28.2.20

Redes sociales de toda la vida

Consuelo sin saberlo es la monitor de las redes sociales del barrio, está al cabo de la calle, todo lo que ocurre, sucede, respira o muere pasa por delante de ella. Lo valida y con su oportuna aportación imaginaria lo extiende por el vecindario.
Tiene sus preferencias a la hora de expandir cada nueva noticia, cuenta con sus incondicionales Lola, conserje del portal 63 y Maruja quien regenta la frutería El plátano feliz en el número 59 de la misma acera. Ambas se encargan de vocear y extender calle abajo, Maruja, y calle arriba, Lola, las historias relatadas por Consuelo.
Pasa la mañana apoyada en el palo de su escoba sacando lustre a su trozo de acera hasta justo donde inicia la fachada del siguiente número vecino, el 63, el de Lola. Suelen coincidir ambas a mitad de recorrido con una doble función; vigilar que la otra no desplace la suciedad hasta su mitad y ponerse al día de todo lo que ocurre en el vecindario.

La semana pasada se divorció doña Angustias a sus  setenta años, envió a su marido Esteban a tomar vientos. Después de aguantarse casi cincuenta años ella no pudo más. A pesar de su edad, Esteban se pasa la tarde en el bar. Empalma el café de después de comer, ese que en casa le niegan por su tensión arterial, la partida de dominó, la copita, la segunda y las que sean hasta la hora de cenar. Los días de fútbol, ni eso. Hasta las once ni se le ocurre plantearse subir a casa.
El miércoles se quedó sufriendo con su Real Madrid, que solo le da disgustos últimamente, para olvidar la pesadumbre por la derrota en casa con el equipo inglés, ahogó las penas con un par de whiskys DYC. Cuando quiso subir a casa eran las doce y media. Iba sin llaves. Empezó a llamar al timbre y a golpear la puerta cada vez con mayor escándalo. 
Angustias que necesita tomar pastillas para dormir, ni se enteró hasta que un bombero la despertó zarandeándola preocupado por si le había pasado algo. La sensación de sentirte en brazos de un bombero, un hombre de verdad, animó a Angustias quien seguía imaginando que estaba en un sueño erótico con final feliz, claro que al ver a Esteban en el quicio de la puerta hablando, se dio cuenta que no estaba en un sueño sino en un lío.
Pasado el mal entendido, por la mañana, muy de temprano, con paciencia para no olvidar nada, hizo tres maletas con toda la ropa de su marido y las puso en el descansillo de su piso. Aprovechó la ausencia de  Estaban con el cambio de cerradura que entretenía  al  cerrajero. 

- A la puta calle, no quiero verte más por aquí, con lo tranquila que voy a vivir yo sola.

Esteban ni se molestó en discutir, recogió las maletas y marchó a casa de su hija quien cometió el error de darle pensión a su padre. Pensaron padre e hija, equivocadamente que se le pasaría pronto el enfado a Angustias. Está muy harta, muy harta.

El suceso, ocurrido en el portal 63 se lo relató Lola con todo detalle pues ella al sentir las sirenas de los bomberos avisados por Esteban, salió a ver qué ocurría. Llegó a pasar al domicilio de Angustias que la despachó rápidamente. La casa muy bien amueblada, por cierto, se nota que tuvieron posibles gracias a sus dos sueldos, mobiliario elegante y moderno. Muy diferente a los del resto de vecinos que estiran la vida útil de sus muebles hasta que se rompen.

Consuelo con la información, moduló el suceso para hacerlo atractivo y exportable en pocas frases. En menos de dos horas todo el barrio de Tetuán estaba al día del liviano camisón de Angustias, de cómo abrazaba al bombero, de su pecho insinuante al resbalar el tirante de su prenda, de las miradas de celos de su marido y de la posterior discusión subida de tono preludio de su posterior salida de la vivienda conyugal. La prensa es la prensa. Una buena noticia no se puede echar a perder por la verdad. La verdad no interesa a nadie. 

Esta semana pasa sin noticias que adornar, Consuelo necesita carnaza. Sin poder compartir la vida de los demás, su conversación decae por banal, vacía e inculta como ella misma. Le encantan los chascarrillos, sacar conclusiones sin información y vivir la vida de los demás. La suya no tiene interés, casada con Miguel, un vasco seco y brutote quien apenas habla y prefiere la compañía de su radio antes que entablar un diálogo con su cónyuge cotilla. Sin hijos. Está a meses vista de su jubilación y por consiguiente de tener que abandonar la vivienda que le cede la comunidad de vecinos en el bajo del edificio. Solo pensar que tendrán que mudarse a su pueblo al norte de Burgos con escasos dos centenares de vecinos, le da algo. Su vida es esta calle. Llevan aquí treinta y cinco años, desde que ficharon a Miguel como portero hasta el momento de  su jubilación, posteriormente consiguió convencer al presidente y al administrador para que confiaran en ella para heredar el trabajo de la portería.

En el tercero D vive el matrimonio de Gabriel y Marisa, los más jóvenes de los vecinos propietarios,  que compraron la vivienda justo en lo más duro de la crisis y les salió muy barata. Con sus tres hijos. Gabriel ha cambiado de trabajo hace poco tiempo, matemático de formación trabaja en cosas esas de internet. Consuelo no entiende esos trabajos ni cómo se puede ganar dinero con eso. Un día sondeándole le comentó éste el dineral que ganan las famosas por publicar fotos haciendo poses en lugares o patrocinando productos. Miles de euros al mes. Una barbaridad. Le contó que había una famosa que opina cada día de los artistas y gente del famoseo en un portal de videos consiguiendo miles de seguidores diarios lo que le supone a ella miles de euros de ingresos.

Si eso es lo que hago yo todos los días y no cobro, piensa Consuelo. ¿Cómo podría yo ganar dinero con esto?

Consuelo es más de llenar su vida con el chismorreo, no lo hace por dinero, lo hace porque la alimenta de verdad, sin hablar de los demás no sabría llenar una vida sin alicientes, sin vicios, sin ilusiones y sin alma. ¿Qué va ser de ella cuando se jubile?¿Cómo se va a entretener?
Me da lástima, con lo sola que está.

- Calla Lola no seas mala
- No, Maruja, no soy mala. Es la verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comparte tus sensaciones y emociones. Gracias

Buen viaje, Joe

  Joe, simplemente Joe. Omitiendo, desde siempre, el rango familiar de tío. Recuerdo tu aterrizaje entre la familia cuando Ana, también sin ...