1.5.20

Pensamiento único doctrinario



¿Te has sentido atacado alguna vez de manera injusta?¿Has sido víctima de las consecuencia de una difamación?¿De una calumnia?¿Sabes convivir con la sensación de la indefensión?

Mi amigo Carlos, sí.

Francis Bacon sintetizó en 1625 con una frase lapidaria la ancestral técnica utilizada desde que el hombre se refugiaba en las cavernas para desprestigiar y atacar a un semejante. "Difama que algo queda". 

En la antigua Roma esta estrategia de comunicación y ataque político se popularizó hasta alcanzar su madurez más refinada. En una época donde una minoría culta, formada y elitista dominaba un imperio de ciudadanos poco formados, la tergiversación y las mal intencionadas informaciones sin necesidad de contraste eran fáciles de dirigir contra un objetivo concreto, las masas se encargaban de hacer justicia y sin ser conscientes de estar siendo utilizadas, cumplían los objetivos de la elite, esa a la que despreciaban y temían por igual. 

Napoleón Bonaparte resumió el libro "El Príncipe" de Nicolás Maquiavelo con una frase escrita, por el propio Emperador, en la última página del libro, que todos recordamos por haberla escuchado en alguna ocasión. "El fin justifica los medios". 

En pleno siglo XXI entidades del pensamiento único doctrinario han recuperado y unido ambas líneas de actuación, amparándose en la libertad de expresión, en sus capacidades de comunicación utilizando las redes sociales y otorgándose la exclusividad de la lucha por ayudar a los oprimidos y débiles. Estas entidades que se permiten el lujo de aconsejar y amenazar por igual, no tienen reparo moral en utilizar la difamación, utilizar una argumentación tergiversada, un relato ficticio con el único fin de crear una sensación de credibilidad, marcar como objetivo a mi amigo Carlos solo para dar falsa apariencia de verdad a su bulo. Anteriormente se encargaron de describir a sus huestes de seguidores a Carlos como la encarnación del enemigo identificándole como el único culpable de todos los males que soportan en la vida. En este caso laboral.

La difamación, convertida en arma arrojadiza con el único fin que perjudicar a la persona elegida como rival, deformar su imagen pública y desprestigiarle ante los compañeros, la encuentras en varias comunicaciones enviadas por determinadas Entidades de marca sectarias y "progresistas" que necesitan crearse enemigos externos para justificar su existencia.

Para ello novelan una historia de protección a su colectivo afín a costa del honor, la paz, la imagen y el sosiego de otra persona, no importa, ellos son mayoría, siempre tienen razón, pueden publicar lo que se les antoje. La otra parte no replica, prudente que es. Tiene abierto el camino judicial, incompatible con su derecho a olvidar y que le olviden. Sus trámites son lentos y le obligaría a revivir de nuevo la ofensa. Tentado se encuentra por defenderse aún  sabiendo que de hacerlo su disgusto de un día se prolongaría por varias jornadas debido a la reacción amplificada de la caverna progresista herida en su orgullo. Reaccionarán de la única manera que conocen, multiplicando sus ataques injustos y extendiendo sus bulos con la esperanza de que a fuerza de repetirlos consigan que se conviertan en realidad.  

Escriben creyéndose periodistas sin cumplir su código de buenas prácticas,  incluso el más inexperto plumilla conoce la obligación de contrastar la información antes de publicar la noticia. En el caso del pensamiento único doctrinario, se permiten el lujo de publicar lo que dicta su ideología sin contrastar la realidad de la vida. En las ocasiones que sienten una reacción contraria por parte de los lectores reaccionan explorando entre sus adeptos una minúscula confirmación de la parte más infinitesimal de su libreto. Si encuentran a una sola persona que les garantice, aunque sea de oídas, su versión, lo celebran con alegría pues entienden que se ratifica su historia inventada. En el caso que decenas de personas opinen y hagan conocer su disconformidad con lo publicado. Se inventan una nueva excusa. "Os habrá obligado a escribir la réplica" 

Pobre Carlos, hoy es 1 de mayo, Día del Trabajo. Sí, también del tuyo. Ten por seguro que gracias a tu labor, cientos de familias consiguen la mejor retribución posible gracias a tu ayuda para superar los retos y crecer en un mercado competitivo. Celebra tu día sin la compañía de la caverna ideológica. Te mando un abrazo muy fuerte lleno de comprensión, humanidad y compañerismo. 

Algunos de estos reaccionarios de plumilla celebran hoy el día de fiesta, lo hacen ciegos e incapaces de ver las consecuencias de sus actos del presente, no alcanzan a ver que el futuro les reserva la peor salida, la indiferencia social, entre otras cosas por el descrédito que supone ser origen de bulos y tácticas propias de dictaduras. Pido un minuto de lástima por ellos. Su tiempo ha pasado. Descansen en paz.

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