29.12.19

Un atlético en el parón de Navidad.



Ser del Atleti no es un sentimiento, eso es para los del Betis; ni ser mas que un club, eso es para los del Barcelona; ni pensar que posees el gen de la superioridad, eso lo dejo para los del Madrid (Real). No, ser del Atleti es una religión.

Somos sufridores, victimistas, temerosos de la condena en el último segundo por un error, duros a base de golpes y sinsabores. Alegres en las victorias y preparados para las derrotas. Los seguidores atléticos ante todo valoramos el esfuerzo, el coraje, el intentarlo aunque sea imposible. 

Durante años recordamos gestas como las remontadas al Barça, ganar la liga con un empate angustioso o perder en el descuento la Copa de Europa.

Ser del Atleti te prepara para la vida, mejor que hacer el servicio militar. Curte, enseña, hermana. No conozco ningún atlético fracasado. Solo conozco a luchadores.

Luchan como hermanos, dicta nuestro himno y eso esperamos de nuestros jugadores, que luchen, que ganen. Lo de jugar bonito para otros, lo que vale es el resultado.

Soy atlético desde que tuve el don de la razón, tendría siete u ocho años cuando me decidí. Me gustó el brío de Luis Aragonés y de Irureta, la elegancia de Gárate. Me enamoraron. Elegir por tu cuenta tu club tiene mérito. Por supuesto que desde que nacieron mis hijos, son socios del Atleti. Faltaría. El honor de la elección, de principio no les corresponde. Hay que educar el sentimiento.

En mi caso y en mi casa, mi padre es poco futbolero y poco de ver fútbol, le tiraba un poco más lo blanco sin pasión, cierto es. Nos dejó hacer, le daba igual. Tres de sus cuatro hijos somos del Atleti. Sin influencia, lo bueno surge de manera espontánea.

Con tanta experiencia atlética, sabes que cada temporada hay un mes malo. El mes de la pájara. Hace años eran los enero. Solía ser cuando echabas por tierra las opciones a ganar la Liga y a luchar por la Copa del Rey, antes del Generalísimo. Ahora el mes para olvidar, noviembre. Justo después de empezarte a ilusionar con el enésimo proyecto. 

Después quedan meses a remolque de los dos grandes esperando a que fallen para tener opciones de liga. Solo hemos ganado la liga en las ocasiones que éramos nosotros quienes fijábamos el ritmo y los demás venían buscando nuestro error. No aprendemos. Este año veo que no toca liga, salvo sorpresa y faltan mas de cinco meses.

En el parón de vacaciones navideñas, con la ausencia de noticias deportivas, empiezan las especulaciones periodísticas. Por un lado, el interés por publicar algo por parte de la prensa, por otro lado los representantes de los jugadores que les interesa calentar su situación para mejorar contratos y ganar comisión. En el fondo, todos nosotros consumimos cualquier noticia publicada de nuestro club, nos creemos que vamos a solucionar nuestros problemas con un fichaje estrella en enero, no sé con qué dinero. El fútbol vende mucho humo, muchas ilusiones y pocas realidades.

El mejor fichaje es el equipo, la madurez que da el conocimiento de los nuevos en la plantilla que empezaron hace cuatro meses, necesitan tiempo para aprender el idioma, las formas de trabajar, las estrategias y adaptarse al clima. Nada es espontáneo. El equipo encontrará su mejor versión a la vuelta de las vacaciones, los lesionados aparecerán de nuevo con fuerza. Ganaremos confianza y tendremos nuestro gesto de valentía derrocando al actual campeón de Europa. Seremos importantes, seremos fuertes y temidos de nuevo.

Sobrevive mi ilusión a la pasión de los miembros de mi peña atlética. Me van a perdonar que les nombre y también mi confesión, he silenciado el grupo de WhatsApp. Según el partido que estamos jugando podemos llegar a los 150 mensajes que viajan desde el pesimismo generado por el primer error del encuentro a la alegría desbordante cuando finaliza el partido con victoria. Tenemos auténticos community manager de jugadores que los defienden a muerte, idolatran y condenan a otros menos afortunados en función del estado de ánimo del escritor en el chat

Las opiniones en el grupo de WhatsApp son un desahogo necesario para calmar los nervios, ver al Atleti no es disfrutar, es sufrir. En el campo todos animamos, en el chat es otra cosa. Si leyéramos tras un partido los comentarios escritos, alguno se arrepentiría sin duda. No los han escrito la razón, los escribieron frustración y nervios. Dos conciencias muy atléticas, incrustadas en el ADN rojiblanco.

Los lunes por la noche me entretengo releyendo el chat del día, es el día de las soluciones fantásticas, algún compañero peñista merece un doctorado en filosofía. Los comentarios, sacados del contexto de la pasión rojiblanca son hasta graciosos. Los atléticos nos juzgamos por el sentimiento, no por las palabras.

Nos queremos como hermanos, nos respetamos como atléticos, mas que una razón nos une un sentimiento: coraje y corazón.

No hay nada igual, no hay un club igual. Nos envidian los vecinos y rivales, este ambiente es nuestra mayor fortaleza.

Es mi religión. Aupa Atleti.

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