10.5.20

Época de exámenes





Mi hijo está de exámenes de Bachillerato, su situación me provoca una colección de sentimientos y sensaciones recuperadas en mi memoria. ¡Cómo se sufría de estudiante!¡Cuántas inseguridades!¡Cuánto esfuerzo! Es una vida llena de volatilidad tanto hormonal como de trabajo. Días de estudio intentando comprender temarios que no siempre coinciden con tus habilidades o intereses, adaptarse a las costumbres e incluso caprichos de cada profesor, saberse juzgado por el desempeño en un ejercicio de un poco menos de una hora que define tu nota final y con ella el futuro.

Todos los que tuvimos la suerte de estudiar lo sabemos, conocemos el mejor mundo al que nos encontramos por las mejores y mayores oportunidades que nos brindó la formación. Y también recordamos lo mal que se pasa dedicando el fin de semana a estudiar sin parar.

Detecto déficit de empatía y conciencia de la oportunidad entre el profesorado en esta época llena de obligaciones y tareas a los estudiantes. Lo veo y me sorprende. Seis horas diarias de clase por vídeo conferencia, al final de cada clase, además de la obligación de estudio para afianzar conocimientos y ejercicios para comprender las matemáticas, les llueven trabajos de desarrollo, de investigación, por parejas, en grupos, individuales. Muchos trabajos. Eso es bueno para ellos, es bueno para él. Aprenden a trabajar bajo tensión, con limitaciones temporales, a desarrollarse de manera colaborativa. Será la generación mejor preparada de la historia de España. Aún así, a los profesores, les falta conciencia sobre la oportunidad por el esfuerzo demandado y por el momento elegido. Semana de exámenes, semana de estrés, semana de agobio, semana donde faltan horas y para subir el nivel de tensión, todos esos profesores que desean que los alumnos se preparen mejor, anden por el camino de la investigación, del debate, del contraste, de generar opinión, les oprimen sin piedad. 

los mismos profesores que van a poner a prueba los conocimientos adquiridos en el temido examen, les exigen, en la misma semana, trabajos de investigación, desarrollo y comunicación. 

Uno de los éxitos del buen trabajador es saber organizarse la agenda, repartiendo en el tiempo las tareas, para evitarse tener que elegir cada día entre lo inmediato, lo urgente y lo importante. Los más efectivos y rentables son los capaces de repartir el tiempo y el esfuerzo dedicado para conseguir que todas las tareas salgan a tiempo, con gran calidad, después de haber repartido los esfuerzos a lo largo del tiempo, de esta manera todo se convierte en importante. Una urgencia será siempre una urgencia y como tal , algo imprevisto.

Una pregunta para estos profesores que apabullan a sus alumnos en la sobre demanda de esfuerzos en la misma semana que los exámenes ¿son conscientes de que nos les enseñan a organizarse?

Las estoy contando. Las horas que dedica a sus trabajos y estudio. Todas las horas del día, salvo que dedica a dormir, su higiene o comer. Todas. En sábado y domingo.

La memoria me lleva a cuarenta años atrás, cuando me pasaba lo mismo, periodos de clase a ritmo lento seguidas de semanas de locura donde todo se juntaba. Pensé que la generación actual de profesores había aprendido de los errores que ellos sufrieron como alumnos, al contrario,  repiten las tácticas. 

¡Qué envidia de los tiempos de estudiante! Luego tiene premio, si apruebas a la primera, te esperan cuatro meses de vacaciones. Otro ejemplo de mal reparto del tiempo. Un premio, sin duda, el tener tantas vacaciones. Un disparate, bien pensado.

Me siento orgulloso de mi hijo, le veo centrado, responsable y ambicioso por hacer bien su trabajo, lucha por mejorar la nota media para asegurarse una oportunidad de elección de universidad. Tiene sus inseguridades ante el resultado del temido examen, enfrentándose con las particularidades y caprichos de cada maestro. Se motiva con el premio, él mismo te lo dice, "si dentro de nueve días termino con todo aprobado, ya no tengo nada que hacer hasta septiembre". Un gran premio, merece la pena no desfallecer en el esfuerzo final.

Debería decirle que el resto de la vida será así, que encontrará trabajos donde todo es urgente y cuando lo estás terminando, cambia la idea y hay que volver a empezar. Está aprendiendo para la vida, aunque ese no sea el sentido que buscan sus profesores, ellos solo ven la importancia de su asignatura a la que se notan que aman por encima del sentido del respeto al tiempo demandado en los esfuerzos de sus alumnos. La vida es así, cada uno va a lo suyo. Bien pensado, no se lo voy a decir, no quiero desmoralizarle.

¡Qué tiempos aquellos! Recuerdo mi época de estudiante, viéndole sufrir y trabajar me saltan imágenes de finales felices, sensaciones de alegría al ver las calificaciones, tiempo de vacaciones eternas. Una época feliz y joven. Lo que más recuerdo eran mis ansias por pasar de etapa, mi impaciencia por terminar de estudiar y poder volar solo por la vida. Lo pasé mal y ahora me alegro. Todos esos esfuerzos mal planificados me ensañaron para enfrentarme con la vida, esta que afortunadamente tenemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comparte tus sensaciones y emociones. Gracias

Buen viaje, Joe

  Joe, simplemente Joe. Omitiendo, desde siempre, el rango familiar de tío. Recuerdo tu aterrizaje entre la familia cuando Ana, también sin ...