1.2.20

El espejo del alma

José Luis es un hombre fiel a sus amigos, amante de la buena mesa y la buena conversación, nunca huye de una buena discusión que le rete su intelecto y su lengua audaz. Amigo desde la infancia de Pedro, el narcisista del grupo, guapo y poco de fiar. Un pica flor, conquistador por su apariencia y esa sonrisa mágica que insinúa los dientes mas que enseñarlos.

Supo siempre aprovechar su jerarquía en el grupo para conquistar a las mujeres que se acercaban hipnotizadas a la conversación atrayente de José Luis. Este hablaba y Pedro aprovechaba su planta y su media sonrisa para completar su rosario de conquistas. Un picaflor de manual.

Las pocas veces que ha intentado ligar sin la compañía de su escudero José Luis, no ha tenido suerte. Sabe hablar, sí, pero su voz no suena creíble. Suena a peseta de cartón, su conversación no tiene hilo argumental,  falta claridad en el mensaje y en la misma frase te puede decir A y Z, blanco y negro, sí y no. Un mentiroso que enreda con las palabras, un encantador. Da igual lo que diga y cómo lo diga, su fortaleza está en la sonrisa y en la distancia. Cara a cara las mentiras no se sostienen, a más de dos metros de distancia, su sonrisa las matiza y llega a esconderlas.

Pedro es un animal de la imagen, producto típico del marketing de marca, no tiene fondo, solo sonrisa, planta, algún arreglo con hialurónico útil para mejorar y rejuvenecer su semblante. Muy ambicioso. Desde siempre ha querido ser el jefe, disfrutar de las ventajas del macho alfa, coleccionar mujeres con las que copular, dirigir la empresa familiar por encima del talento de sus primos. Su mayor talento es la manipulación de los demás, si la vida expone un error por su parte, comunica eficazmente una serie de errores cometidos por sus primos. 

Mantiene engrasados varios  canales de información con varias secretarias con las que si hace falta les promete amor eterno y destina carantoñas interesadas para mantener sus vínculos abiertos. Cada una de ellas, enamorada de esa sonrisa, se cree que es su preferida solo que nunca llegará a nada más con ellas por su interés en mantener su matrimonio con Begoña, la hija del socio de su tío, uno de los fundadores de la compañía.

Pedro es la imagen, José Luis es la facilidad de palabra y el instinto para encontrar partido a los fallos ajenos. 

Tras varios años en la sombra actuando, consiguiendo información y mal metiendo para sembrar la discordia entre varios socios, Pedro consigue apartar de la presidencia a su tío y fundador de la compañía, uniendo los intereses del resto de socios minoritarios, hasta el momento muy poco relevantes en la dirección de la compañía. Lo único que habían conseguido tradicionalmente fue el escaso dividendo anual.  

Pedro, aconsejado por José Luis, les fue prometiendo a cada uno de ellos todo lo que ansiaban, un trabajo en un departamento, mayor dividendo, ser alguien,  crear una segunda marca local para su ciudad o relevancia sindical aunque no genere ningún beneficio claro para los trabajadores o la compañía. A cada uno le promete lo que desea.

A todos les dice lo que quieren escuchar. No le creen, no son ingenuos, nadie cree a esa media sonrisa. Les interesa apoyarle ya que no  tienen nada que perder, hasta ahora no son nadie ni han tenido derecho a nada en la compañía, si Pedro cumple una sola de sus promesas, la más nimia de ellas, ya  habrán ganado algo. Pedro cuenta con el apoyo de los minoritarios para el Consejo donde va a proponer cesar a Mariano el fundador de la compañía. 

Necesita uno más, a su primo Aitor. Es de muy buen vivir, privilegiado por ser hijo de fundador dispone de favores antiguos en la compañía que nadie más dispone, coche de empresa, le financian los estudios en el extranjero a sus hijos y la delegación del norte de Europa por algún ajuste fiscal nunca declarado está exenta de consolidar beneficios con la matriz. En definitiva, Aitor tiene doble dividendo, el que procede de la matriz y los que reparte de manera muy generosa la delegación de su padre en Estocolmo. Un señorito al que le gusta el dinero y el poder que le acompaña. Con Aitor es fácil, prometerle más dinero del que le paga Mariano y proteger la excepción fiscal escandinava. 

Con esos mimbres bien atados por José Luis y rubricados con la sonrisa de Pedro se culmina el relevo al frente de la compañía. Mariano se retira a disfrutar con una pensión de oro y Pedro consigue lo que ansiaba desde niño, un sillón para presumir como macho alfa.

La habilidad para tergiversar la realidad, lanzar botes de humo para ocultar la vergüenzas de sus errores así como el control sobre la vida del resto de consejeros estando al día de todos sus cotilleos y secretos le da a José Luis la posibilidad de combatir cualquier resistencia a la autoridad de Pedro. 

Las ventas de la compañía se resienten, bajan por primera vez desde la crisis, algunos trabajadores manifiestan su descontento con el nuevo clima, la jerarquía tradicional se cambia por un sistema más aparentemente asambleario y consultivo que paraliza la toma de decisiones. En realidad solo se hace lo que decide José Luis o los caprichos de Pedro. Se escuchan voces procedentes de las delegaciones escandinavas y prusianas que desean separarse del grupo empresarial para crear empresas diferentes en sus mercados.

La patronal del sector, dirigida por compañeros de Mariano a quien le deben respeto y un antiguo temor por su liderazgo en el mercado, teme que la nueva dirección de la compañía les pueda contagiar su estilo al resto de empresas competidoras hasta comprometer su forma de ganarse la vida al jugar con el prestigio del sector. 

Ganan cuota gracias a la caída de competitividad de la empresa de Pedro, también temen el desprestigio internacional, ya notan pérdidas de contratos en países amigos por desconfianza sectorial. 

Por ahora, solo son primeras impresiones, inquietantes, pero primeras impresiones.

Los corrillos de empleados el lunes se multiplican en todos los departamentos, en los pasillos y junto a las máquinas de café. 
- ¿Te has enterado de la pillada de José Luis?
- Sí, sí
Se repiten durante toda la mañana.
José Luis como fiel escudero de Pedro fue el sábado a negociar en secreto con una consejera de un antiguo socio en América con el que dejaron su relación por una sentencia judicial que condenó a la empresa americana por malas prácticas y está prácticamente en quiebra. Ninguna empresa del sector se atreve a cerrar acuerdos con ellos por el desprestigio internacional y la caída de facturación que supondría. Le pillaron en una isla del Caribe, paraíso de los turistas amantes del golf, de sus playas, de las bebidas exóticas, de los masajes y de la prostitución fácil.

Vieron a José Luis tomando caipiriñas con Delcy, la consejera delegada de la quebrada empresa americana. Los fotos publicadas la prensa americana  demuestran la reunión donde aparecen con vestimenta formal destacando del resto de turistas, todos con bañador, camiseta, polo o pantalones cortos. La noticia iniciada en las páginas web de la prensa americana llegó pronto a la prensa nacional. Compartieron fotos, videos e incluso informes de actividad del día de vacaciones de José Luis.

Las mentiras, su forma habitual de comunicación, salen de manera natural por las bocas de José Luis y de Pedro, disfrazando la realidad de lo ocurrido. ¿Cómo admitir que están negociando la participación conjunta en un negocio?¿Cómo admitir que es parte de los compromisos adquiridos por Pedro con alguno de los consejeros que le apoyaron para llegar a ser presidente? 

Siete versiones diferentes en dos días. Los mentirosos viven en la falsedad continua, eso no sorprende a nadie, saben que llevan años mintiendo y enseñando esa sonrisa. Lo que choca es su nivel demostrado de idiotez, llegan a creerse sus propias mentiras hasta un nivel de convencimiento que les permite dibujar una realidad paralela aunque las pruebas sean tan evidentes.

Pedro recurre al ventilador de secretos de sus primos o a recordar pasadas vergüenzas familiares con tal de distraer la atención. Esta vez no le funciona, le han pillado. Tiene que afrontar su lío y sus mentiras. 

Tiene trabajo, explicar a sus socios internacionales lo ocurrido para evitar poner en riesgo sus alianzas junto con el negocio recurrente y rentable del que vive su compañía. 

Lo peor, la bronca de Begoña en casa, teme perder el negocio que tanto le costó montar a su padre. 

- Ni una tontería con esto ¿eh?, ni una.

Pedro no discute, con Begoña no funciona la sonrisa. Sabe que sin su apoyo, dejará de ser presidente. Cuenta con las acciones y la influencia suficiente como para  nombrarse ella misma presidenta.

- José Luis, ¡sé fuerte! 

Si la crisis no remite, sacrificará sin dudarlo a su amigo para mantenerse en la presidencia. Conoce el coste de esa decisión, dejará de ligar, nadie querrá hacer tratos con él ni con su falsa sonrisa si antes no ha cerrado el acuerdo con el verbo afilado de José Luis. 

- ¿Cómo nos ganamos a la prensa, José Luis?

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