27.12.19

Tres hermanas en Navidad

Ana, Alicia, Asun Martín Gómez. Cierta obsesión con la letra A demostró José al poner nombre a sus hijas. Por aquellos años la costumbre era que el padre inscribía a los hijos según nacían, mientras la madre y los hijos seguían en el hospital tras el alumbramiento. Era la España de los años 60, cuando la dictadura aún se notaba fuerte y dictaba sus normas y costumbres junto con la jerarquía eclesiástica, colaboradora y cómplice del régimen. La alta mortalidad infantil de los años posteriores a la guerra, junto con la ideología imperante exigía bautizar a los recién nacidos casi de inmediato. No vayan a morir moros, decían. Por esta razón las madres no solían estar en los bautizos, se encargaba la familia y el padre que era el responsable de elegir los nombres. En aquella España la inscripción eclesiástica y la civil casi coincidían.

Ana, la hija mayor, hereda el nombre de su madre y abuela materna. Economista con una exitosa carrera en banca, en diferentes funciones y geografías. Está en los últimos años o meses de su carrera. La costumbre de prejubilar a los empleados de más de cincuenta y cinco años que desempeñan puestos caros de mantener. Siempre les sustituye un nuevo directivo con menor retribución. Cosas de la eficiencia.

Ana está desarrollando una antigua afición, la pintura. Dedica parte de su tiempo libre a producir lienzos con cada vez más elaboradas composiciones al óleo. El mes pasado se lanzó y organizó su primera exposición. Fue un éxito rotundo de presencia, el aforo de la galería se desbordó, gracias a las numerosas relaciones personales. También de venta, se arrepintió por ser tan prudente en la fijación de los precios de sus obras. Valoró por encima de la calidad de sus pinturas, el hecho de ser novata en el mercado. Le surgió la posibilidad de organizar una nueva colección para un galerista de renombre. Se casó de segundas con Luis. Un buen hombre, prudente que la hace feliz y nota.

Alicia, la segunda, muy independiente. Esencialmente  una hippie, vive en Ibiza en una comuna de artistas, consigue salir adelante gracias a su habilidad construyendo bisutería de muy buena calidad.  Empezó en mercadillos y vendiendo por la playa. Años después consiguió abrir una pequeña tienda en una de las calles peatonales del centro. Vive con su mujer, Marta. Una mujer muy poco femenina, tirando a fea, con el pelo corto, la voz ronca que la hace feliz.  A la familia le costó mucho darle acogida, no admitieron de buena lid las preferencias sexuales de la segunda hija. Vivir lejos, la permite evitar roces con su familia y las discusiones de Marta con su hermana Asun.

Asun, la pequeña y más alta. Se parece mucho a su padre José de quien ha heredado sus ojos verdes de gato. Guapita, simpática, amable y muy tradicional. Sin gran sentido de la reflexión, suele juzgar a los demás con un simple detalle, ya se encarga ella de rellenar la historia con su imaginación. Inflexible en sus juicios, cuando hablas con ella notas que te está juzgando. Siempre se equivoca en la relación con los demás, nunca lo reconoce y se embulle en un halo de inocencia vistiendo sus errores en exageraciones de los demás hacia sus comentarios. Desde el primer momento, chocó con Marta a quien le otorgó el papel de seductora que embaucó a Alicia. Nunca quiso reconocer que fue Alicia quien se ligó a Marta. Asun está casada con un pelele. Esteban. Con el paso de los años, nadie sabe cómo suena su voz. Nunca habla. Asun no le deja. No para de hablar.

La costumbre de la familia Martín Gómez es evitar la conversación, el ritmo de la convivencia está en la mano de Asun, de lengua peligrosa y muy dada a abusar de las bromas. El aperitivo se aliña con bromas y pullas de dudoso gusto, todo antes que dedicar tiempo las hermanas a ponerse al día.

El objetivo de Asun es doble, monopolizar la reunión, evitando las conversaciones lógicas que se esperan entre hermanas que solo se ven un par de veces al año y su segundo objetivo es sacar fotos continuamente para compartirlas sin parar por redes sociales. La apariencia de felicidad es más importante que saborearla realmente.

El veinticinco de diciembre, día de Navidad se juntan en casa. Ana madre y José han preparado un menú sencillo lleno de raciones de jamón, lomo, langostinos y salmón, de plato principal un pescado al horno, una urta, la especialidad de José. Sobra mucha comida, Ana y Alicia cuidan mucho su imagen, Asun come por las tres a mucha velocidad y sin parar de hablar.


En la comida repartió píldoras a todos, sin importarle los modos, la oportunidad o si ofende al increpado.

- Marta, te llamé y no me cogiste.

La cara de Marta, compungida, no entiende el ataque.

- No vi tu llamada. ¿Cuándo llamaste?. Se obliga a revisar su teléfono móvil. No veo tu llamada.
- Pues, ayer.
- ¿A qué número? No tengo llamadas. Si hubiera visto una llamada tuya te la habría devuelto.
- Te llamé para felicitarte. Me he enterado que has ganado un juicio.

Pobre Marta, abogada matrimonialista, tiene juicios cada semana y no conoce el concepto de ganar juicios en esta materia.

- ¿Ganar? ganar gano todas las semanas. ¿De qué juicio de estás hablando? ¿A quién conoces en Ibiza?
- Lo vi en una revista, un famoso constructor que te había contratado.
- Ah. Sí. Fue un acuerdo amistoso. No ganó nadie.
- Pues hija, para una vez que te llamo para felicitarte.
- Gracias Asun. Un detalle.

Asun cambia de escenario, le toca atacar a Ana por medio de Luis. Aprovecha que Ana se levanta de la mesa para preguntar a Luis sobre el hijo de Ana que ha decidido pasar las Navidades con su padre. Algo imperdonable para la mentalidad conservadora y prejuzgadora de los demás.

- Paco ha decidido ir a esquiar con los amigos de la universidad a Suiza. Y se ha acoplado a su padre unos días para conseguir alojamiento y financiación. Ana se la negó. No considera que sea la mejor manera de celebrar estas fiestas. De todas maneras, cuando vuelva Ana de la cocina, puedes preguntarla que te informará sin tanto misterio.
- Misterio ni qué misterio. Es que me extrañaba su ausencia y como Ana es como es...
- Y ¿Cómo es?
- Ya me entiendes.
- La verdad es que no. No te entiendo.

- Mamá, está todo muy rico. ¿Dónde lo has comprado?
- Los langostinos los ha cocido tu padre y el punto de  horno de la urta también. 
- Pues parece comprado.
Siente una leve patadita en el tobillo. Su Esteban no habla mucho, está avergonzado e intenta corregir las ansias de protagonismo negativo de Asun. 

José mira a su hija pequeña, su prudencia está siendo puesta a prueba. Es paciente, empático y conciliador. Hoy lo tiene muy difícil.

Luis se levanta dando pie a Ana a hacer lo mismo.

- Hablan en todos los periódicos del mito de los cuñados, los míos sois excelentes, no tengo queja alguna, más bien al contrario. Sois lo mejor. Os deseamos, a todos, lo mejor en estos días, nosotros nos tenemos que ir, queremos llegar al aeropuerto a recibir a Paco. Les daremos vuestros recuerdos, especialmente el tuyo Asun que no has parado de preguntar por él y te he visto muy interesada. Ana, José una comida excelente. 

Luis, se siente indignado por el ambiente creado las críticas continuas de Asun y el silencio cómplice de Ana madre. No le gusta sentir que no se valora a su Ana. Ni un comentario hacia su nueva obra de pintura, ni una sola muestra de interés. Recuerda que Ana le regaló un cuadro de la exposición, ni lo ha colgado de la pared. Está escondido. Tampoco ha notado intentos de vender cuadros a sus amistades, fueron a la inauguración de la exposición a comer y beber. Esperaban en una ilusión infantil que les regalara un cuadro, así por las buenas, no valoraron el trabajo de Ana, alucinaron con la afluencia al evento. Ana echó de menos encontrarse a los amigos de sus padres de toda la vida. Ni uno. 

Antes de la comida, se repartieron unos regalos. Hubo regalos para todos, salvo para Paco, ausente. Esas cosas, sabe Luis que le afectan mucho a Ana. No entiende el por qué esforzarse tanto en distinguir o en excluir.

Luis ha notado durante toda la comida el mal estar de Ana. No se lo merece y eso que siempre ha apoyado a su familia y sus hermanas. No entiende tanta frialdad, tanta lejanía, tan pocas ganas de conversar, solo reír y simular alegría. Está triste por Ana. Se siente triste él.

Siempre evitó la Navidad, no es su fecha preferida. Desde hoy, la odia.

1 comentario:

  1. pues es una buena descripción de una comida de navidad de los niños del baby boom...

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Buen viaje, Joe

  Joe, simplemente Joe. Omitiendo, desde siempre, el rango familiar de tío. Recuerdo tu aterrizaje entre la familia cuando Ana, también sin ...