- Vaya mierda
- ¿De qué te quejas, Berta?
- El cabrón del jefe me ha encargado el artículo de mierda de todos los años. San Valentín. Y va el cachondo y me pide un enfoque real, actual y lejos de convencionalismos ñoños
- Pinta bien
- Yo hubiera preferido que me asignara a política municipal de Madrid, a ver qué opinan los de Vox sobre el intento de prorrogar presupuestos para no contar con ellos o los movimientos de Ciudadanos para hacerse querer en el PP o los líos del PSOE que reniegan continuamente de sus socios de Podemos. Los líos políticos que es lo que me gusta
- Te ha encargado otro lío
- Yo que soy anti amor, vaya mierda
Paso la mañana repasando artículos de amor, enamoramiento y ñoñeces varias publicados en los últimos años por estas fechas en varios periódicos y revistas. Tras dos horas de investigación, necesito un descanso. Mi mente no está preparada para tanta dosis de pasteleo. He encontrado alguna publicación con enfoque psicológico hablando de las fases del amor, otras patrocinadas por un portal de infidelidades hablando de los efectos terapéuticos para la pareja si eres infiel y por supuesto, no te pillan e incluso alguno desde el punto de vista de la neurociencia que nos abre los ojos sobre las reacciones químicas y sensoriales que producen las hormonas asociadas al amor y al sexo en nuestro cerebro y por consiguiente en nuestro comportamiento.
Me marcho a que me de el aire, tengo dos días por delante para completar el encargo, no es mucho tiempo. Para mí escribir sobre el amor se me hace muy complicado, nunca he disfrutado de ese sentimiento. Soy coja emocional. Nunca me ha gustado compartir mi vida con nadie, tampoco recuerdo sentirme obnubilada hasta el límite de perder consciencia de lo que pasa a mi alrededor. He visto y acompañado a amigas en su proceso de enamoramiento y consolidación con sus parejas, incluso a mi mejor amiga, Petra, la fue bien. Se enamoró y se casó con su Miguel. Yo les veo felices, nadie sabe qué pasa dentro de su casa o entre las sábanas, se les ve consolidados con sus complicidades, miradas e incluso roces en público. Llevan unos diez años juntos. Miguel ya es amigo mío, su trato amable y sincero me ganó, no soy mucho de ampliar amistades. Ver a Petra tan bien con él me abrió la mente a admitirle en mi vida.
Por la calle observo el comportamiento humano, en el polígono donde está mi periódico hay edificios de oficinas, las rutinas de paseo diario son muy de grupos que bajan a desayunar o a comer. Ves grupos de tres, de cuatro, alguna pareja. Poco amor, mucha pandilla con sus roles replicados de las uniones adolescentes, el graciosillo, la triste, el agonías, el que lo sabe todo, quien busca rumores, el macho alfa, el pibón. No suelen ser relaciones amorosas, aún rollo hay, son más compañeros de trabajo. No me sirve para inspirarme.
Decido ir a un hotel grande del centro, para sentada en la recepción, observar a parejas que entran con poco equipaje. Alguna veo, nada llamativo. Turistas de paso por Madrid que vuelven a descansar tras la comida, antes de su sesión vespertina de tiendas, restaurantes, teatro, cines o museos. Veo dos parejas de ejecutivos, bien vestidos ambos que suben precipitadamente a una habitación. Un rollo pasional. Tampoco me inspira.
No encuentro el amor, no sé de qué voy a hablar. Le diré a mi jefe que soy coja emocional y no se me ocurre nada.
- Adolfo, oye he estado investigando sobre el encargo que me han realizado, la columna sobre San Valentín. Y no se me ocurre nada original, te reconozco que me cuesta mucho hablar de amores. ¿Es posible pasarle el encargo a otra persona? Yo te escribo sobre lo que te apetezca.
Me mira mi jefe fijamente, pausa su respuesta como manera eficaz de comunicación, consigue dar una énfasis y su importancia a lo que va a decirme sin necesidad de levantar la voz.
- Berta, nadie mejor que tú para hacer el reportaje sobre San Valentín. Eres neutral al respecto, incluso lejana, muy buena reportera y la que mejor describe los sentimientos humanos de toda la plantilla. Seguramente tienes la necesidad de analizar cada comportamiento para entenderlo, te falta sentir de lo que hablas. Eres brillante y lo vas a hacer muy bien. Por cierto no es una columna, es una reportaje de hasta dos páginas. Me la juego contigo, no hagas que me arrepiente.
Salgo de su despacho peor de como entré, mi determinación para no escribir me la ha desmontado. Es un buen jefe y un cabrón también. Vaya marrón me ha tocado.
Decido investigar un poco, en la máquina de café veo a Oscar, el universitario. Un chico espigado, pelirrojo y pecoso. Para mí, poco atractivo. Ese color zanahoria con el fondo blanco de piel no me atrae. El chico es simpático y cae bien a todo el mundo. Le sondeo sobre cómo se relacionan los jóvenes como él. Me pone al día sobre aplicaciones de contactos casuales, me explica el aquí te elijo, aquí quedamos y luego follamos. Nada de amor, nada de compromiso, un supermercado del contacto. Me parece muy triste y lo más lejano a la humanidad que me pueda imaginar. Seré coja emocional y este recurso no se me ocurre para mí. No me gustaría sentirme como una mercancía en un escaparate a imagen de las meretrices de Amsterdam.
Solo me queda un día para escribir mi artículo, me empiezo a agobiar. No solo porque no se me ocurre nada, sino porque tampoco me he ganado el sueldo escribiendo ninguna noticia de interés diario.
- Berta ¿me acompañas al Congreso de los Diputados? voy a ver qué se cocina por allí. Quiero desayunar con un par de políticos de la oposición. Necesito encontrar algún hilo para seguir. Me propone mi compañero Raúl. Chico majo, compañero de sección, empezamos juntos el mismo día. Tiene un año más que yo, nos llevamos bastante bien.
- Vale, no tengo otra cosa mejor que hacer
- ¿Con qué estás, qué te ha encargado Adolfo?
Ahora entiendo el interés por mi compañía, quiere sonsacarme en qué estoy
- Que escriba sobre San Valentín
- No jodas, ¡Qué marrón!
Y se ríe, lo mataba ahora mismo
Llegamos al edificio auxiliar del Congreso, justo frente al Palacio, donde están los despachos de los Grupos Parlamentarios y de los Diputados. Raúl se marcha en busca de los disputados con los que tiene interés, alguna noticia le debe estar rondando y necesita contrastar fuentes. Los del hilo no me lo he tragado. Yo decido ir a la cafetería a ver con quién me encuentro.
Coincido con una diputada de izquierdas de provincia de Cádiz, me acerco a ella, mis orígenes son de allí. Ya nos conocemos de otras ocasiones y nos saludamos con cortesía.
- ¿Qué tal te va, Carmen? Te veo un poco sola por aquí
- Hola Berta, la vida de congresista en bastante aburrida, demasiado masculina y no me llego a acostumbrar a los ritmos de Madrid, a las prisas y a la lejanía de los míos
- ¿Y cómo vas a celebrar San Valentin?, por cierto, no te he preguntado ¿Estás casada?
- Algo así, sí. Se acaricia su prominente barriga. No podría hacer esto sin pareja estable. Nos casaremos cuando nazca la niña.
- Enhorabuena. ¿Para cuando la esperas?
- Para principio de mayo, ya falta poco
Nuestra conversación de marujas la continuamos durante un buen rato, que si vas a ir a los carnavales, los planes de Semana Santa, que me pierdo la feria este año con el nacimiento, todo lejos de lo que el español medio imagina que se habla en este recinto. Mi radar de periodista vibra, de reojo he visto un cruce de miradas cómplices. ¡Ostras!
- ¿Quienes son esos?
- Mira el calvito delgado bien arreglado es Matías Gómez, su primera legislatura, como yo. Es de VOX Málaga. Un tío simpático y agradable. Puedes hablar con él de cualquier cosa e incluso su talante dialogante y humano te sorprende. Quizá prejuzgo a las personas por su ideología en vez de por su comportamiento.
- Ya, luego hablaré con él. Y ¿la rubia de mechas de pelo descuidado? la que está en la mesa del fondo
- Esa es de nueva, no he hablado con ella aún. Un poco seca, una podemita del norte con cara amargada. Muy radical, anticapitalista. Parece que empezó en movimientos okupas y anti desahucios
- ¿Cómo se llama?
- Ainhoa
- ¿Por?
- Me gusta conocer a todos los diputados, su lado humano. A mi, las ideologías no me gustan, las identifico con enfrentamiento y división.
- Por eso hablo contigo Berta, no pareces periodista
- Me lo tomaré como un halago
- Dame un beso que me voy, tengo que ir a baño, con este embarazo no paro de orinar, chica. Me alegro de verte, espero verte pronto
Me acerco hacia Matías.
- ¿Matías? Soy Berta Alonso de El Observador
- Encantado Berta ¿Qué puedo hacer por ti?
- Me gustaría conocerte, estoy interesado en conocer el lado humano de los nuevos diputados de esta legislatura, saber ¿qué te ha traído aquí?, ¿dónde nació la vocación política?, ¿que esperas conseguir para tus electores?, tu situación personal, el fondo humano, por encima de la ideología
- Interesante, pues ya que estamos, pregunta
- Háblame un poco de ti
Matías, efectivamente es un tipo agradable, simpático, se deja querer. No es político, ha llegado hasta aquí por la hartura que le provocó los políticos históricos malagueños que no han hecho nada por su tierra, salvo sacar provecho de ella. Me da la sensación que hubiera encajado casi en cualquier lista política. Su fondo es conciliador, no busca el enfrentamiento, prefiere la conversación. Un tipo para irse con él de fin de semana. No es atractivo, es agradable. Soltero, heterosexual, desde el primer minuto me queda claro. No para de enviarte mensajes. Me quedo con la sensación que no duerme solo las noches que pasa en Madrid.
- Mañana es San Valentín ¿Qué esperas del amor?
- Una pregunta difícil para un político. No me la tengo preparada. Realmente espero del amor que me encuentre. En el amor me siento como una marioneta gastada, me ilusiono en la función y termino en el fondo del cajón de los juguetes
- ¿Tan solo te sientes?
- Solo, no, nunca llego a estar solo. Creo que es más bien que me encuentro en un estado pendiente de enamoramiento, una botella vacía con el embudo colocado. Esperando que me llenen.
- Curiosa imagen, por último ¿Qué diputada, soltera, te llama más la atención?
- Prefiero no molestar con mi respuesta, ni por omisión ni por mención. Espero que me entiendas
- ¿Te gustan?
- Por lo general encuentro a la mayor parte de las mujeres interesantes. No me pidas más datos
- ¿Qué le pides a San Valentín?
- Que se acuerde de mí.
Dejo a Matías con sus obligaciones, me ha caído bien. Buen tipo, de fiar. Me acerco a Ainhoa, que sigue en su mesa del fondo. Nos saludamos, esta conversación me cuesta más. Ainhoa es burgalesa del Condado de Treviño, criada en el sentimiento de injusticia y abandono por parte de las instituciones. Sus vecinos comprueban a diario las diferencias con sus vecinos alaveses que les rodean físicamente demostrando su mayores posibilidades económicas. Eso fue el germen de su resistencia ideológica. De temperamento seco, cuesta mantener una conversación con ella. Suele terminar las frases pronto y no te genera calidez para mantener la charla. Tienes la sensación que molestas y que desea terminar. La hago sufrir, me quedo. Muy al fondo detecto que lo agradece, se siente sola en este ambiente.
- Mañana es San Valentín ¿Qué esperas del amor?
- Que se manifieste, que venga a por mi
- ¿Piensas que viene solo o tenemos que hacer algo nosotras?
- ¿Tienes pareja?
- No. Me cuesta mucho. Creo que soy una enferma del desamor. Huye de mí
- Parece que somos hermanas. Quizá espero un milagro porque no hago nada por encontrarlo. No me veo acercándome a un hombre para llamar su atención
Ainhoa si se arreglara un poco, sacaría mucho más partido de su cuerpo. Se le adivina debajo de esas ropas hippies una buena figura, proporcionada, alta y delgada. Hasta guapa bien maquillada y peinada, no son esos pelos descuidados con coleta. Pies muy grandes, que llaman la atención, lo demás se lo cambiaba yo de carril.
Me despido de ella, deseándola suerte en su primera legislatura.
-Nos volveremos a ver
- Seguro, suelo leerte en tu periódico. Me gusta cómo enfocas los temas. O como te dejan enfocarlos.
Seca, amable, solitaria, un diamante en bruto. Me cae bien.
Se acerca la hora de comer, mi instinto me dice que me quede por ahí, por el barrio de las letras. Regreso a mis orígenes, cuando era becaria que me destinaron a hacer prácticas en una revista del corazón. Del corazón amarillo, más que rosa. Me tocó preguntar a famosos impertinencias en la salida del aeropuerto, de restaurantes o en la peluquería. Odiaba ese periodismo visceral.
Paseo cerca de la plaza de las Cortes, cuando veo a distancia a Matías, solo, paseando a buen paso en dirección a Atocha. Decido seguirle con discreción. A la altura de la calle huertas me aparto de su vista por si se gira. Justo en la esquina coincide con Ainhoa. Bingo, si lo sabía yo.
Siguen juntos hasta una taberna acristalaba donde se les puede ver comer animadamente con conversación y gestos de complicidad.
El viernes una historia inventada de la pasión de los polos apuestos sale publicada en El Observador. A doble página, una novela breve sin sentimentalismos que describe la atracción de un podemita y una hija de un industrial del barrio más conservador de Madrid.
La definición de los personajes es perfectamente identificable con mis Matías y Ainhoa, cambiando los géneros y sus afinidades políticas. El amor existe donde menos te lo esperas.
Recibo un mensaje de Ainhoa a mi WhatsApp
- Bonita historia. Gracias.
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