29.12.20

Regalo de Reyes

 


Primeros días de invierno, finales de diciembre, un día luminoso con unas pocas nubes decorando el azul inmenso del cielo de Madrid, uno de los cielos más bonitos del planeta. De Madrid al cielo recuerda el lema que describe la sensación que tienes en la capital de España. El cielo que echas de menos cuando te ausentas de casa. 

La mañana fría, muy fría, de ese frescor propio del fin de año. No falla, cielo despejado, helada nocturna. Los coches amanecen escarchados señalando el inicio de las frías madrugadas invernales.

Carlos acompaña a su padre hasta una nave hermana a otras muchas en un polígono industrial en Leganés, ciudad al sur de la capital. A las once de la mañana, tras el desayuno del joven al que no le gusta madrugar en vacaciones, parten en coche, veinte minutos de viaje en la mañana luminosa. Van a comprar el regalo de Reyes para Carlos, su nuevo piano eléctrico.

Al llegar a la nave industrial donde tiene su sede la tienda mejor surtida de instrumentos musicales de la comarca el ceño del padre traslada preocupación, el aparcamiento de cortesía para los clientes está prácticamente lleno, Tienen suerte al aprovechar el único hueco disponible. Una multitud de personas espera frente a la puerta del establecimiento. Se acercan ambos temerosos de lo que puede significar tantas personas. ¿Aforo completo?¿Que no han abierto?¿Cola para entrar?

Descubren que lo tienen muy bien organizado, junto a la puerta hay un dispensador de números consecutivos, como en las pescaderías. Sobre la puerta un marcador que indica el número que es atendido en la tienda. Tienen nueve por delante. Eso no explica el resto de personas que se encuentran esperando al sol en la zona del aparcamiento más alejada de la puerta, una veintena variopinta e incluso pintoresca. Un altavoz anuncia un nombre - Gustavo, guitarra - Un hombre superado los cincuenta vestido como un rockero, cazadora de cuero y pantalones vaqueros ceñidos con botas camperas negras se acerca hacia la puerta que se abre gracias al censor de movimiento. Un minuto después sale con una caja con una guitarra dibujada. Se le ve contento. Ha encontrado lo que deseaba. - Andrés, bajo eléctrico- Esta vez un melenas que no ha dedicado tiempo a peinarse, enfundado en unos pantalones de lycra muy apretados de color rojo y negro a rayas abrigado solo con una cazadora vaquera se acerca con un vaivén de hombros que bailan al ritmo de cada zancada. Dos minutos más tarde sale feliz con su adquisición, dos amigos vestidos de manera simular le esperan tras la valla del terreno. Algo comentan de un ensayo en el garaje. Marchan contentos con su nuevo instrumento.

La fila avanza rápida, en la tienda son ágiles. Por normativa COVID19 te atienden tras un mostrador protegido por una pantalla de metacrilato protector. No te permiten probar instrumentos con la excusa sanitaria. Carlos tiene clara su decisión, teclado de 88, marca, modelo y clase. Todo dicho de seguido. En este mundo de músicos todos parecen tener muy claras sus preferencias instrumentales. El padre hace su función, paga con la tarjeta de crédito y vuelta al exterior con la factura. En diez minutos les llamarán por el altavoz para recoger el pedido.

Pasea huyendo del frío un sesentón con una cazadora de piel color plata espacial con bolsillos negros. Está impaciente y helado, poca ropa lleva para protegerse de los escasos tres grados de temperatura. Una mujer pasada de carnes enlutada hasta los ojos golpea sus zapatones con alza buscando subir la temperatura de sus pies. Junto a ella, otro gótico alto, espigado y muy delgado sostiene una factura. Le nombran y tras un breve saltito inicia su camino para recoger lo que parece una mesa de mezclas. Un Dj.

Nos llaman, pasamos para recoger el teclado tan largo que obliga a plegar el asiento trasero del coche para ampliar el maletero.

- Gracias, papá. ¡Qué buen regalo! 

Espero que lo disfrutes. Ya nos tocarás algo a la familia

Claro

Carlos domina su impaciencia, en veinte minutos podrá probar su nueva adquisición. Su padre sonríe, le gusta verle feliz. Va dejando atrás la adolescencia y entra en el mundo adulto con decisión. Tras siete años de clases de piano, llegaron los años del cambio físico esos donde las hormonas rigen el intelecto en construcción. Dejó el ejercicio físico, abandonó el golf y aparcó el piano. Tras algo más de tres años, va recuperando sensaciones con las teclas y el golf. Va ganado seguridad en sus actos y en la toma de decisiones. Ha madurado muy rápido, su vida no ha sido fácil y elegir el camino adecuado supone esfuerzo y retos por alcanzar. 

Se le ve seguro frente a las teclas blancas y negras, juega con ella, disfruta con su nuevo sonido. Un nuevo mundo se abre, de replicar composiciones de otros, empieza a probar con sus propias creaciones. Un mundo por venir, un mundo por disfrutar.

Toca, toca que la música nos invite a volar.

Feliz regalo de Reyes.

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