1.4.20

Un mundo nuevo. Capítulo 2


Capítulo 2
El avión presidencial toma tierra en el aeropuerto de Tokyo, una lluvia fina acompaña el descenso de John por la escalera acoplada a la nave. Abajo en la pista le aguarda una representación del Gobierno japonés y de la Embajada. Una pequeña guarnición de soldados de la Guardia Imperial japonesa rinde honores al invitado principal.
Los paraguas deslucen el momento, las televisiones se deben conformar con breves imágenes de un protocolo reducido al máximo. John sube a su coche blindado y sale escoltado por un convoy numeroso de vehículos de color negro.
Durante el trayecto hasta la Embajada que es donde va a fijar su residencia, atiende al teléfono mientras intenta aprovechar el camino para ver algo de vida en Tokyo. La caravana se desplaza con rapidez facilitada por el camino libre que le han marcado los agentes de policía de la capital. Calles reservadas al paso de los dirigentes asistentes al Foro mundial.
- Sí, cariño, ya hemos llegado. Está lloviendo. ¿Has podido descansar? ¿Que allí son las 6 de la mañana? Siento haberte despertado. Que pases un buen día.
Últimamente su matrimonio se tambalea, los siete años de mandato le pasan factura. Molly le apoyó desde el principio desconociendo dónde se estaba metiendo, jornadas casi interminables y multitud de reuniones sin respetar horas ni días de descanso. Le costó mucho acostumbrarse a vivir rodeada de escoltas, funcionarios y personas de servicio y sobre todo estar sin hacer nada. Molly estudiante brillante en la Universidad de Harvard, graduada en Derecho con honores, trabajó en un importante bufete internacional con sede en Boston del que tuvo que solicitar una licencia laboral mientras durara el cargo de su marido. Ella acostumbrada a negociaciones complejas entre sociedades, se encontró como muñeca de adorno del Presidente, la Primera Dama, sinónimo de mujer sin cargo y sin contenido específico salvo el de acompañar a su marido en los actos oficiales que lo requieran. Tras meses donde el ocio la consumía, decidió abrir la puerta de la Casa Presidencial a organizaciones que se dedican a ayudar a las personas, al medio ambiente o la lucha contra las enfermedades. Siendo la Presidencia del partido Republicano en un principio chocó bastante su dedicación social, Molly se mantuvo firme ante las insinuaciones de John muy dirigidas desde el partido. John siempre admiró la dedicación con la que emprende cualquier proyecto su mujer y no olvida de la mentalidad cercana a los Demócratas de Molly. Llegaron a un pacto, ella se dedica a su labor y serán los responsables de comunicación de la Casa Blanca los que deciden la repercusión mediática de cada aparición de la Primera Dama.  El Gabinete de Comunicación no sabe medir la capacidad de comunicación que tienen las redes sociales y el uso de ella que realizan las organizaciones en sus reuniones con la Primera Dama. El Servicio de Seguridad sospecha de la complicidad e incluso facilidades que presta la Dama insinuando cómo pueden utilizar de manera eficaz su aparición. Han llegado a detectar reuniones publicadas en facebook en tiempo real.
Molly pasa mucho tiempo sola ya que sus hijos, ya mayores, viven independientes en sus propias vidas y unido a las largas temporadas que John se pasa lejos de Casa, decidió hace años escaparse a su segunda residencia en Boston. Una confortable casa de madera de porche delantero, muy atractivo para el verano, con tres habitaciones y un espacioso salón con cocina incorporada en el centro de una zona boscosa en West Boyltson con su enorme lago a tiro de un breve paseo. Allí coincide con los pocos vecinos de la zona y disfruta de momentos de paz. Lee, incluso estudia nuevos casos jurídicos, su auténtica pasión. Aprovecha esa paz para concentrarse en la escritura de un libro sobre estrategias legales y modos de negociación. A estas alturas de la vida y de la legislatura, John se ha convertido en una parte prescindible de su vida. Ya ni comparten confidencias, la conversación de John es breve y siempre con problemas de gobernanza matizados por la obligación de guardar secretos de Estado.
John una vez en el interior de la Embajada, se entretiene saludando de uno en uno al personal que le recibe, funcionarios, marines, diplomáticos, empleados de apoyo, cada uno recibe sus segundos de importancia. Esto lo hace muy bien, su habilidad cercana le convierte en un Presidente muy popular, por encima de los comentarios que emiten sobre él los sesudos comentaristas políticos de las televisiones.
Una vez termina con los saludos al personal, hace un gesto al Embajador suficiente como para iniciar cuanto antes una reunión. Demanda estar al día de la situación de las relaciones bilaterales con Japón así como la actualidad del país y la sensaciones captadas por el personal de la Embajada en sus contactos diarios con japoneses de todos los sectores.
- Señor Presidente, le hemos preparado un dossier con la situación actual de Japón, su economía, sociología, ambiente y las relaciones con nuestro país.
- Gracias Tom, luego le echaré un vistazo antes de la cena informal con el Primer Ministro. Prefiero que me hagas un resumen verbal, me gustaría descansar un poco antes de la cena.
- Desde luego Señor Presidente. La economía japonesa se mantiene en el mismo ritmo de actuación de los últimos años, estable y con muchos nexos de unión con nosotros. Son pioneros en tecnología y en cosmética. Curiosamente se resisten al uso de las tarjetas de crédito u otros medios de pago electrónicos, aman el efectivo. En esto se parecen mucho a los americanos. La población muy longeva dispone de una protección social de los ancianos tradicionalmente injusta dependiendo de dónde ha desarrollado su actividad laboral cada persona, vemos muchos ancianos necesitados de completar su pequeña pensión con trabajos de poca especialización. De mantener su ritmo de crecimiento demográfico en dos generaciones tendrán problemas de espacio para poder vivir todos en sus islas. Bilateralmente nuestras relaciones son muy fluidas, cómodas y es un aliado fiel, solo nos demanda en virtud de los acuerdos posteriores a la Segunda Guerra Mundial que le garanticemos su inmunidad frente a las amenazas reiteradas que sufre de su cercano vecino Corea del Norte.
- ¿El gordo? Ese es inofensivo, un perro ladrador nada más
El Embajador asiente terminando su resumen de pinceladas liberando al Presidente para su descanso.
El Primer Ministro japonés invita al Presidente a una cena privada en su residencia servida en la tradicional mesa baja con numerosos platos típicos del país eligiendo para ello los más conocidos por los occidentales en un intento como anfitrión de hacerle reconocible el menú. Gyoza, Yakitori, Takoyaki, Yakisoba y Tempura todo acompañado de su típico arroz cocido, regado con un excelente vino Koshu. Ambos mandatarios se sienten cómodos en su intimidad, John en privado es un excelente conversador, sonriente y amable admite el ritmo de la velada marcado por el anfitrión. Al inicio de la cena, le ha traído como regalo un álbum de fotos, la mayoría dedicadas, de las figuras del campeonato nacional de beisbol del que el Primer Ministro es un asiduo seguidor, se le conoce su fanatismo por los Boston Red Sox desde su paso por la ciudad americana durante su postgrado.
El protocolo exige no hablar de negocios, religión o política en estas cenas la conversación gira desde la familia a gustos deportivos, preferencias para las vacaciones e incluso amores de la juventud. Es bueno conocer a la persona antes que al personaje, Atsushi Takata lleva su filosofía a gala, prefiere ganarse a un amigo antes de las negociaciones, siempre ganas desde la parte emocional del conflicto. Tanto John como Atsushi tienen puntos en común suficientes como para sentirse cómodos uno con el otro. Ceremoniosamente terminan la cena y tras la puerta corredera de madera aparece paciente Kaiyo la hija mayor del Primer Ministro de unos once años quien ayuda a John a calzarse sus pesadas botas vaqueras, le tiende su abrigo un instante antes de la salida del apartamento. No deja de sorprenderle a John que el Primer Ministro viva en un apartamento de poco más de setenta metros cuadrados. Su despacho oval es más grande.
John regresa a la Embajada de muy buen humor, la cena ha estado bien y eso que se queda con apetito, en su destino se encargarán de solucionarlo. 
Le recibe su Secretario de Estado, presente en Tokyo desde apenas dos horas antes.
- ¿Cómo ha ido?¿Te ha embrujado?
- No te diría yo que no. Tiene dos hijos, niña de once y niño de ocho, muy agradable, educado y con un dominio de nuestro idioma perfecto, estudió en Harvard un postgrado en Relaciones Internacionales. Le encanta la música, la pintura tradicional japonesa y adora viajar. Simpático, muy agradable, la típica persona con quien compartiría unas vacaciones en familia.
- Ese efecto produce, no te dejes embaucar pues aprovechará y muy bien esa buena impresión que te ha causado para conseguir alguna mejora a su favor
- Tampoco creo que sea quien más pida
- Eso es cierto, entra dentro de lo posible que las demandas de Japón entren en conflicto con alguna de sus naciones vecinas, Corea del Norte, China o Rusia. 
- Japón es un aliado fiel que no pide mucho, salvo seguridad
- Que es la parte más cara del pastel del gasto
- Cierto, cierto. Tom me voy a la cama estoy muy cansado
- Hasta mañana Señor Presidente

Esa misma tarde aterriza en el mismo aeropuerto el transporte especial del Presidente ruso. Vasili Ivanov con menos corte a su alrededor  que el mandatario americano y con mucho más servicio de seguridad. Le recibe la misma agua nieve a penas una hora y media más tarde. Casi anochecido, le recibe también el Primer Ministro japonés, justo media hora antes de su cena con John Marllow. 
Vasili desciende con pausa la escalinata de su enorme avión de 60 metros de longitud, moderno y poderoso signo de la imagen de la Madre Rusia ante el mundo. Tras él descienden manteniendo la distancia un reducido grupo de colaboradores. Por la puerta de proa aparece el resto del equipo, les acompañan dos modelos rusas vestidas de fiesta, nota de color rodeadas de trajes grises. El detalle no pasa desapercibido por los vigilantes de los servicios de seguridad de varias delegaciones, americanos, británicos, israelíes, chinos y los propios japoneses. Un truco propio de los prestidigitadores, distraer al púbico con impulsos atractivos con el fin de quitar de su atención el truco, en este caso, dos colaboradores de gris, gorro y paraguas sujeto muy bajo. No se les puede distinguir sus caras de raza asiática. Una de las modelos se mueve con rapidez, riendo desenfadadamente, su gabardina sin abrochar descubre un vestido minúsculo que sin llegar a deslizarse del todo permite escaparse un pecho torneado, firme del tamaño de un puño. La belleza del descuido mueve los teleobjetivos de las cámaras de seguimiento hasta que ambas modelos se acomodan en el asiento posterior de un coche negro oficial, el resto del equipo gris se suben a un autobús con las cortinas cerradas para impedir las miradas desde el exterior.
Vasili dedica unos minutos bajo la lluvia fría para hablar con Atsushi, saludar a la escasa prensa antes de acomodarse en su vehículo blindado. También elige su embajada como residencia durante los tres días de encuentros.
Persona de aprovechar el tiempo, cenó a bordo de su avión, dedica la tarde a recibir por turnos a sus colaboradores especialistas en cada uno de los mandatarios presentes en el Foro, preferentemente estudia a sus  principales contrincantes, las grandes potencias, en particular China que es quien más le preocupa por vecindad y potencial. Al americano lo tiene muy visto e incluso algún negocio conjunto han realizado, poderoso y juguetón, piensa que le puede domar o al menos, controlar. Tras repasar como cada especialista la visión de las estrategias negociadoras, hace llamar al General Andrei Volkov, Ministro de la Guerra.


Xiao Pi decide viajar a Japón en el mismo día del inicio de la cumbre, prefiere estar en casa, Taoísta convencido, dedica una hora por las tardes a meditar sobre el equilibro de las tres fuerzas, la pasiva o Yin, la activa o Yang y la tercera, la conciliadora y más fuerte, el Tao. Tiene un anhelo interior muy arraigado, encontrar el Tao en las relaciones internacionales, por ello se autocensura su exceso de utilización del Yang. Su cargo y responsabilidad obligan a forzar el equilibrio universal en aras a mejorar el equilibrio de su gran país. Cosas del poder y de las decisiones políticas. En su intimidad se reprocha su falta de Tao y añora sus deseos de juventud de dedicar su vida a la enseñanza de jóvenes ilusionados. La política le atrapó y el deseo de poder le embaucó hasta el tuétano. Ese deseo la ha traído hasta aquí, entre las tres personas más poderosas del planeta, al timón de la nación más poblada y más rápidamente modernizada.
Sobre su escritorio, dispuestos para su último repaso, unos pocos folios desordenados con las líneas maestras que va a defender en el Foro mundial, las conoce de memoria, no en vano influyó en su línea argumental. No difieren en mucho respecto a los anteriores e inútiles Foros mundiales, libertad comercial, control de cambios y legislación permisiva para instalar industrias contaminantes y la demanda histórica sobre su hegemonía sobre la isla de Taiwan. Nada nuevo en su visión de la estrategia global que beneficia al gigante asiático, para qué cambiar las cosas si está dando resultados. Le preocupa las tensiones comerciales con los americanos, amagadas con conatos de presión real como el caso del sistema operativo Android que perjudicó las ventas de los móviles chinos durante un par de meses, bravatas de pobre. China sigue siendo el mayor acreedor financiero norteamericano y su mayor proveedor industrial, siente que les tiene cogidos por los huevos, grite o bufe lo que quiera el Sr. Marllow.
Tras su hora de meditación, acude a su dormitorio, tras pasar su ritual de buenas noches por el de su mujer. Decidieron separar sus estancias tras sufrir en varias ocasiones interrupciones del sueño por crisis en cualquier lugar del mundo que los colaboradores entendieron que Xiao debía ser informado en tiempo real. La Sra Pi sufre de insomnio y una vez despertada no concilia el sueño lo que la altera mucho a sus sesenta años le cambia el humor hasta el límite de convertirla en una persona insoportable cuando no duerme. El humor de la Sra Pi afecta a toda la residencia presidencial y especialmente a su amado esposo que se desvive por ella.


Simultáneamente en Madrid, es medio día, Adolfo atiende a una clienta que le plantea dudas sobre cómo conservar un par de semanas más la flor de pascua que comienza a perder sus pétalos. Bastante ha durado, estamos a diecinueve de enero y lo normal es que como mucho sobrevivan una semana más después de la fiesta de Reyes Magos. Intenta vender alguna planta más adecuada para interior, no lo consigue, la señora solo quiere conseguir consejos gratis y no está en sus planes gastar dinero. Afortunadamente entra en sacristán de la Parroquia de San Joaquín y Santa Ana, su mejor cliente. Buena señal, algún pedido superior al habitual de todas las semanas para el que no se desplaza, simplemente se confirma tácitamente cada viernes en la entrega y antes de ayer no le dijo nada.
- Buenos días Rafael. Adiós señora que tenga un buen día. Ha logrado quitarse de encima a la pesada que no quiere comprar
- Buenos días Adolfo, estamos fuera de temporada de bodas pero mira tú que se ha puesto de moda casarse en nuestro altar y tenemos varias solicitudes para el invierno. Don Evaristo, el párroco, ha decidido fijar un día al mes para estos enlaces y va a ser el último sábado del mes. Te iré confirmando con tiempo y para eso vengo, el sábado próximo tenemos cuatro enlaces, alguno de extranjeros, le hemos dado tu  contacto y vendrán entre lunes y martes para hacerte el encargo y pagarte cada uno su parte
- Fenomenal, la verdad es que me viene muy bien pues este mes está siendo muy malo en ventas
- Me alegro hijo, hasta pronto

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Buen viaje, Joe

  Joe, simplemente Joe. Omitiendo, desde siempre, el rango familiar de tío. Recuerdo tu aterrizaje entre la familia cuando Ana, también sin ...