciones concretas para su grupo.  



Adolfo llega pronto a casa de su hermano, sus ganas por compartir un rato con sus sobrinas superan la pereza de la merienda-cena organizada por su cuñada. Le cuesta socializar, es algo superior a él. 
Tío Adolfo, tío Adolfo. Sus sobrinas al verle en la puerta se abalanzan sobre él. 
Cuidado que me tiráis. 
Ana acude sonriente a medio maquillar, su alegría es sincera. Quiere mucho a su cuñado y, Dios le perdone, más aún desde que se fue Carmen. En el fondo no la aguantaba, era tan ... distinta, tan radical, tan de izquierdas que no pegaba con la familia. Lo único bueno. Era atlética. Abraza con fuerza a Adolfo que llega a sentir los pechos libres de su cuñada fijos en él. La dureza de los pezones de Ana le despierta en su cerebro el recuerdo de otros pitones célebres de pasadas faenas que ya había olvidado. 
¡Cómo me alegro que hayas venido! Pasa, pasa. ¿Has traído vino? No tenías por qué molestarte. Muchas gracias. Toma Pedro, ponlo a enfriar que es un blanco, nos viene muy bien para la cena. 
Adolfo se pone cómodo, siente una felicidad que no recordaba, una familia pendiente de él, los roces de cercanía, el olor a colonia fresca, ambiente de hogar. Por un instante envidia a Pedro. Unas niñas maravillosas, una casa preciosa, una mujer de bandera, una gran vida. Se alegra por él, se lo merece, es un buen hermano.

19.4.20

Cuando el tanatorio es la casa





Presto espacio a mi hermano Valentín para publicar su relato actual sobre el dolor por la pérdida de un familiar por el virus

Cuando el tanatorio es la casa

Una noche de estas, a una hora de estas en que hoy día es normal hacerlo, recibí una llamada de las que ahora empieza a ser costumbre recibir.  “Están solos en una casa, se ha muerto de repente, nadie esperaba esta evolución, están destrozados, confusos y encima sin poder ver a nadie”. 
Les llamé enseguida. Mucha gente no sabe que no es tiempo de duelo, no lo es aún pero parece oportuno hacerles llegar mi cercanía de acompañante o de profesional dispuesto a escucharles en un momento de soledad y confinamiento. No tengo pautas ni quiero tenerlas y menos dárselas y en la conversación surge pensar juntos. Al escucharles, nace una idea insegura y, con ese tono, la expreso, en este intento por entender el paisaje en el que esa familia que llama se encuentra. 
“No hubo tanatorio, no habéis podido despedirle. Me pregunto si quizá vosotros habéis sido vuestro propio tanatorio y quien sabe es posible que estemos inventando tanatorios alternativos en este momento”. Resulta tan balsámico el abrazo de muchos que hay sed cuando no lo hay. Pensamos juntos como digo durante un rato de conversación telefónica. 
Los seres humanos hemos inventado tanatorios para poder tener espacios de preduelo, de toma de conciencia de la muerte, de despedida del cuerpo que ocupa la persona, de trato digno al final de la vida. También lo hacemos para sacarlo de la casa, quizá buscando que haya una separación y evitar que las imágenes de la película de la muerte se mezclen con objetos de vida y, de este modo, poder respirar a veces.
Antes, no hace tantos años, los muertos se velaban en las casas y por tanto, se vivían escenas que incorporaban la muerte como parte de nuestra historia y en otros países se sigue haciendo así. El que las personas fueran muriendo más en los hospitales trajo los tanatorios. El primero de nuestro país comenzó su servicio en 1968 y cambió nuestra forma de velar nuestros familiares que mueren. 
El hecho es que aquí hace unos años que acudimos al tanatorio y, sin embargo, ya lo echamos de menos porque es el lugar donde se congregan todos los que nos quieren dar testimonio de cariño o al menos de que tratan de entender nuestra pérdida. También lo echamos de menos porque nos permite un tiempo de convivencia separada por un cristal que nos sirve para dar un espacio de homenaje y de lugar de protagonismo a esa persona querida cuando la perdemos.  
Vuelan por la red  documentos, con cierta razón pero en modo apocalíptico a menudo, que avisan de duelos complicados que nos esperan por no tener despedidas como solemos, como queremos, como pensamos, a veces incluso, que debemos. Cada vez hay más consejos sobre cómo hacer actos de despedida alternativos. Los he leído, me llegan al móvil compartidos por mucha gente que sabe que vivo una  vida de acompañante en duelo.  Dan buenas ideas sin duda aunque me pregunto a menudo si la mejor manera de ayudar es dando pautas aunque a veces se vistan de sugerencias.
Muchas de las personas que acompaño estos días no se sienten cómodas con actos de este tipo porque no les sale, ni siquiera en un momento tan excepcional como el de la pandemia y el confinamiento, encender una vela o escribir algo; les resulta extraño y lo que los expertos estamos prometiendo que les servirá no termina de servirles porque se sienten raros haciendo estas cosas. He hablado con personas y familias estos días a las que sí ayudaban este tipo de acciones. Muchas de ellas ya habían buscado formas propias, de hecho. 
Las personas que lo afrontan totalmente solas estos días sufren el confinamiento que se les hace torturantemente lento. 
Es difícil, casi imposible, que nada sustituya la presencia de un familiar o amigo. A diario, me dicen que la casa se les cae, ven pasar las horas, las van simplemente descontando y así transcurren los días. Algunas personas van haciendo camino, encuentran sentido en la muerte de los seres queridos desde creencias religiosas que les dan un contenido de significado en la esperanza de que están mejo allá donde estén. Otras van haciendo camino de otros modos. 
En este sentido, nada es verdaderamente nuevo: su duelo, como travesía del mar de dolor no ha comenzado aún. Si vinieran al centro de escucha o a una consulta les diríamos que es pronto como para pensar en todo esto y que vinieran para abordarlo al mes o a los dos meses. 
El confinamiento nos puede llevar a los profesionales o voluntarios que acompañamos a estar cerca y disponibles  pero nos encontraremos con que muchas personas no querrán hablar o, al menos, no demasiado. 
A los que escuchamos, los encontramos repitiendo lo vivido como si fuera una lección que aprender. El acompañante que tiene gafas de duelo comprende que esta repetición que parece que les vuelve locos es un modo de ir entrando en la verdad. Para ellos repetir un relato una y otra vez es una forma de ir creyendo y asumiendo. Esto ocurre, sobre todo, en un momento en que la noticia de la muerte es una llamada o un mensaje y no hay vista que lo corrobore. 
Recupero ahora la conversación de la otra noche: Hablamos de lo que se hace en el tanatorio: Salas familiares separadas por un nombre y un número nos llevan a encontrarnos de forma incómoda a menudo con personas que queremos y con otras que simplemente vienen. Llegan mensajes que no se leen normalmente, le pasamos el teléfono a otro: “hazte cargo, por favor, no quiero hablar con nadie”
Algunas personas hablan, otras están en shock, se hace una oración o se lee o se canta algo y hay un mar de abrazos o gestos corporales. A veces  el tanatorio es pesado, los visitantes van pasando con el cariño que traen pero muchas veces sin saber qué decir y se van deprisa. Algunos permanecen en silencio, se hacen grupos, hay saludos de muchos que hace tiempo que no nos vemos. Esto es lo que estamos echando de menos y además y sobre todo ver y cuidar el cuerpo del que despedimos. 
Un tanatorio en la casa es todo lo que podemos tener en esta hora de confinamiento. No hay muerto, solo hay dolientes y  estos, destrozados o incrédulos o todo a la vez. 
En este caso, para esa familia con la que hablaba la otra noche, su tanatorio fue vivido de modo nuevo. La gente, mucha, muchísima, según me decían aparecía a mares mandando mensajes que antes de esta situación nueva quizá no hubieran leído pero cuyas palabras ellos se bebían ahora como la mejor agua balsámica posible. Otras personas llamaron y algunas videollamaron. Se hizo presente un aluvión de reconocimiento que, además iba desgranando el peso de la persona fallecida, su aporte al mundo, la huella dejada en tantos. Además había espacio para afirmar la tremenda injusticia percibida en esta muerte que encuentro en tantos otros. 
De repente, en este tanatorio de casa no hay salas únicas familiares porque hay una apertura a muertes compartidas hoy con la misma suerte lo mismo que lo comparten los familiares de un accidente de avión o de tren que de repente comparten un mismo dolor y eso les une.  Como pude comprobar este pasado verano cuando mezclado, cerca pero lejos y con respeto estuve en el jardín del recuerdo de las víctimas del AVE, en Angrois o en tantas otras ocasiones. 
Este tanatorio, que es la casa, no tiene el cuerpo pero sabe que el cuerpo es velado por otros y en este momento la confianza en el otro es la mejor arma para mirar vida: En Madrid hay curas que visitan el Palacio de Hielo y hacen memoria de las personas que han fallecido y que aguardan que sea posible incinerarlos. En los hospitales y residencias, los profesionales hacen despedida, inventando a veces las vidas para hacerlas cercanas o tratan de que los familiares aún puedan tener una última imagen o palabra dicha o recibida. 
Al final de día, como ocurre en el tanatorio a menudo cuando las visitas van marchando, esta familia se quedó sola y pudo hablar íntimamente de la persona dando valor a lo que era, llorando juntos y abrazandose. Sin pautas, sin hablar de duelo, sin entrar en pistas, esta  familia hablando con otros comprendió que la capacidad de inventar ritos y las pautas las tenemos dentro. 
La fortuna de acompañar es que podemos ser testigos de esta grandeza humana aún en un momento de sentir profundamente su indudable pequeñez. 

Valentín Rodil Gavala
Acompañante en duelo, psicólogo. Responsable de la Unidad Móvil en Crisis y Duelo San Camilo

18.4.20

Un mundo nuevo. Capítulo 6

Capítulo 6
Suena el teléfono, Adolfo odia el móvil, tanto que se despreocupa de él. Al regresar de su tienda a medio día ni se molestó por sacarlo del bolsillo de su cazadora, ¿para qué? tiene la tarde del sábado libre para descansar. Su plan es sencillo, leer un libro de relatos que le han recomendado, El palomar, se leyó las dos primeras historias y le engancharon. Tras su pequeña siesta de quince minutos tumbado en el sofá acompañado por la televisión encendida en el canal de documentales de animales y a bajo volumen. Su pequeña siesta es un regalo diario que le alimenta su ánimo y le compensa su costumbre de acostarse tarde por la noche. Se sienta en su sillón preferido cerca de la ventana se acomoda con una manta cubriéndole las piernas, la buena luz de primera hora de la tarde la ilumina lo suficiente como para leer sin dificultad. Suena el teléfono, no recuerda dónde lo dejó. Ni hace el gesto por levantarse, luego devolverá la llamada. Abre el libro por donde lo dejó y disfruta, con una sonrisa dibujada en su cara, del siguiente relato costumbrista. 
Vuelve a sonar la melodía de su teléfono. Debe ser importante, dos veces seguidas en un minuto. Cierra su libro con cuidado y apartando la manta con un gesto de contrariedad, decide levantarse, camina hacia su habitación, en el armario, perfectamente ordenado, se encuentra su cazadora colgada en la primera percha de la barra. Cuando llega al aparato, la melodía ha terminado. Fin de la llamada. Revisa la pantalla y ve dos llamadas perdidas de Pedro, su hermano. Regresa con su teléfono en la mano a su sillón, se vuelve a acomodar y devuelve la llamada. 
  • Pedro, ¿cómo estás? Me has llamado 
  • Hola Adolfo, sí, recuerda que Ana prepara una merienda hoy en casa y prometiste venir
  • También quedamos, si no recuerdo mal, que me llamarías para informarme 
  • Eso estoy haciendo 
  • ¿Cuándo es esa merienda?
  • Pues hoy 
  • Tócate ... 
  • Es una merienda cena, a las ocho en casa. Las niñas están deseando verte 
  • De acuerdo, ¿hay que arreglarse mucho?
  • Lo normal, si tú siempre vas bien 
  • Estaré un poco antes para saludar a las niñas. ¿Va a ir mucha gente? 
  • Seremos nueve, tres parejas, las dos niñas y tú 
  • Así me gusta, cumpliendo el acuerdo, nada de celestinas.
Consulta su reloj, las cuatro y diez. Tiene tiempo de sobra, su hermano vive a escasa media hora desplazándose en metro, hasta las seis tiene tiempo. 


Petrov recibe un informe de  los agentes en Beijing donde le confirman la llegada a la ciudad de Yelena junto con el relato de cómo se desarrolló su misión, con todo detalle, incluye la descripción del policía pinchado, de los encargados de los puestos e incluso de la persona que iba en dirección al aseo del mercado. Muy detallista esta Yelena, la más capaz de sus alumnas en la academia. Su raza asiática la faculta para desarrollar misiones en países de oriente, Mongolia, China, Japón, Corea entre otros. Su facilidad para aprender idiomas junto con su versatilidad con los diversos acentos la hacen muy valiosa. Lástima del racismo implantado en las cúpulas políticas y militares, donde las primeras y segundas líneas están reservadas a los nacidos en la raza europea. Lee el informe y lo archiva en la única carpeta azul, sin rótulos ni marcas, carpeta que archiva en la caja fuerte. 
Llama por teléfono al asistente de Ivanov para solicitar una breve reunión con el líder. 
  • A las tres y media. Tienes veinte minutos. En el despacho del Kremlin 
  • A su órdenes mi General, allí estaré
A la hora convenida entra Petrov en el inmenso despacho del Presidente para informarle de primera mano de la situación del avance del plan y de los próximos pasos. La reunión tiene una duración de cuatro minutos, lo suficiente para la mente práctica y eficaz de Ivanov. Petrov cuenta con nuevas órdenes que ordena en su mente de regreso a su despacho. 
Yelena recibe nuevas órdenes de sus superiores, regresar a Wuhan e informar de los acontecimientos que allí sucedan, regresa a su vida y se mantiene como observadora de la realidad diaria. Disciplinada, recibe un nuevo billete de avión y parte hacia el aeropuerto, en cuatro horas sale su vuelo. Poco más de veinticuatro horas se va a ausentar de su domicilio en Wuhan. Encuentra su motocicleta donde la dejó, regresa a casa como si nada hubiera ocurrido, recupera su tapadera y su apariencia, todos los días se desplaza desde su casa a un edificio de oficinas en el centro de negocios más poblado de la ciudad. En la planta doce se aloja una empresa coreana de componente electrónicos, Yelena trabaja como traductora y administrativa, la escasa información relevante que pasa por su trabajo la informa recurrentemente a su contacto ruso quien se encarga de hacerla llegar hasta un triste despacho de la SFB donde la pesada burocracia rusa lo entierra baja toneladas de papel.

12.4.20

Un mundo nuevo. Capítulo 5


Capítulo 5
Las cinco de la mañana en la oscura noche invernal de Moscú, el descanso del Coronel Alexander Petrov termina en el momento que su móvil privado suena muy fuerte y vibra sin piedad. Se despierta agitado, esa melodía, le cuesta reconocerla, en cuatro años nunca ha sonado ese teléfono. Se levanta con rapidez marcial, la activación a estado de alerta máxima es algo que se aprende en la academia militar y nunca se olvida. 
Rebusca en el bolsillo de su chaqueta del uniforme, localiza el teléfono, tiene una llamada perdida del único número registrado en su memoria. AAA a secas, sabe de quién se trata. Recuerda las instrucciones recibidas hace tiempo. Llamada perdida de AAA supone esperar nueva llamada en cinco minutos desde otro número desconocido, dejar que suene tres veces y colgar. Esperar un minuto, nueva llamada de AAA, colgar tras el tercer aviso. Un minuto más tarde un segundo número desconocido llamará y entonces sí puede contestar. Sigue el protocolo y finalmente recibe la voz distorsionada con tono de mujer de su superior.  
Activamos invisible, proceda a despertar a Vorobey (воробей, gorrión. Nota del autor)
A la orden. 
Fin de la comunicación. Petrov decide darse una ducha revitalizadora con agua fría y tras su afeitado con maquinilla eléctrica, se viste con su uniforme adornado con insignias de la Spetsnaz, las fuerzas especiales del ejército ruso, la élite, con quienes sirvió en Afganistán con varias medallas de reconocimiento por su labor en el frente. Impone respeto entre sus iguales encontrar a un oficial de las fuerzas especiales, son envidiados y respetados a partes iguales. 
Las seis menos cuarto de la mañana, decide ir a pie hacia el metro, manda un mensaje a su conductor para que no venga a recogerle a las siete en punto como cada mañana, le viene bien el frío de enero en su cara, le ayuda a despejar su mente e iniciar el nuevo trabajo encomendado. Es consciente que estos servicios a Madre patria no son reconocidos por nadie, en el caso que algo salga mal, los superiores te dejan solo ante los problemas. Su andar decidido calienta su cuerpo mientras cruza la espesa y húmeda niebla, para una día que no nieva ni llueve, el cielo despejado aprovecha para helar más si cabe la estepa rusa. La parada del metro se encuentra a escasos cinco minutos, una vez dentro, la gruesa ropa de abrigo le sobra, el clima en el interior de los túneles de transporte es mucho más cálido, le obliga a abrirse el abrigo de piel y quitarse su ushanka, el típico gorro de piel ruso. Al llegar al cuartel general, los soldados que montan guardia en a puerta se cuadran con respeto. 
Accede al típico edificio oficial de la época soviética, enorme, pasillos inmensos e infinidad de puertas. Aún siendo pronto, se nota actividad. Su despacho en la planta veintitrés es de los pocos con un rótulo exterior. Privado. Ninguno de los vigilantes del edificio tienen llave del despacho. Ni se acercan por la planta. Es el departamento logístico, el más confidencial y profundo del SFB. Solo los muy elegidos consiguen entrar alguna vez en las dependencias del Coronel. 
El despacho, espartano fiel al estilo militar, dispone de una caja fuerte del tamaño de una nevera doméstica, una mesa de madera con cajones cerrados también con llave y dos sillas de confidente frente a la mesa, el único gesto de comodidad se observa en el sillón acolchado usado por el Coronel. 
Petrov abre el cajón primero a su izquierda con una de las llaves que sujeta con una cadena a su cinturón. Saca su ordenador portátil, es un modelo que no encuentras en los comercios. Adapta el cable de conexión y abre los protocolos de seguridad para blindar sus comunicaciones. Mientras termina de arrancar todo el proceso, se levanta e introduce las claves de la combinación que le permite abrir la caja fuerte.  En el segundo estante de la caja blindada, dispone de una colección de teléfonos móviles, cada uno con un código escrito en un papel pegado. Elige uno de los del fondo, código WWG132017. 
Cierra la caja fuerte y regresa a su mesa con el teléfono. Lo enciende y al comprobar que tiene poca batería, utiliza un cable de recarga que guarda en otro de sus cajones, rebusca pues es un modelo antiguo y necesita un tipo de cargador en desuso. Su mesa dispone de una regleta de enchufes, conecta el cargador y espera paciente a que la batería alcance un mínimo para comenzar a utilizar el aparato. Un Nokia Lumia 630, cualquiera de sus hijos se rompería de risa al ver a su padre con un modelo antiguo como este. Nokia, una excelente marca que no se supo adaptar al mercado. Lo mejorcito que existía en telefonía portátil.  
El Nokia carga con rapidez, consulta su reloj, faltan unos minutos para las siete, la hora fijada para comunicar. Ha utilizado el canal de comunicación únicamente en dos ocasiones para comprobar que está activo, hoy será su inauguración operativa. Las siete en punto, es el momento. Petrov marca el único teléfono guardado en la memoria del aparato. Espera tono, uno, dos y tres. Puntual. 
Buenos días, profesor Lin  
¿Cómo está, Jia? Disculpe que la moleste, ¿tiene Vd una copia del libro de las mariposas? 
No lo tengo, lo siento, tengo el libro de los insectos 
Ese servirá. Le agradecería que me lo enviara por correo
Cuente con ello, profesor Li. ¿Desea algo más? 
Solo que me avise de cuando envíe el paquete para estar pendiente 
Descuide, así lo haré, un saludo muy cordial
Adiós. Mensaje entregado. Retira la tapa del teléfono, retira la tarjeta SIM de su interior y se entretiene rompiéndola con una tijera, cayendo  los trozos a un cenicero de cristal, tras el último trocito, busca en su cajón un mechero que prende para incinerar los trozos hasta hacerlos desaparecer. Necesita abrir la ventana para esparcir el olor a plástico derretido. Formatea el teléfono hasta anular cualquier rastro informático que le pueda asociar a su uso. Lo baña en alcohol antes de depositarlo sobre el mismo cenicero. El mismo final, el fuego crece gracias al líquido inflamable utilizado. Repite la operación varias veces hasta que se asegura que el móvil no es reconocible. El final del aparato es pasar por la potente trituradora que lo va a dejar totalmente destrozado e inutilizado. 
A 6.000 kilómetros de distancia, la agente Yelena, conocida en China como Jia, se dispone a salir a cumplir su misión. La tiene perfectamente preparada, hasta el más pequeño detalle. Primero compra un billete de avión para viajar a Beijing a última hora de la tarde, prepara la casa para una larga ausencia, tirando a la basura la comida para evitar que el olor alerte a los vecinos. Al salir tirará la bolsa al contenedor. En el armario de la entrada tiene dispuesta una maleta pequeña, tipo mochila donde de manera ordenada tiene algo de ropa, muda limpia y una bolsa de higiene en su interior. La maleta aparenta la típica bolsa para llevar un ordenador y algo de ropa ideal para viajes de trabajo de una o dos noches. La tiene preparada para poder salir de inmediato, cada dos meses cambia su interior adaptando la ropa al clima de esa época. Viajar sin maleta es altamente sospechoso y lo último que desea en llamar la atención. En el congelador de su nevera dispone de dos pequeños tubos de ensayo, los guarda con cuidado en uno de los bolsillos de su mochila. Con el clima local, en un par de horas estarán totalmente descongelados. Sale de lo que ha sido su casa en los últimos dos años, un minúsculo apartamento en un bloque de quince alturas, muchas puertas, muchas personas y muy poca relación entre ellas. 
Ya en la calle, tras pasar por el contenedor de la basura, se dirige al aparcamiento exterior de su bloque, localiza su motocicleta, se ajusta el casco de protección y sale de manera ágil a la gran avenida, siempre congestionada de tráfico. Gracias a su habilidad con el ciclomotor evita los atascos y al resto de motoristas casi suicidas que inundan las calles, conducen muy agresivos, cada centímetro de asfalto cuenta y luchan por cada uno de ellos. Wuhan es una ciudad con once millones de habitantes a los que no les gusta moverse a pie, los atascos son monumentales y la contaminación creciente, su aire plomizo, muy pesado fuera de la época de lluvias.  
Tras casi una hora y cuarto, llega a su primer destino. El Huanan Seafood Wholesale Market es un hervidero de personas, puedes encontrar todo tipo de animales vivos para cocinar, aves de corral junto con otras especies muy demandadas por los amantes de la cocina tradicional, murciélagos, serpientes y todo tipo de animales exóticos, alguno a precios desorbitados. Hace tiempo mientras se descongela su carga, pasea entre los puestos del mercado, analizando los sitios más propicios. Cuando se acerca la hora busca un aseo, tras lavarse muy bien las manos, creando curiosidad entre alguna de las mujeres que acceden al baño, se seca con papel que trae en su mochila. Se pone unos guantes tipo quirúrgicos y una mascarilla de protección, similar a las que llevan alguna de las personas aquejadas por la contaminación o con problemas de alergia. Los tubos de cristal pasan al bolsillo de sus pantalones. Sale del aseo y regresa a los puntos que a seleccionada en su paseo previo, se dirige al primero de ellos cuando cae en le llama la atención un puesto en el que no se había fijado con anterioridad. Este puesto es más grande que el resto, tiene varias jaulas con animales salvajes de varias especies, aves de corral en semi libertad, picotean semillas y basura que les lanza la dueña del puesto. 
¿También les da de comer a los otros animales? 
No, a los otros no. Con digestión tiene otro sabor 
¿Quieres algo? tengo oferta de murciélagos 
No, muchas gracias. He parado porque me ha recordado a mi abuela echando de comer a las gallinas 
Los jóvenes ya no sabéis cómo se vivía antes 
¿Me permite echarle comida? me hace ilusión. 
La señora acerca un cubo con basura a Yelena, mondas de fruta, desperdicio de verduras y restos de comida orgánica, un tanto nauseabundo. Con habilidad, Yelena abre el tubo de ensayo y vuelca su contenido en el interior del cubo, removiendo la basura para mezclar bien, esparce por el aire el alimento de las gallinas que enseguida se mueven para picotear su alimento, otra vez más y le devuelve el cubo a la señora. 
Veo que usas guantes, mejor porque huele bastante mal 
Muchas gracias 
¿Quieres una gallina? 
Mejor la semana próxima, que tenga un buen día. 
Yelena continúa su paseo por el mercado, el pequeño restaurante de comida rápida especializado en sopa de murciélago está atestado, compradores de toda la provincia lo eligen para descansar al finalizar sus compras y degustar este plato tan típico y demandado. En un cubo de basura, deja caer con disimulo el tubo abierto ya vacío, regresa al aseo para quitarse con seguridad los guantes. Primero con el dedo índice de la mano izquierda se presiona la palma de la mano derecha hasta conseguir un pliegue en el guante que le permite asirlo sin rozar su piel, se lo retira mientras lo deja en dentro de la palma de la mano izquierda una vez que le ha dado la vuelta, después con dos dedos de la mano liberada rozando la muñeca introduce los dedos dentro del guante para hacer palanca y retirarlo mientras se va dando la vuelta, ambos guantes caen al suelo en un rincón. Se vuelve a lavar las manos a conciencia con jabón desinfectante y tras el secado, nuevos guantes. Dentro del aseo utiliza la solución dentro del tubo de ensayo para recargar dos pequeñas jeringuillas similares a las utilizadas para la insulina, con la aguja hipodérmica atraviesa el tapón del tubo y traspasa el líquido del tubo a las dos jeringas.  Antes de salir, cerciorándose que no hay nadie mirando, estampa el tubo contra el suelo detrás de la puerta, caerá una vez la puerta se cierre con Yelena en el exterior. El cristal del tubo se hace añicos, esparciendo un minúscula gota de líquido en el suelo. 
Regresa a su paseo entre los puestos, comienza a bajar la afluencia, se acerca la hora del cierre. Se le termina el tiempo, acelera el paso decidido hacia su siguiente destino, los pangolines enjaulados. En principio está prohibida su venta, lo que ocurre en realidad es que su precio es tan elevado que pocas familias se pueden permitir su consumo. Maneja con sumo cuidado las jeringas, sin permitir que salga líquido alguno tiene una en cada mano. Consigue pinchar con disimulo el lomo de un animal, que chilla sorprendido, despertando de su letargo al vendedor que empieza a increpar a un anciano que pasa cerca de la jaula, iniciando una discusión en voz alta que llama la atención de un aburrido policía que se acerca gritando a su vez. Los curiosos se arremolinan al olor de la discusión buscando diversión. Yelena aprovecha para pinchar un gallo vivo que asoma por fuera de la bolsa de una compradora, un pinchazo corto, le queda muestra para agotar el contenido de la jeringuilla y decide terminarla en el gordo glúteo del policía que se dirige a la discusión con dificultad entre medias de la multitud. Siente el pinchazo y se gira sin poder determinar el origen del pinchazo, se centra en su deber apartando personas fabricándose hueco para avanzar en dirección al altercado. Su mano rasca donde el pinchazo ha hecho diana. Las jeringuillas han caído al suelo en el camino de Yelena hacia el exterior. 
Se retira los guantes con habilidad, en el bolsillo dispone de una muestra de gel desinfectante que utiliza con precisión de cirujano para limpiarse cada poro de piel de sus manos y muñecas. Sube a su moto y se pierde en el tráfico con dirección a la estación de tren que le llevará al aeropuerto.
En la estación visita el aseo para lavarse las manos concienzudamente, vuelve a ponerse guantes y marcha en el tren hacia el aeropuerto. En el camino, accede a un bolsillo exterior de su mochila, elige el mismo teléfono que utilizó en la llamada con Petrov. Selecciona el segundo teléfono que tiene en la memoria para enviar un mensaje de texto. 
Enviado el libro, espero que llegue pronto. 
Un minuto más tarde recibe una llamada que contesta en silencio. Nuevas instrucciones, debe quedarse en Beijing una semana, en el aeropuerto debe dirigirse al KFC de salidas, una camarera le dará instrucciones. 

Marllow regresa a casa satisfecho, se siente el dueño del mundo, todo ha salido de pedir de boca. Desea compartir con su mujer el éxito, la llama en un par de ocasiones sin suerte, Molly fiel a su costumbre, deja su teléfono en casa mientras disfruta de su paseo por la naturaleza desconectada. John no entiende esa costumbre por desconectar. Sabe que luego no le va a devolver la llamada porque las pocas veces que lo hizo siempre le pilló ocupado salvando el mundo por lo que hace tiempo que decidió no volver a hacerlo. Si el Presidente quiere hablar con ella, que llame. Molly llevará, más que le pese, el teléfono consigo durante toda la mañana esperando una llamada. Será a la hora de comer cuando John vuelve a intentar comunicar, una conversación corta casi como un telegrama. John se ha enfriado con la espera y otros temas han surgido que le entretienen. 
Susan despacha con el Presidente asuntos de interés preparando la comparecencia ante la prensa minutos después de aterrizar con su helicóptero en la Casa Blanca, repasan los hechos de la Cumbre, los aspectos más beneficiosos para el pueblo americano de los nuevos convenios firmados y su impresión de que estamos ante el inicio de una nueva era de bienestar mundial tras esta Cumbre. Mientras repasan los términos de la declaración, John se quita los zapatos y los calcetines, odia los calcetines, necesita descansar, estira sus piernas a lo largo del cómodo sofá instalado en su despacho volante. Susan deja los papeles sobre la mesa baja junto al sofá y comienza a un masaje a los pies presidenciales ayudada de crema hidratante que lleva en el bolso. John cierra los ojos y se relaja por primera vez en varios días, ¡Qué manos tiene Susan! Un masaje de pies relaja hasta el punto que tú decides si prefieres dormir o sexo. Sexo, ¡Qué bien suena y cuánto tiempo sin practicarlo! Elige dormir, lo necesita más, parte de su cuerpo le recuerda que está listo para algo más, solo es la reacción al sueño, para Susan ese detalle creciente en los pantalones presidenciales no se le pasa de largo, deja los pies y arropa al Presidente con una manta de viaje perfectamente doblada en el brazo del sofá. Abandona el despacho para permitir al Marllow una siesta reparadora e informa a los demás que pueden descansar mientras dure la paz a bordo.  

Ivanov repasa una pila de documentos en su despacho del avión presidencial. Cierra el ceño uniendo las cejas, un gesto que pocos tienen la oportunidad de ver, ocurre en las escasas ocasiones en las que se encuentre concentrado al máximo. El General Volkov se le acerca, espera a que su presencia sea notada. Recibe un gesto con la mano ordenándole acercarse, se agacha para comunicar al oido que el plan está en marcha. Ivanov asiente mientras continúa la lectura. No cambia ni un músculo de su cara. Prepara las reuniones con sus Ministros para fijar la nueva estrategia económica y de exteriores para los próximos meses. La política le exige actuar, es consciente que todo el mundo va a estar pendiente de sus próximos pasos y decisiones, no va a desvelar su plan real, aún así tiene que centrarse en aparentar interés por mejorar los acuerdos comerciales de Rusia con el resto de naciones, empezando con China, su vecino del sur.


Xiao Pi regresa con ilusión a su país, espera poder disfrutar de una cena junto con su amada esposa que le recibe paciente en su casa. Se ha vestido para la ocasión, cómoda y elegante, con unos pantalones un tanto ajustados. Sabe que a su marido observar sus pocas curvas le agrada. Le nota muy contento con el desarrollo de la Cumbre, es todo alegría y sonrisas, pocas veces recuerda verle de tan buen humor. Conoce por la prensa del éxito de la delegación china en la Cumbre, decir delegación china es decir Xiao Pi, todo es gracias a su mérito y sobre todo a su paciencia con el negociante e incansable Presidente norteamericano. La cena es agradable, con los platos cantoneses preferidos del Presidente. 
Se sientan juntos, en la intimidad les gusta tocarse, acariciarse y besarse como novios que descubren los límites. La mano de Xiao explora entre la ropa de su mujer. Su memoria le trae al recuerdo reciente de la asistente que le asignaron en Japón, debe tener cuidado, es evidente que alguno de sus colaboradores conoce muy bien sus gustos y lo que pueden ser debilidades. 
La piel de su mujer, fina y delicada produce el efecto deseado, unido a la emoción por el éxito de la Cumbre terminan, sin saber muy bien cómo, desnudos consumando un amor ya antiguo y asentado. Un baile reconocible y con final feliz para ambos. 
Te veo en forma Pi  
Es el efecto que produces en mí.
Esa noche comparten lecho, ambos se reconocen la necesidad de sentirse queridos, notar el roce de su cuerpo con la suave piel de su cónyuge. El equipo de servicio asignado al matrimonio presidencial sabe que esta noche no se le puede interrumpir, no conviene alterar el sueño de la señora. 


Laura inicia la semana con nueva campaña comercial dictada por su entidad, esta vez se centra en los comercios del barrio, rebaja de condiciones para la cesión de las ventas por tarjeta de crédito, descuento en los seguros asociados y posibilidades de financiación anticipando ventas en función del histórico de facturación por tarjeta. Se reparte los comercios por calles entre ella y Juan, su apoderado. También le asigna unas pocas a Mayte quien aunque se encarga de la caja, es muy dispuesta a ayudar ya que conoce a mucha gente en el barrio. Mayte queda con el veinte gestiones, básicamente de comercios que ella conoce o han sido clientes con anterioridad. 
Laura en seguida se pone en marcha, a las diez de la mañana sale a pasear por las calles que se ha repartido con Juan. Inicia el recorrido visitando tiendas que son clientes en la actualidad, se deja caer preguntando cómo van las ventas, el inicio de año, sus perspectivas y alguna petición de ventas consigue, algún seguro, un TPV y dos tarjetas de crédito. Empieza bien la mañana, su estrategia es muy efectiva, junto a cada establecimiento que visita ya cliente le pregunta si tiene relación con la tienda vecina para que se la presente, así sus propios clientes se convierten en sus embajadores y es capaz de llegar a más personas de manera eficaz. Junto a la tienda de electrodomésticos se encuentra la floristería A&C, tiene suerte, Adolfo está en la puerta arreglando alguna planta y solo, sin clientes que comprometan la visita. 
Buenos días, Adolfo 
Buenos días Miguel 
Mira, te presento a Laura, la mejor Directora de Banco que tiene el barrio, me ha dicho que le gustaría conocerte. 
Adolfo se queda mirando a Laura, se sorprende a sí mismo ensimismado con la mirada fija en Laura, tarda unos segundos en reaccionar 
Hola, encantado, mi nombre es Adolfo. 
Mientras se dan la mano, Adolfo aprecia la suavidad de la piel y el perfume con un toque a melocotón 
Hola, soy Laura, la Directora de la sucursal del Banco Comercial de la plaza. 
La conversación para Laura es formal, muy de negocios, ventajas de su oferta, sabes que somos el mejor banco, el más barato en comisiones y toda la retahíla de ventajas comerciales que sabe de memoria y es capaz de explicarlas de manera natural y convincente. Adolfo no es capaz de escucharla, una nebulosa le impide concentrarse para estar atento a la conversación, no recuerda los años que hace que no sentía algo igual, vuelve a la pubertad a lo que sentía por Tere, aquella vecina del barrio un tanto vulgar, ordinaria y descuidada, pero a él le gustaba su punto marimacho y su personalidad. Le viene a la memoria que nunca se atrevió a declarar su amor adolescente a Tere, se desvaneció pronto, como todo en esa edad, se queman etapas muy rápido, creces a base de ensayo y error. Con los años supo que a Tere le gustan las mujeres. Bien mirado era de esperar. 
Con Laura le ocurre lo mismo, contesta sin ser muy consciente de qué le ha preguntado ni sobre qué acuerdo han llegado. Da igual, se enterará cuando vaya a la sucursal a final de la semana. Los ojos de Laura le atrapan. Esta sensación nunca la vivió con su Carmen, aquello fue el amor surgido de la amistad, de compartir pasión por los colores del mismo equipo, compañeros en el Calderón, surgió sin pasión, vino consecuencia de un casto beso espontáneo tras un gol de Forlán. Ese beso catapultó su relación, originó su convivencia, una vida de amor sin pasión, natural, ordenada, amistosa, normal, formal. La quiso, la quiere aún. La echa de menos, mucho, tanto que duele. Nunca sintió la hipnosis, la atracción, el deseo imparable. Con Laura sí, espero que no sea un problema. 
- Vaya, vaya. Parece que estás vivo, Adolfo. Se dice para sus adentros mientras sonríe

11.4.20

Un mundo nuevo. Capítulo 4

Capítulo 4
Vasili Ivanov tiene por costumbre madrugar mucho, la diferencia horaria entre Tokyo y Moscú le altera su descanso. Suele levantarse a las cuatro de la mañana en Moscú, hoy está alterado, amanece a las ocho de la mañana, las dos en su horario habitual. Cansado, nota la edad con los desajustes de sus costumbres. Su fuerte carácter lo paga con una mala digestión que le ha impedido dormir con descanso.  Estómago e intestino le han recordado durante toda la noche su mala sangre durante la cena. Resulta ser un excelente actor pues solo a ojos muy bien entrenados evidencia su cabreo con el devenir de la Cumbre. Sonrió a todos e incluso estuvo encantador con representantes de Oriente Medio y América Latina. 
Antes de acostarse hizo avisar al General Andrei Volkov desea un encuentro por la mañana, a las ocho y media , en el despacho del embajador. 
Camarada Vasili le sigue gustando que le llamen según la antigua costumbre soviética.  
Volkov, pasa, pasa  
A sus ordenes, ¿qué desea Camarada Presidente? 
Ayer no fue un buen día para nuestra patria Andrei
Como buenos amigos, tras los saludos protocolarios, recurren al tuteo y los nombres de pila en su conversación privada, no hay testigos, están solos frente a frente. 
Lo he leído, Marllow parece que tiene un plan para asegurarse la reelección en las elecciones de otoño 
Eso parece. Además firma con Chinos, Ingleses y Europeos. Solo falta un acuerdo comercial con el Medio Oriente y Sudamérica para dejarnos fuera del orden mundial. Lo que nos obligaría a replicar el mismo tipo de acuerdo y no nos interesa el libre comercio, nuestra industria no puede competir con los Chinos ni los demás. Debemos actuar 
Mis agentes me confirman que los acuerdos comerciales con Arabia Saudí, la Liga Árabe y la Organización de Estados Americanos son un hecho, seguramente sean ratificados hoy en la Cumbre 
Peor me lo pones, ¿Qué propones? 
Los Ministros de Economía y de Asuntos Exteriores seguramente sean de la opinión de firmar acuerdos comerciales con todos a imagen de los americanos 
Eso sería tanto como reconocer nuestra derrota. Me niego a firmar acuerdos que perjudiquen nuestra industria. No les he preguntado a ese par de burócratas, te he preguntado a ti, amigo Andrei 
Hace unos meses te propuse el plan nevidimyy vrag (невидимый враг) (enemigo invisible, nota del autor). Arriesgado y espero que eficaz. Disponemos de defensas para nuestra nación, tengo el personal preparado, incluso dos de ellos están aquí en Japón. Desembarcaron del avión junto con el resto de funcionarios, la lluvia nos ayudó mucho para ocultarlos 
Y el numerito con las bailarinas que te sacaste de la manga
Ambos amigos ríen recordando a las bailarinas medio desnudas distrayendo a los observadores del resto de delegaciones. 
Muy guapas, de las de verdad. La mayor parte de los espías son hombres, estoy seguro que se fijaron en lo más atractivo del grupo 
¿Están preparadas? 
Lo están, aquí están como dos periodistas que hablan cantonés de manera fluida creando lazos de amistad con otros periodistas chinos. Nuestros agentes ya se encuentran en China desde hace años, infiltrados en la vida y dormidos, nunca han despertado sospechas entre los servicios de seguridad. En el momento que deban actuar, lo harán si dudar. Están preparados. A dos de ellos les preparé yo personalmente en la academia del SFB (Servicio Federal de Seguridad, antigua KGB, nota del autor), ambos son de raza asiática y muy patriotas. 
¿Lo sabe alguien en el gobierno?¿Quién conoce los detalles? 
Solo lo conoce una persona, el Coronel Alexander Petrov, totalmente leal y nosotros dos, claro
Adelante amigo, inicia el plan nevidimyy vrag, me marcho a la Cumbre voy a ver si consigo enredar con los petroleros 
Camarada Presidente 
General 


Marllow se siente feliz, las firmas de los acuerdos comerciales le garantizan un crecimiento económico para su gran nación para los próximos años y un camino llano para la reelección presidencial de noviembre. Sus objetivos de conseguir una América más rica y más poderosa se cumplen. Los americanos le aman, con el bolsillo lleno, todos son más felices.  La estrategia demócrata por desprestigiarle no les ha salido bien y se interpreta como un mal intento el recurrir a la justicia para derrocarle, no pudieron en las urnas y tampoco pudieron luchar contra la maquinaria del Presidente. Los Demócratas han quedado con un mal cartel entre sus fieles.
Hoy tiene previsto firmar nuevos acuerdos comerciales, de menos calado económico cierto es. Muy importantes desde el punto de vista geopolítico. Recuperar terreno en el tablero internacional, dejando claro que el motor y el promotor en el mundo son los Estados Unidos de América. 
Su desayuno hipercalórico, hamburguesa incluida, no es el más conveniente para su salud, lejos de casa y del control de la cocinera de la Casa Blanca, más estricta que la Primera Dama, aprovecha para comer lo que su cuerpo le pide para sobrellevar una jornada de trabajo agotadora. A las siete y media le han despertado, necesitó una pastilla para dormir y vencer su desajuste por el cambio de horario que no le dejaba conciliar el sueño, ahora lleva tres cafés seguidos intentando regresar al mundo de los vivos. Susan le trae un resumen de prensa que sabe que no se va a leer. 
Susan, hazme un resumen, no tengo tiempo para ponerme a leer ahora
Señor Presidente, la prensa nacional aplaude casi unánimemente la firma de los acuerdos comerciales. Incluso hay sendas columnas en el Washinton Post y en el New York Times anticipando el crecimiento económico que nos va a traer, bienestar y riqueza para los americanos. 
¿Y la prensa internacional?
Por el mismo derrotero, con sus coletillas habituales 
¿La rusa?
No dice nada, parece que nos les interesa esta Cumbre 
No me fío de Ivanov, ayer estaba muy jodido y en ese estado es peligroso 
Pues le vi muy jovial  
No te fíes, es una zorra sonriente, como le pongas el cuello a la vista, te desnuca. Hay que vigilarle, pide al Director de la CIA que me tenga al día de cualquier movimiento por parte de Rusia. Voy a vestirme, tengo que lucir guapo hoy, espero que no me estropee la foto El impresentable, el Presidente del gobierno español. Espero que no se me cruce hoy por delante. ¡Qué tío más soberbio y estúpido! 
No te quemes con él, no merece la pena 
En quince minuto bajo 
Señor Presidente.  



Xiao Pi prepara su mañana, guarda la intención de acercarse a Moscú. La reacción tan positiva de Ivanov en la cena de anoche no pasó desapercibida por el dirigente chino, intuye que el acuerdo firmado con la Administración americana no es del agrado de Rusia. Se obliga a encontrar algún gesto que agrade a Moscú y sea lo suficientemente importante como para acercar posturas y a la vez no cueste demasiado al pueblo chino. No es fácil, se ve incapaz de encontrar un interés ruso en su país. ¿tecnología, textil, medicinas, materias primas, mercado? Salvo excepciones muy contadas, los productos rusos son toscos y encuentran poca demanda entre los chinos y las producciones chinas llegan con regularidad a Rusia, en ocasiones, utilizando terceros países, al final llegan que es lo importante. En treinta minutos abandonará su residencia para acercarse al palacio de exposiciones donde se celebra la Cumbre, poco tiempo para encontrar un eslabón que una a ambos vecinos. 
Un leve tocar en la puerta le distrae de sus pensamientos. 
Adelante. 
Una asistente muy delgada asoma con una bandeja con su desayuno 
Pasa, pasa ¿Cómo te llamas? 
Li Huan, traigo su desayuno Presidente 
Eres bonita, haces honor a tu nombre. 
La fina piel del rostro de Li Huan reacciona al cumplido. Su juventud e inexperiencia en la relación con grandes hombres se nota en su reacción y esto enternece al maestro que lleva dentro Xiao Pi. 
Perdóname no era mi intención molestarte, no hagas caso a los comentarios de un anciano 
No me ha molestado señor, de verdad. 
Deja la bandeja encima de la mesa auxiliar y se apresura a marchar sintiendo cómo la mirada de Xiao escruta cada milímetro de su culo.  Xiao vuelve a sus pensamientos, las distracciones son malas para el equilibrio de mente que necesita, le supone un gran esfuerzo para su mente entrenada para la meditación, las mujeres pequeñas y ágiles siempre han sido su perdición. Consigue centrarse en la estrategia de acercamiento con Rusia, sus años de entrenamiento le ayudan a olvidarse de las leves curvas de Li y se centra en Ivanov, de nuevo el Yin y el Yang y cómo encontrar el equilibrio. Veinte minutos más tarde entra en su sala el mayordomo con la ropa preparada para el evento. Nunca varía su imagen, traje negro, corbata negra y camisa blanca. Su uniforme, sin variación, todos los días lo mismo. Se viste ceremoniosamente, con el ritual propio de un soldado antes de la batalla, de eso se tratan las Cumbres,  de batallas. 


La madrugada del sábado al domingo en Madrid tiene mucha vida, restaurantes hasta los topes, terrazas llenas, bares de copas con más público en la calle que en su interior, mucho bullicio en las plazas y calles del Centro de la ciudad. Laura acompaña a Miguel en su reunión anual con compañeros de trabajo, suelen unirse quince o veinte cada año para intercambiar momentos de alegría y ponerse al día. Son buena gente, a Laura les caen bien. Se parecen un poco todos, tienen mucho en común, más que el trabajo, les unen experiencias, éxitos, agobios y algún que otro fracaso, son casi todos de la misma edad y se les nota muy buena relación entre ellos, salvo a Los Marqueses, que son los dos trepas del grupo. Poco de fiar y mucho de guardar, siempre dispuestos a quedarse con los méritos del trabajo realizado por otros. Se les reconoce enseguida, durante la cena están muy preocupados por conocer cómo va cada uno y en qué proyecto se encuentran en la actualidad, sacan información de todos y ofrecen muy poca de ellos. Tras la cena siempre se marchan pronto a casa. Sus novia y novio respectivos aparentan ser muy poco sociables, se les nota que vienen obligados. 
Laura observa cómo relajan los hombros a cada paso que dan para alejarse del grupo. Buen futuro profesional les augur y mala vida personal, también. 
Miguel está encantado de la compañía de Laura, profesional de éxito, guapa y simpática se convierte en la preferida de las quedadas. Todo transcurre de manera desenfadada y alegre, hasta que la mujer de Antonio saca el tema de los hijos. Laura se pone a la defensiva y pierde su sonrisa. Mira que la gente es pesada con el tema. 
Abrevian y deciden volver a casa. Regresan abrazados, ajustan los pasos al andar, el ritmo familiar que acordaron hace tiempo, Laura le abraza por la cintura, Miguel por los hombros. Se les nota felices, en el ambiente, el punto de tensión que les provoca cada vez que surge el único tema tabú, ese que mina la relación poco a poco. Laura lo sabe y la entristece en el fondo es consciente que esto tiene un fin cantado.


Adolfo tras el típico partido bronco, competido y aburrido, regresa a casa junto con su hermano, el bocata de calamares ha sido un éxito junto con el triunfo del Atleti por 1-0, como casi siempre. Pedro le anima a volver a tener vida social. 
La semana que viene podrías venirte a casa, Ana va a preparar una merienda con amigos y después nos iremos a tomar una copas por el barrio 
No sé 
Adolfo, tienes que empezar a salir, empezar a vivir de nuevo 
No me veo preparado
Harás muy feliz a Ana, está deseando verte. 
Adolfo se queda mirando a su hermano, con esa mirada profunda,  desenfocada, mira como un pozo negro rodeado de tinieblas. La mirada de un muerto en vida. 
De acuerdo, iré, por Ana ¿eh? y así veo a mis sobrinitas 
Así quedamos, te avisaré 
Solo con una condición, nada de citas a ciegas, díselo a Ana 

- Sin citas, descuida

Buen viaje, Joe

  Joe, simplemente Joe. Omitiendo, desde siempre, el rango familiar de tío. Recuerdo tu aterrizaje entre la familia cuando Ana, también sin ...