2.7.22

Esperando a las musas



 

El atardecer se hace de rogar, Los días de finales de junio se hacen eternos, tanta luz con ese exceso de claridad me aturden. Necesito entrar en la hora bruja, cuando las palabras se unen por la magia de la estilográfica. Desconozco la razón por la que las musas solo me visitan en la noche abandonando mi inspiración con los primeros rayos de luz en la mañana. El verano me priva de creatividad, consecuencia de tener pocas horas nocturnas durante el periodo estival.

 

Asomado a la terraza con vistas al mar, anhelo el momento en que el sol se vuelve naranja tras el horizonte provocando el inicio de esa brisa agradable que necesito para aliviar estas temperaturas.

 

Mantengo la mirada fija en el horizonte tras unas gafas oscuras, calculo que faltan menos de cinco minutos. El aire, todavía un tanto caliente, comienza a mover las banderas izadas junto a la piscina del hotel. Siento la vibración de la estilográfica impaciente por librarse de su capucha para dictar la magia y completar ese mundo imaginario que rueda alrededor de mi cabeza sin conseguir ordenarse hasta que la oscuridad domina el mundo y bajo la tenue luz del flexo relleno las hojas del cuaderno.

 

La trama avanza junto con los personajes que viven y mueren por amor a esa historia que agoniza. Cada libro necesita para ver la luz un embarazo por su duración y por los picos hormonales que me provocan. Este libro se terminará con un final desgarrador, quiero sorprender a mis lectores y finalizar la novela de manera diferente a las anteriores.

 

Y tras el proceso de creación llega el trabajo, vender el manuscrito a las editoriales, esperar que se lo lean, lo valoren, les guste, negociemos condiciones económicas, campañas publicitarias y estar disponible durante semanas para la promoción. Escribir es un placer doloroso, lo que llega después es un trabajo largo y agotador. Cuando el arte se acaba, nace la obligación. Ganas me entran de guardar el manuscrito en el cajón y olvidarme del proceso posterior que demuestra que el que menos valor tiene en la cadena es el autor. ¿Un euro por ejemplar vendido?, ¿acaso ese euro paga el esfuerzo creador?

 

Mi solidaridad con los trabajadores del campo que tras un año cultivando y cuidando de su siembra, venden el fruto de su cosecha por muy poco dinero para ver posteriormente expuesto su producto en los mercados a un precio muy superior.

2 comentarios:

  1. Es maravilloso cuando te envuelven las musas y con ese efecto inspirador consigan que la pluma ,mágicamente , plasme en un escrito todo nuestro mundo imaginario. A pesar del esfuerzo, el trabajo que conlleva, que ese escrito vea la luz, es con el paso del tiempo el que da verdadero valor

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  2. Que bonito que las musas te visiten y consigan ese efecto mágico en la pluma que plasma nuestro mundo imaginario. El valor de lo escrito toma importancia con el tiempo, donde encuentra el significado de lo escrito en el presente...

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  Joe, simplemente Joe. Omitiendo, desde siempre, el rango familiar de tío. Recuerdo tu aterrizaje entre la familia cuando Ana, también sin ...