3.5.21

La impronta


 

El diccionario define la palabra impronta como la marca o huella que, en el orden moral, deja una cosa en otra. La soberbia, entendida como el envanecimiento por la contemplación de sus obras o mensajes, florece entre nuestros políticos y dirigentes hasta el límite de contemplar con satisfacción el grado de avance de sus repetidos mensajes con vocación de alcanzar el reconocimiento o la tan ansiada impronta.

El ridículo mensaje intrusivo exagerando hasta el extremo la utilización del género femenino cuando es redundante ya que estaba cubierto por el género neutro en el lenguaje. Trabajadores y trabajadoras, hombres y mujeres, niños y niñas han convertido en casi imposible seguir un argumento bien construido en esa maraña de oes y aes para incluir a las que ya lo estaban magnificando la utilización de las aes. 

No acaba ahí, siempre hay un idiota que destaca sobre los demás. Aparece un paso más en la necesidad de conseguir que hablen de un logro alcanzado y si es identificando al inventor podemos afirmar que alcanza su objetivo de dejar para la posteridad su impronta. El ejemplo más ridículo lo encontramos el pasado mes de abril cuando buscando una notoriedad fuera de toda lógica la Ministra de Igualdad del Gobierno de España quiso extorsionar aún más el lenguaje presuntamente inclusivo incorporando un nuevo género utilizando en su caótico discurso vacío de ideas una nueva diferenciación de género: hijo, hija, hije y niño, niña, niñe

Igual que los machos dominantes se esfuerzan en marcar su terreno ante sus semejantes, aullando, gruñendo, orinando o escarbando, los dirigentes de las grandes empresas intentan marcar el terreno de sus compañías en el mercado, inventan o se apropian de ideas emergentes, las desnaturalizan hasta convertirlas en nuevas letanías que repetirán con fervor religioso en cada oportunidad que se enfrenten a un micrófono. Les invade la misma soberbia por considerarse inventores de algo único y perenne. Olvidan que le sucederá un nuevo dominante que se dedicará primero a borrar el rastro previo y luego a crear su imagen con vocación de impronta. 

El inicio de internet motivó una transformación en el mercado que por un lado generó canales de distribución, de control de costes y de externalización inexistentes hasta ese momento. Lo primero que hicieron muchas de las compañías fue apropiarse de la idea, incorporando en su nombre o en sus mensajes palabras como red, net, @ o digital. El tiempo premió a los que supieron adaptar sus realidades a las nuevas herramientas y castigó a los amantes de la imagen que detrás de su net o @ particular no había nada.

La conciencia verde de principios de siglo ha ido extendiéndose entre la juventud, creando movimientos de concienciación para la protección de nuestro planeta, aceptación de que el cambio climático es algo de lo que debemos preocuparnos para adaptar nuestro progreso al respeto por nuestra casa común. En varios países europeos la opción verde ha tomado cuerpo político, posicionando el concepto entre las ideas políticas más extremas, situadas más a la izquierda de la socialdemocracia. Usurpando una idea de todos y apropiándose de ella los políticos más comprometidos con la demagogia, esos que nunca se han encontrado con responsabilidades en la vida. Lo que no se esperaban era que les robaran su idea.

El Foro de Davos de 2010 se reunió bajo el lema: “Mejorar el estado del mundo: Repensar, Rediseñar, Reconstruir” tras unos años de crisis económica mundial había urgencia por encontrar nuevos caminos de recuperación. Dentro de sus debates, apareció una incógnita a desarrollar: “¿Cómo asegurar la sostenibilidad?”

Una nueva crisálida emergió entre los líderes económicos, un nuevo concepto, moderno y atractivo al que agarrarse e iniciar una carrera por convertirlo en su impronta personal. De repente compañías de sectores económicos alejados comenzaron a repetir una nueva letanía, la sostenibilidad. Aparece el Plan de sostenibilidad de Telefonica en 2010, La ONU crea en 2015 la Agenda 2030 para el Desarrollo sostenible y bajo ese paraguas institucional las multinacionales crean sus planes de sostenibilidad. Endesa publica su Plan de sostenibilidad 2021-2023, Repsol sucede sus Planes de sostenibilidad anuales, Iberdrola, Acciona e incluso hasta los bancos crean sus planes de sostenibilidad, Banco Santander anuncia en 2019 su Política General de sostenibilidad. Crea Planes de pensiones con apellido sostenible: Mi proyecto Santander Sostenible 2025; también CaixaBank y BBVA apuestan por este nuevo concepto.

Si no eres sostenible no existes, esta es la nueva ideología imperante tan arraigada entre los dirigentes y que me atrevo a definir que está aceptada por el resto trabajadores con la diferencia que para el resto se trata de una asunción lógica de algo bueno sin exageraciones. De un concepto válido sin extremismos. 

Algunos dirigentes lo tienen tan presente en su lenguaje que llegan a incluir la palabra incluso donde no es necesaria. Repitiendo el error de la Ministra, no me refiero al error lingüista sino a su falta de oportunidad o de saber medir dónde termina el mensaje y dónde empieza el vacío o la estupidez. CaixaBank dentro de sus comunicaciones del ERE para reducir ocho mil empleados propone "cambios en las condiciones laborales para avanzar hacia un marco de condiciones sostenible y unificado", El presidente de BBVA en la Junta General de Accionistas celebrada en abril de 2021 indicó que los miles de despidos son necesarios, porque dado el difícil contexto sirven para afianzar “la sostenibilidad futura”

Las plantillas de estas entidades financieras que se encuentran ante la expectativa de un expediente de regulación de empleo hoy están llenas de  inquietud, nervios, indignación y hasta de miedo al futuro; demandan una sensibilidad alta y un cuidado exquisito en los términos empleados en el lenguaje. No se puede poner la palabra de moda en todas las frases, suena a vacío y a lejanía humana. 

El lenguaje español es rico y variado lo que permite utilizar sinónimos que explican la idea de manera precisa sin necesidad de satisfacer la búsqueda de la impronta en cada mensaje. Dejo alguno a modo de ejemplo: duradero, viable, sustentable, constante, permanente, perdurable, persistente, estable o prolongado.

No convirtamos sostenible en el sosteniblasosteniblo de los idiotas del lenguaje presuntamente inclusivo, tampoco perdamos el valor de la idea de la defensa de nuestro planeta por la apropiación interesada de todas las instituciones del mundo. El exceso de uso de una palabra la vacía de contenido y por mucho que la repitamos, el objetivo buscado de alcanzar la impronta nunca llega, creanme florecerá otra moda, otra dinámica global que hará olvidar la letanía de la actual. Pregunten a los machos dominantes de las manadas de leones, la impronta nunca es perpetua, se pierde con el cambio de líder. 

25.4.21

Y a la de tres

 



Las lejanas campanadas del carrillón situado en uno de los edificios más bonitos de la Plaza de las Cortes, suenan puntuales a su cita diaria de las ocho de la tarde. Sincronizado con su música, José da por finalizada su jornada de trabajo, cierra la cerradura de doble vuelta de la puerta de la tienda, la reja exterior queda bloqueada por el candado instalado en su base y acompasa su marcha hacia la parada de metro cercana mientras unos pitidos suaves e intermitentes le anuncian durante unos segundos que su alarma de vigilancia ha quedado armada.

El día se levantó lluvioso y como tal ha mantenido durante horas su liturgia de agua y humedad. Los madrileños, también conocidos como gatos, huyen del agua. En cuanto aparecen las primeras gotas, el tráfico se incrementa hasta hacerse imposible, los coches se multiplican como esporas con las primeras aguas. Peatones, los justos. Mal día de ventas, pocos clientes y los que llegaban con bajo ánimo para comprar. El perfecto día de primavera, frustrante para el negocio, que justo una hora antes del cierre se permite lucir un cielo azul. El maravilloso tejado de Madrid, luminoso e infinito. Esa luz que anima a los habitantes para salir a pasear como si no hubiera pasado nada. Alegría.

José frustrado por el día de mal negocio también nota cómo su ánimo mejora bajo la luz infinita del cielo. Fiel a su rutina, puede anticipar que en diez minutos estará descendiendo las escaleras de la parada de Metro de Sevilla, en menos de media hora llegará a su casa. 

La casa está decorada con multitud de marcos con fotos recordando viajes y eventos en familia, en todas las fotos sonríen. Se puede decir que José es feliz, tiene una familia maravillosa, una buena mujer, Laura, a la que adora y una vida ordenada. Los domingos suelen ir a dar un paseo por la montaña, unos diez kilómetros de senderismo coronados por un bocadillo de tortilla de patatas y una cerveza de lata. Los chicos ya no les acompañan, prefieren dedicar la mañana festiva a dormir, jugar con la consola o leer. Al menos, les gusta leer. El matrimonio mantiene su costumbre de paseo por la montaña, ambos gustan del aire libre y de compartir algo de ejercicio. Las ocasiones que paran en la fuente de La Reina para descansar, José recuerda con una larga sonrisa pícara, aquella vez que encargaron a Rodrigo, su hijo mayor. Ese calentón que se aliviaron en un día de principios de verano aprovechando la poca afluencia que tuvo la Sierra o eso recuerdan. Eran esos tiempos que solo con mirarse la pasión se aceleraba e incluso en el sitio más incómodo fueron capaces de aliviar su presión. Eso ya no pasa por la cabeza Laura, en casa o en un hotel, en el campo para que les vean, ni de coña. 

Laura reconoce esa sonrisa. - Luego pillín que nos conocemos - le sugiere posponiendo el encuentro a la tarde. Se siente halagada por el interés de José, puede esperar ya no tienen edad para enseñar el culo a la naturaleza. Admite como señal del acuerdo el cachete en su nalga que ella replica en la de él pellizcando.

Una tarde de jueves tras el día más gris de ventas en muchos meses el paso de José es un poco más lento de lo habitual, sentir los rayos de ese sol vespertino que se ha hecho de rogar llena de reflejos sus gafas por la refracción de la luz en los numerosos charcos creados por la lluvia. Tras un haz de luz de varios colores que atraviesa su acera de izquierda a derecha queda prendado por una silueta apresurada, pantalones negros, camisa color vino con sus dos botones superiores libres, en una mano un maletín fijo portapapeles y sobre la muñeca una cazadora de cuero negro. Zapatos con una altura de tacón medio. Grandes ojos negros bajo un cabello castaño con reflejos sutiles de color rojo anaranjado. Caderas poderosas sin exceso de volumen y un ritmo en la pisada estudiada para atrapar la mirada masculina durante minutos. José disfruta de su visión en un instante, en menos de un minuto se cruzarán. Sus miradas chocan, el ritmo de las pisadas mengua. Se reconocen sin conocerse. Los caminos de ambos pasan muy juntos, paralelos sin tocarse, aguantan la respiración sin bajar la mirada. Sus ojos hablan, sin pestañear. Un instante, una vida. Leve giro de cabeza de ambos para perpetuar esa conexión. El cuello no da para más, continúan sin detenerse cada uno su rumbo, cada uno a su vida. 

Hola ¿Nos conocemos? - Pregunta ella sorprendida por la situación y más por su propia reacción 

No creo. O sí. Tengo la sensación de que te conozco. Tampoco te había visto nunca y paso por aquí todos los días a estas horas 

Yo también paso por aquí todas las tardes a eso de las siete, hoy se me ha hecho tarde. Pues oye, nada, disculpa, hasta otra.

La mujer recupera la compostura para continuar su paseo hacia su coche, estacionado en el aparcamiento de la plaza 

¿Tienes tiempo para un refresco? - José se sorprende de su propuesta. No puede dejar de mirar esos ojos negros. Siente una paz en ellos que anima a continuar la conversación

No sé, la verdad, tengo algo de prisa 

Lo entiendo, siento que te conozco y no sé de qué. Es todo un poco raro. Nunca en mi vida había parado a una persona así. No he podido resistirme contigo. Solo un café o un refresco, aquí enfrente hay una cafetería...

Un ruido exterior despierta a José en mitad de la noche, un coche con la música demasiado alta para el conductor y molesta para los vecinos tiene la culpa. Consulta su reloj, las doce y media, no son horas. Les gusta dormir con la persiana medio cerrada, algo de luz del exterior se cuela en la estancia iluminando de manera tenue su descanso. A su derecha, Laura descansa marcando el compás con una respiración rítmica, sus labios un poco separados producen un silbido suave al expulsar el aire. En la penumbra José admira el perfil de su mujer, es guapa, el paso de los años respetan su belleza. Transmite paz. José se acerca a ella quien en sueños le admite girándose para adoptar la postura de la cucharita, inconscientemente le acunará hasta dormirse. Esto es amor de verdad, del que llena el alma. Real y tangible.

El sonido del carrillón de la Plaza de las Cortes además de indicar la hora de cierre de su negocio, es la señal para volver a recordar a la mujer de sus sueños. En tres ocasiones soñó con ella.

Se despedían en el puerto de Sevilla, él camino de América y ella se quedaba a su espera en la confianza de un mejor futuro. Una voz de fondo enmarca la imagen, “Volveréis a encontraros”

El siguiente sueño le llevó a un refugio antiaéreo durante la guerra civil en Madrid. Una miliciana uniformada se encuentra agachada con las manos tapando sus oídos, se huele el miedo que atenaza sus sentimientos. No oye la pregunta de José. La toca en su mano izquierda y toda ella respinga del susto. Sus miradas se cruzan, esos ojos negros que atraen hipnotizan al hombre.

¿Se encuentras bien? Ya ha pasado el peligro.

La voz de fondo marca, “A la de una”

Revive su cruce en la calle Cedaceros "A la de dos".

Parece que queda otra oportunidad, será en otra vida. La providencia le debe una vida junto a su amor de siempre, el mismo que le arrebató en el siglo XV, se tocó en 1937 y se han visto hace poco ¿Cuándo será?

Abrazado en cucharita a su mujer, su ritmo cardiaco se acompasa, las caderas de Laura parecen abrazar el vientre de José, hasta el fondo de su alma le llega el olor de Laura, siente una paz real. José disfruta de su vida actual, una vida real y feliz, olvida sus fantasías mientras se arrulla en un descanso profundo. Han pasado diecisiete años desde su encuentro.

En sueños, escucha una voz de fondo “Y a la de tres”

Buen viaje, Joe

  Joe, simplemente Joe. Omitiendo, desde siempre, el rango familiar de tío. Recuerdo tu aterrizaje entre la familia cuando Ana, también sin ...