21.3.20

Vida nueva



Tras tres meses de confinamiento Adolfo, por fin, se siente liberado. La vida de todos los españoles ha cambiado por completo. 
Amanece el lunes con una sensación agridulce, económicamente está en la ruina más absoluta, su negocio de venta de repuestos de luces LED y consumibles de impresoras lleva cerrado los últimos tres meses tras la declaración del Estado de Alarma que obligó a todos los comercios salvo alimentación, limpieza y farmacias a cerrar.
Sus antaño escasos clientes no le han echado de menos y duda que vengan en tropel para comprar bombillas y tinta para las impresoras, ya bastante competencia le hace Amazon como para luchar ahora por levantar un negocio que ya estaba medio muerto antes de la crisis sanitaria mundial.
Sinceramente tras tres meses en los que no ha ingresado ni un euro y por el contrario los acreedores le han exigido los pagos. El arrendador no le ha perdonado ni un céntimo y mes tras mes la franquiciadora le ha ido girando sus recibos comprometidos. También le ha cobrado la compañía de la luz e incluso la Seguridad Social por sus cotizaciones. Aquí todo el mundo gana menos el pequeño comercio. Hacienda sí ha tenido el gusto de posponer la recaudación de los impuestos unos meses. Poco tiene que pagar al fisco, sin ventas no hay ingresos ni beneficios, luego pocos impuestos tiene pendientes de devengar.
El sábado se puso en contacto con su abogado con la idea de declararse en concurso de acreedores. Quiebra total. En la cuenta del banco su saldo a penas supera los setecientos euros. Que va a retirar hoy desde el cajero automático.
Adolfo siempre ha sido un hombre de recursos, supo buscarse la vida tras la pérdida de su trabajo en la fábrica de retrovisores de coches, también a la pérdida brusca de su mujer e hija en un accidente de tráfico tres años atrás. Trabajó de conductor de un VTC, de un taxi, dependiente de una tienda de recambios, incluso de temporero en el campo. De algo hay que vivir. Sin trabajo y sin recursos, le toca reinventarse de nuevo.
Sale a la calle, agradece la brisa del final de la primavera y el sol en la cara. Los vecinos poco a poco inundan la calle, abrazos y saludos entre muchos conocidos, excesivos a todas luces. Mucha necesidad de contacto personal tras tantas semanas encerrados en casa sin poder salir. Saluda de lejos a Esteban, el panadero, a este sí le ha visto casi a diario. A Gloria la de la tienda de muebles. A Lucas el zapatero remendón a este seguro que le sube el negocio, en época de crisis se repara antes de comprar y a Matías su vecino de local comercial, este regenta un pequeño bar de barrio especializado en ambiente taurino, todas las tardes en su televisor de pantalla grande programa dos festejos completo, el reclamo perfecto para llenar el bar de viejos con afición que a base de carajillos, anises y whiskys DYC le llenan la caja para vivir desahogadamente. Pasa a su local, bombillas LED, cartuchos de tinta y algún consumible de pequeño importe. Evalúa por encima qué podría vender rápido y barato, pone un cartel de liquidación en el escaparate con descuentos del 60% si es posible hoy liquida. Envía un correo electrónico a sus clientes habituales para avisarles de la oferta por liquidación y mientras espera la llegada de algún despistado, comienza a llenar cajas de cosas que le interesa conservar, su equipo informático, recuerdos personales y poco más. Suena el teléfono tres veces, un pedido en cada llamada.
- Tienes que venir a por ello esta mañana. El pago en efectivo, sí.
A la una y media recoge la tienda con dos mil euros en el bolsillo, entre la disposición del cajero y las ventas por liquidación, tiene un pequeño capital para empezar.
El martes, ya sabiendo que no va a dedicarle tiempo a la tienda, comienza a buscar empleo. Llama a todos los contactos de su agenda por si alguien conoce alguien que necesite un buen trabajador. 
Su trabajo de buscar empleo exige iniciar contactos en la esperanza que alguno fructifique. La mañana termina infructuosa en lo laboral, la batería de su teléfono tiritando y un buen dolor de cabeza. Decide dar un paseo hasta el bar taurino y así charla con Matías mientras come algo.
- Adolfo, he visto que liquidas el negocio
- Sí Matías, es una ruina. Estos meses cerrado me han matado, poca rentabilidad le sacaba, la justa para mal vivir, me han cobrado los proveedores y el dueño del local todos los meses. No me puedo recuperar. Estoy en la ruina.
- ¿Y que vas a hacer?
- No lo sé, hoy he llamado a más de ochenta personas para que me avisen si saben de algún trabajo
- Yo quizá conozca uno, no sé si te interesará
- Ahora mismo me interesa casi cualquier trabajo
- ¿Vas a comer aquí? tengo pollo asado.
- ¿Y de primero?
- Macarrones
- Coño, menú infantil
- Siéntate en tu mesa preferida, que mientras comes intento localizar a tu contacto para el trabajo.
Adolfo sale del bar en cuanto aparecen los habituales. En el bolsillo custodia el contacto del amigo de Matías. Mañana se acerca a Vallecas.
Polígono de Vallecas, nave 15. Desde fuera llama la atención, las ventanas cerradas incluso con tableros sellando sus marcos al completo. La puerta de metal cerrada. Sin ruido. ¿Me habrá dado bien la dirección Matías? piensa mientras llama al timbre de la puerta. Espera, no suena nada. Un instante antes de darse la vuelta y regresar a su domicilio, escucha desde el telefonillo un chasquido eléctrico.
- ¿Quién es?
- Buenos días, me llamo Adolfo me han dado esta dirección para una entrevista de trabajo, me recomienda Matías?
- ¿El torero?
- Eh, no sé, el del bar
- Pasa. 
Suena un zumbido eléctrico para liberar la puerta metálica. Accede al interior a una estancia vacía de unos dos metros de profundo, aparenta ser una zona de aparcamiento, cruza la sala hacia la puerta del final. Esta se abre y un hombre con facciones del Este franquea la puerta.
- Hola, ven conmigo
Adolfo sigue al ruso por un pasillo que distribuye varios despachos acristalados. Cada uno de ellos ocupados por una o dos personas. Aquí se trabaja, está claro. Ordenadores, teléfonos sonando. No hay secretarias, solo hombres. Oye hablar en un idioma que le suena como eslavo o ruso. También escucha en español conversaciones sobre trayectos. Al llevar a la última puerta, el guía ruso se para, toca la puerta y se asoma.
- Sí que pase
Adolfo accede al despacho. Sentado tras una enorme mesa de trabajo repleta de carpetas y la pantalla del ordenador iluminando la cara del que parece ser el jefe.
- Hola Adolfo, pasa por favor, siéntate. Le invita con el gesto mientras continúa escribiendo en el teclado
- Ya está, disculpa, líos ultima hora. Tras el fin del confinamiento, ahora todos son prisas. Te ha recomendado Matías, buen hombre, muy de fiar.
- Sí me dio esta dirección no me dijo nada más, ni cómo se llama la empresa ni el trabajo que ofrecen. Vengo a ciegas realmente
- Me ha contado que tenias un negocio que no vas a recuperar
- Conseguía poca rentabilidad y tras estas semanas cerrado, sólo he conseguido arruinarme. Estoy buscando algo para poder vivir. Tengo experiencia además de empresario con mi tienda, trabajé hace años de taxista, conductor VTC, en el campo, en una fábrica de retrovisores, un poco de todo buscándome la vida. Realmente de lo que sea. Y siempre me han transmitido que estaban contentos con mi desempeño.
- Tienes experiencia conduciendo, perfecto. Estamos buscando un conductor que sepa cuidar del coche, preferentemente con todos los puntos en el carnet, que conozca Madrid para moverse de manera eficaz, limpio y eficaz.
- ¿VTC?
- Sí. Ven te voy a enseñar la nave. Por cierto, me puedes llamar Iván.
Iván se levanta y le hace un gesto a Adolfo para que le siga. Tras una puerta accede al resto de la nave, donde ve estructuras mecánicas para elevar coches, igual que en los talleres. Dos vehículos de color negro y matrícula posterior de color azul, se encuentran elevados en sendas grúas. Un par de mecánicos trabajan en ellos. 
- Mira, como ves, somos una empresa de VTC, disponemos de licencias y trabajamos para Cabify solemos prestar servicio desde las cinco y media de la mañana hasta pasada la medianoche. Adicionalmente realizamos transportes especiales por la provincia, en lugar de pasajeros, llevamos mercancía como los mensajeros que viajan en moto. Es lo que tienes que saber. Si te interesa el trabajo, el sueldo base son unos 1.200 euros al mes y una comisión del 30% sobre lo facturado si superas los 2.700 euros de facturación mensual. Lo normal es que un conductor gane unos 1.600 euros trabajando unas doce horas diarias. Está prohibido conducir más de nueve horas al día, debes lavar el coche diariamente a mano, mira allí a la izquierda tienes el lavadero. Debes saber que hay horas valle donde ni te llamarán, te pasarás varias horas al día esperando.
- ¿Y los transportes especiales?
- Se cobran doble, los facturamos por la aplicación. La diferencia es que no hay persona, suele ser una caja en el maletero.
- ¿Qué hago si me para la policía en un control?
- En ese caso, le enseñas que tienes un aviso para recoger a Juan Palomo justo en la dirección donde tienes la entrega. Hasta ahora nunca hemos tenido problema. Nuestro sistema emite un encargo de viaje para recoger a Juan Palomo en tu dirección de entrega
- Entiendo. Pues sí me interesa el trabajo, ¿Cuándo empiezo?
- Si quieres hoy mismo, tu coche será el de la izquierda, el Skoda Superb matrícula 3454
Para rubricar el acuerdo no llegan a estrecharse las manos, tras este periodo de aislamiento los españoles necesitan un periodo de adaptación hasta recuperar sus costumbres sociales. Un pueblo de tocarse y de hablar cerca unos de otros.
- Ven te voy a presentar al jefe de Administración, que será con quien hables a diario. 
Regresan al pasillo de los despachos, Iván entra sin llamar en el anterior al principal. De menor tamaño y con una mesa más pequeña. Roger, un pelirrojo pecoso le tiende la mano, a este no le da temor el contacto.
- Encantado, bienvenido a CallCar. Mi nombre es Roger y me encargo de la coordinación de los conductores y también soy quien liquida vuestros ingresos. Pasa
- Os dejo. Iván se despide dejando a ambos solos en la estancia
- Ven ¿Adolfo me has dicho?
- Sí Adolfo Muñoz
Media hora necesitan para los trámites de alta en la empresa, queda Adolfo en enviarle una foto por WhatsApp de su cartilla de la Seguridad Social. Firman el contrato, pasan por el taller donde realizan las fotos que pondrán en la autorización como conductor. Le asigna una zona de espera preferente en las horas donde no hay trabajo. 
- Vas a esperar por esta zona, cerca del polígono de Aguacate en Carabanchel. Es un buen polígono que nos demanda muchos servicios al cabo del día, tienen por costumbre repetir con el conductor que les gusta, si te valoran con cinco estrellas y te graban como favorito tendrán mucha demanda y posibilidades de facturar mucho más por comisiones. Tienes que vestir bien, de traje, con camisa limpia y oler bien. No somos taxistas con camisetas sobaqueras. Te encargarás de reponer las botellas de agua cada mañana en aquella parte de allí. Toma las llaves. Ahora te vas directo a tu casa, te vistes como es debido y me envías la foto de tu cartilla. Te diriges a la zona que te hemos asignado y en aproximadamente una hora te llegará el primer servicio por la aplicación. Te voy a explicar cómo funciona. Vamos a por tu coche.
Cincuenta minutos más tarde recibe el primer encargo de muchos que recibirá durante varias semanas, su buen hacer le permite conseguir varios clientes habituales y sin mucho esfuerzo consigue superar los 1.500 euros cada mes. No está mal, más de lo que ganaba con la tienda. Tras varias semanas transportando personas, recibe el primer encargo especial, en el polígono de Leganés La Fortuna. Según llegó, sin bajarse del coche, abre el maletero y observa que le dejan un bulto de cartón del tamaño de una caja de zapatos. Cierran la puerta del maletero y sale hacia el destino, el polígono de Alcorcón. Una carrera rápida, en menos de quince minutos, repite la misma actuación, espera dentro, abre el maletero mientras una persona se encarga de acceder hasta el paquete. Cierra el maletero y le hace un gesto para que se marche. Fácil
Es la hora de comer, el apetito decide por él. Para en un local grande lleno de trabajadores del polígono, menú de cuchara con vino y casera. Consigue aparcar con dificultad, la zona está llena. Divisa un hueco junto a otro coche negro con matrícula azul. Su mismo modelo de coche, el Skoda. Estaciona a la izquierda del vehículo. Algo le llama la atención, algo no cuadra. El mismo modelo de coche, mismo color, misma matrícula. No puede ser, debe ser un error. Saca una foto. Y llama a Roger. No le atiende la llamada, estará comiendo. Duda, no sabe qué hacer. Vuelve a llamar sin éxito a su jefe. El hambre decide por él y va a comer.
A media comida le entra el aviso de un servicio, se queda sin postre. Marcha rápido y sigue su rutina diaria hasta después de las nueve de la noche. Se olvida de la foto de la coincidencia. Su rutina decide por él.
Tres semanas más tarde, el último jueves del mes, recibe su nómina del mes, este último periodo ha facturado bastante, sin contar los casi veinte envíos especiales, uno al día. Le pagan de manera más que generosa. Casi 2.000 euros este mes, una fortuna para alguien como él. Algo habrá que hacer para celebrarlo. Este fin de semana libra, pensará algo especial.
El viernes, nota algo fuera de lo normal, en varias ocasiones le ha parecido ver a un joven con cazadora impermeable náutica, de las que usan los pijos que visten como si tuvieran un barco. No se suele fijar en lo que ocurre a su alrededor, un pijo por Carabanchel chirría tanto como para conseguir la atención del más despistado.
Tras la comida, encuentra al pijo esperando en la puerta del bar donde suele comer cerca de Aguacate. Le está mirando, le está esperando.
- ¿Tienes un minuto Adolfo? Mientras le enseña una cartera de manera fugaz
- ¿Quién eres?
- Soy policía, ¿podemos hablar un momento?
- Claro. ¿Qué necesitas?
Ese día por la noche, Adolfo se entera por las noticias que la policía ha detenido a Iván como presunto responsable de una estafa duplicando licencias de VTC. Dispone de diez vehículos que utiliza por parejas. Duplicando las licencias, dispone de un vehículo en cada plataforma de VTC, doblando los ingresos. Compraba dos vehículos de la misma marca que matriculaba con las misma placas, utilizando cada uno con una plataforma. Un ciudadano vio por casualidad aparcados juntos dos vehículos iguales con la misma matrícula. Subió la foto a las redes sociales y la policía siguió el rastro. Muy listo el Iván. Menos mal que Adolfo cobró ayer porque se ha quedado sin trabajo. 
¡Qué poco le dura la suerte al pobre!
Y a saber ¿Qué coño serán los paquetes de los envíos especiales? Eso es otra historia, Adolfo le contó a la policía todos los servicios de los últimos días, notó que le habían estado siguiendo al ser interrogado uno a uno sus servicios. Al explicar el envío especial, la forma de trabajar, entendieron que él no sabía nada. Parece que ellos sí. La prensa no fue informada de otras detenciones relacionadas. Adolfo tampoco. Las hubo, eso es otra historia.





1 comentario:

  1. te echaba de menos, muy conseguido el relato ¿premonitorio? un abrazo

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