15.4.21

ERE

 





Dedicado a los compañeros de banca

La primera vez que te enfrentas al riesgo a lo desconocido sufres más por la incertidumbre que por la realidad. Soy capaz de entender lo que estás pasando en estos días e incluso me pongo en tu lugar. Os conozco y reconozco tras muchos años compartiendo vida, esfuerzos y retos conseguidos. El compañerismo siempre fue nuestra bandera y bajo su sombra uníamos nuestras habilidades para superar lo que se esperaba de nosotros, año tras año nos felicitaban por ello, repartiendo un incentivo que nos ha ayudado a pagar nuestra vida privilegiada.

Treinta años de vida, medidos como bancario suman cuarenta y cinco. Es una profesión que desgasta, consume y exige como la que más. Cierto es que tiene, tenía, sus compensaciones. Sueldos altos, beneficios sociales y sensación de seguridad en el empleo. Los tipos de interés altos financiaban una maquinaria que sentándose en el balance generaba beneficios, incluso en los días festivos. Sin presión por vender más allá de la mera intermediación del dinero, captar para prestar. La vida se complicó, lo hizo poco a poco, como para acostumbrarnos a lo malo.

Los tipos de interés bajaron y bajaron hasta ser negativos ¡vaya contrasentido! Eso dibuja una curva de la demanda invertida, cuanto más tengo, más pierdo y menos lo quiero. El negocio bancario se fundamentaba en captar dinero barato para prestarlo caro y la situación financiera actual supone captar caro y prestar barato, no hay negocio. Las estructuras de costes son rígidas pues sus costes básicos son fijos y altos, alquileres y mano de obra. Toca reinventarse, vender productos de manera recurrente y cobrar comisiones para crear ingresos recurrentes. En esta idea todas las entidades descubrieron que la salida más eficaz era aprovechar la enorme estructura de ventas para vender productos de ahorro colectivo, seguros e incluso electrodomésticos. Un cambio vital, de sentarse sobre el dinero y ganar con su íntermediación a convertirse en supermercados de productos.

El coste del dinero siguió su caprichosa caída de precios. La herramienta más a mano de los políticos para luchar primero contra la inflación y luego contra la recesión económica ha sido la política monetaria. El mercado financiero se calentó hasta el gatillazo. Tipos de interés negativos en todo el planeta. Las principales divisas mundiales compiten por ver quién paga menos por su valor facial.

Tras una década sufriendo una caída de rentabilidad asociada al precio del dinero y tras comprobar que cuanto más seguros se venden más se despierta al mercado que con su juego de competencia consigue que los precios de las primas de seguros bajen. Con esta caída, sufren los beneficios de sus vendedores, de nuevo los bancos. La competencia se vuelve feroz y el mercado se restringe, se llega al mercado de cambio de cromos, vendes tanto como pierdes, el consumidor aprende a cambiar de proveedor buscando mejores condiciones. La duración media de un seguro de vivienda se reduce de ocho a dos años. La panacea de los ingresos recurrentes parece que ha llegado a su máximo.

La venta de productos de ahorro con riesgo, fondos de inversión, tiene su curva de aprendizaje para los clientes, desconfiados al máximo por las explicaciones incompletas utilizadas por los vendedores y también para los propios vendedores que necesitan formarse para poder entender el producto e informar correctamente a los compradores. La competencia estimula la aparición de formas de venta un tanto relajadas con la certidumbre. Finalmente los Reguladores fijan nuevas reglas de juego en su afán por proteger a los consumidores que exigen a las entidades mayor formación de sus empleados, contar con personal titulado oficialmente y mejorar la comunicación con los clientes. Los vaivenes del mercado estimulan un mercado emergente; en tiempo de subida de índices bursátiles todos contentos, parece que todos ganan. El mercado sube y baja, si decide bajar ya sea por la crisis, por la aparición de una pandemia mundial, por una guerra o cualquier desastre; todos sufren. El que tiene invertido pierde porque baja el valor de parte de lo que tiene, el que vende pierde porque no puede cobrar su comisión de éxito y además le crea inseguridad ante sus próximas ventas. Otra palanca de la panacea de los ingresos recurrentes que llega a su máximo. Se complica aún más cuando el mercado de deuda está sobre inflado provocando caída en el valor de activos supuestamente seguros, ser conservador es más peligroso que nunca.

De la venta de electrodomésticos, teléfonos, alarmas y todo tipo de cachivaches mejor olvidarlo, nunca llegó a ser relevante como para plantearse como salvación para los bancos.

Llega una crisis mundial por culpa de un virus que nos trae muerte, caos, decisiones políticas precipitadas, miedo, caída de los mercados, parón de la actividad económica y empresas sin actividad. Los gobiernos dotan de colchones de tesorería a las empresas con préstamos y créditos baratos con el presunto aval del Estado, los bancos con visión social se lanzan para hacer llegar estas posibilidades de tesorería a todo el tejido productivo, empresas y autónomos. Adicionalmente los gobiernos apoyan a las familias endeudadas con facilidades para dilatar la devolución de sus obligaciones hasta el final de la pandemia.

Para la banca esto supone mucho trabajo en pocos meses, migran su balance de préstamos hacia los nuevos créditos avalados por el Estado, protegen su solvencia y complican su futuro de generación de ingresos para los próximos años por el sobre endeudamiento de la economía que no permite muchas oportunidades de vender más crédito, además el nuevo crédito avalado está barato y por normativa legal le impiden vincular con otras operaciones que sumen rentabilidad. Una trampa que durará años. 

Conocen por experiencia que cuando la economía se frena, muchas empresas cierran provocando impagos de los préstamos. Muchos trabajadores pierden su empleo dificultando su capacidad para atender sus deudas durante largo tiempo. Mayor tensión para las cuentas de resultados de los bancos, menores beneficios o incluso perdidas.

Concretando:

El margen de intereses que se genera vendiendo préstamos y comprando dinero baja por el coste negativo del tipo de interés y los precios bajos de las líneas avaladas. A esto se añade la dificultad para encontrar nuevos clientes solventes y con generación de caja que garanticen el poder otorgar nuevas líneas de crédito. El mercado está parado, solo mantenido gracias a la concesión de hipotecas para la compra de viviendas que aún se resiste a notar los efectos de la parada de la actividad económica general.

El margen por comisiones se ha deteriorado por la enorme competencia existente en un mercado con baja actividad, se venden muchos seguros baratos y se cancelan muchas pólizas para cambiar de compañía. Los ingresos por fondos de inversión se resienten por las caídas de los mercados en los últimos meses. El mercado ha necesitado un año completo para volver al nivel previo a la crisis sanitaria, una vez recuperado hay dudas respecto a la ilusión por el crecimiento a medio plazo. 

Los costes fijos de alquileres se han renegociado aprovechando el exceso de oferta de locales por efecto de la crisis económica. No es fácil mejorar estos gastos sobre lo conseguido salvo reduciendo los metros de tienda abierta, menos oficinas.

Los costes de mano de obra, eliminando a todo el personal eventual contratado habitualmente se consigue de manera rápida un ahorro de costes. Ajustando los objetivos comerciales hasta el nivel de comprometer su cumplimiento da como resultado un ahorro en la retribución real pagada al reducirse la incentivación variable liquidada. De nuevo parece agotado el camino del ahorro de costes sin adoptar medidas excepcionales. 

Las previsiones sobre la capacidad de devolución de los préstamos tanto de empresas como personas son poco halagüeñas, la crisis azotará a las familias y empresas en cuanto desaparezca el manto protector del Estado, lo que anticipa pérdidas por insolvencia que influye directamente en los resultados anuales de los bancos.

Coincide en el tiempo la concentración bancaria, con reducción generalizada de estructuras en todas las entidades y el previsible camino hacia la concentración, en un futuro cercano, de entidades a nivel europeo. El sector convive con un exceso de regulación de su actividad ordinaria que penaliza a la banca frente a nuevos actores que aparecen en el mundo global. Hoy es fácil encontrar aplicaciones de móvil o a gigantes de los datos, comunicación o distribución por internet que se atreven, con éxito, a vender financiación a personas y pymes, seguros, fondos de inversión, tarjetas, pagos y todo tipo de productos financieros.

La perpetua presión anual por presentar mejores resultados ante la sociedad y sus accionistas, hace que los dirigentes de las grandes corporaciones valoren asegurar la supervivencia futura de su compañía y el mantener el potencial de beneficios a futuro por encima de las personas, vistas como coste fijo. Ya sabes, querido amigo que S.A. además de Sociedad Anónima significa Sin Alma.

Es su primera vez, tras su curva de aprendizaje, una vez que estrenen nada les impedirá repetir la experiencia. En estas semanas, mi querido compañero, te enfrentas a un Expediente de Regulación de Empleo (E.R.E.) con todos los miedos e incertidumbres. También será la primera vez para los supuestos representantes de los trabajadores, sin experiencia ni visión para comprender las opciones que les van a plantear. 

El resultado final me atrevo a adivinarlo, será muy similar a los alcanzados en el resto de Entidades del sector que se han adelantado en esta carrera por el ajuste de empleo como camino inevitable para procurar una opción de futuro. Veremos una repetición de estrategias, filtraciones y comunicados de las partes. 

Al final, para ti compañero, este Expediente supondrá complicarte la vida tras decenas de años dejándote la piel por tu Banco, tu Oficina, tus Compañeros o tus Clientes. Puede llegarte el momento de ir para casa de una manera que nunca habrías pensado ni merecido. Te irás por la puerta de atrás prestando un último servicio a tu Banco que gracias al sacrificio de muchos como tú, confía en garantizarse poder existir en el futuro. 

No es justo, nunca lo es. Te deseo lo mejor durante este trance, si te quedas que sea para bien, si te marchas que la vida te recompense.

Mucha suerte querido amigo.



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