27.5.23

La ilusión de Elena

 


 

Elena repasa sus fichas con interés, no quiere olvidar ninguno de los detalle que definen cada una de sus obras. Tiene por costumbre sacar una foto a cada una de sus pinturas cuando decide que están terminadas y elabora una ficha donde explica el significado, la inspiración e incluso el porqué de los colores elegidos. También indica la fecha y el nombre de la galería a la que cedió la venta o el nombre del comprador directo.

 

Firmó un contrato con un galerista que se dice especializado en nuevos talentos, presume de haber descubierto a artistas hoy en día consagrados que iniciaron el despegue gracias a haber expuesto en su local.

 

Esta semana es la Feria Internacional de Arte Moderno, siete días únicos donde el centro del mundo del arte aterriza en el mismo punto, el escaparate definitivo para cualquier artista. Elena se siente emocionada con la perspectiva de darse a conocer para el mundo experto. Algo parecido a lo que deben sentir los toreros cuando confirman alternativa en la Plaza de Las Ventas durante de Feria de San Isidro o un futbolista cuando juega por primera vez en un partido de Champions. Es el momento cumbre para cualquiera artista.

 

Decide su indumentaria, elegante pero informal, sin dar imagen de alternativa como gusta a muchos artistas y tampoco de niña bien del Barrio del Viso. Viste de ella misma, fresca y segura con el aroma a vainilla de su colonia preferida.

 

La emoción de su oportunidad la empuja a llegar antes de tiempo, no quiere perderse nada del ambiente. Tras el descanso de la comida, a las cinco de la tarde, comienzan a abrir los diferentes expositores y se van acomodando sus artistas invitados a la espera de la afluencia de público y expertos unos minutos más tarde. Veinte minutos más tarde, salvo unos pocos todos los expositores han abierto. Elena espera que aparezca su galerista, Sofía. Cinco minutos más tarde el público comienza a desfilar y la galería de Sofía permanece cerrada, la única que no ha abierto y es el día de la inauguración. Quizá el más importante de la semana.

 

Con cuarenta minutos de retraso aparece Sofía, mascullando una excusa poco convincente culpando al mismo tráfico que han sabido sortear los demás, incluida la propia Elena.

 

Encendidas las luces, comprueba que las obras expuestas son de otros autores.

 

–¿Y mis cuadros? –pregunta extrañada.

–No han venido. A ti te toca mañana.

–No, perdona, quedamos en que yo abría la feria –mientras Elena busca en su WhatsApp la prueba de la conversación mientras sospecha que ha colado a otro artista enchufado mientras excusa echando la culpa a otros de su incumplimiento.

 

Sofía llama por teléfono a otra de sus pintoras, Rosa, con quien coincidió Elena durante la espera. Ambas tenían la misma hora para exponer sus obras. Muy propio de Sofía que para intentar agradar a todos sus artistas les usurpa su momento de gloria en exclusividad y las obliga a compartir tiempo y espacio. Rosa tras treinta minutos esperando consideró superada la falta de respeto que se merecía y regreso a su ciudad de origen. Había conducido casi quinientos kilómetros para acudir a la Feria y no estaba dispuesta a soportar ese retraso injustificado.

 

Cuarenta minutos de retraso, considerando que Elena tiene hora y media de exposición, la han privado de la mitad de su tiempo por el retraso injustificado. Tras un rápido vistazo, comprueba que sus cuadros no están expuestos, un calor de indignación asciende desde sus entrañas hasta la cara que comienza a entonarse con un rubor lleno de rabia y frustración.

 

Desde el inicio de su relación, Sofía demostró una profesionalidad carente de detalle, incumplimientos, retrasos y miles de excusas siempre por culpa de terceros unida a la poca promoción de las obras de Elena fueron minando el ánimo de la artista. Se consolaba pensando que al ser una artista desconocida bastante suerte tenía por haber llamado la atención de una galerista pequeña. Pero esto de hoy ha superado todos los sinsabores anteriores.

 

Justo cuando Elena decide marcharse, aparece una tercera artista que tiene hora fijada para una hora después y Sofía aprovecha su aparición para ofrecerle toda la tarde porque ahora tiene hueco. Las miradas de Elena y la tercera pintora se cruzan, no se conocen de antes pero esa mirada habla a gritos.

 

Las relaciones regladas únicamente por los acuerdos suscritos en un contrato tienen mucho de frialdad profesional. Añadir respeto personal, cercanía y calidez humana al contrato formal ayuda a alcanzar un nivel de mutua confianza que fructificará en mayores beneficios para ambas partes. A todo el mundo le gusta trabajar en un ambiente cordial, con trato personal y resultados profesionales. Este ambiente crea las condiciones naturales para que ambas partes den lo mejor de sí lo que redundará en una mayor colaboración y finalmente en mejores resultados.

 

La puntualidad es una muestra de respeto además de una demostración del interés por el buen fin de la colaboración. Al igual que cumplir con los trabajos comprometidos y acuerdos previos a la reunión es el mínimo profesional que ayuda a establecer una base sobre la que construir el proyecto. 

 

Durante los eventos de especial relevancia, como la Feria Internacional de Arte Moderno (FIAM), todas estas de exigencia sobre puntualidad y compromiso se incrementan. Elena espera lo mejor de la relación para satisfacer emocionalmente todas las expectativas puestas en esta oportunidad única.

 

La profesionalidad en el mundo de las artes debe ser mucho más estricta en su cumplimiento ya que los proyectos traen consigo altas dosis de emocionalidad por parte de los artistas.

 

Frustrada y muy enfadada Elena regresa a su mundo, oyendo a modo de excusas inconexas a Sofía prometer una vaga y poco creíble compensación por el error. Ya no se cree nada de ella. 

 

Lo tiene decidido, la siguiente colección de cuadros irá por otra galería, Sofía no la va a volver a encontrar. No va a repetir con ella, no se merece este trato, ni sentirse ninguneada de nuevo. Decide aprovechar la tarde visitando al resto galeristas de pequeño tamaño para darse a conocer, recopilar contactos y observar cómo promocionan obras del mismo nivel que el suyo. Cualquiera menos Sofía para su siguiente colección.

 

Trata a tus clientes y proveedores como te gustaría que te trataran a ti. Si juegas a tu interés sin dar nada a cambio, en algún momento, tu negocio se echará a perder. La mala reputación destruye el futuro de los negocios. 

 

Elena sigue su camino hacia el futuro, ya cumplirá su ilusión en otra ocasión de tener éxito en la FIAM, tiene tiempo. Sofía no lo sabe, pero el suyo se agota, ha entrado en un callejón sin salida. 

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