30.1.21

Tu mano (microrrelato)





Abrí los ojos y delante de mí, tu mano extendida, llama la atención por las uñas perfectamente cortadas, las venas marcadas dibujando caminos de aspecto varonil y rodeando la muñeca una pulsera de cuerda con los colores de la bandera nacional que te regalé yo por tu cumpleaños. 

Acepto tu mano y noto cómo me acoges, cómo me regalas seguridad y sosiego. Olvido el dolor del golpe en las rodillas por la caída, siento la paz que transmites, me llevas a un mundo seguro, a tu mundo.

Desde el día del accidente, solo yo disfruto del poder para verte, mamá lucha por no olvidarte, toda la casa es un santuario en tu nombre. “Su maldita afición por la bicicleta”, murmura para sí cuando piensa que yo no escucho. Si supiera que te puedo ver, otra vida llevaría. Mi bicicleta la vendió por wallapop y todo lo relacionado con las dos ruedas, también. Le duele ver ciclistas por la carretera, les grita: “que os van a matar, que os van a matar”. Te veo sonreír, sé que la entiendes. Tus manos huelen a ti. Gracias por no abandonarnos.

15.1.21

Así comienza mi nueva novela

 



Un hombre encuentra un cuerpo descuartizado sin cabeza

El Diario. Madrid, sábado 9 de enero de 2021


Un hombre de 30 años vecino de Aluche (Madrid) encontró anoche en un contenedor de basura de la calle de Valmojado el cuerpo descuartizado de un varón desnudo de unos 35 años años de edad, el cuerpo estaba dentro en una caja de cartón que había servido para transportar un televisor de gran tamaño, seguramente el regalo de Reyes de alguna familia cercana.


La policía, al abrir el paquete, encontró varias bolsas de plástico de color azul con diversos trozos del cuerpo, salvo la cabeza, las manos y los pies. Los agentes han ampliado el radio de búsqueda al resto de contenedores de la zona con la intención de hallar el resto del cuerpo, hasta ahora sin resultado. 


El cuerpo presenta dos profundas puñaladas en el pecho a la altura del hígado, parece que no son la causa de la muerte, al menos de manera inmediata. Según fuentes policiales, pudo ser asesinado entre las doce del mediodía y las cuatro de la tarde del pasado miércoles, día de Reyes. Se sospecha que fue arrojado al contenedor hacia las siete de la tarde, en esta época del año a esa hora ya ha  anochecido. 


La policía no ha encontrado a ningún vecino que haya presenciado algo pese a que para depositar ese paquete tan voluminoso y pesado se necesitan, al menos, dos personas. 


Un funcionario de la comisión judicial que acudió al lugar de los hechos indicó a los vecinos que el cadáver correspondía a un hombre de complexión fuerte, de unos 30-35 años y con estatura aproximada de 1,80. 


Se sospecha que los autores del crimen se deshicieron de la cabeza y las manos por ser elementos fundamentales para la identificación del fallecido.

10.1.21

Temporal en Madrid

       



       La nevada histórica que llevaban anunciando en las noticas los últimos días se ha cumplido, treinta horas de caída de copos blancos sin un minuto de respiro. No hemos visto nada igual en nuestras vidas, los mayores intentan recordar acontecimientos similares ocurridos hace años y no se ponen de acuerdo sobre cual fue más grande. Lo cierto es que esta es enorme.

Los primeros copos aparecieron antes de la hora de comer del viernes y como suele ocurrir en estas latitudes, apenas cuajó, los copos mutan a estado líquido en cuanto se posan en calzada, acera, vehículos o tejados. Solo a base de insistir en la caída el mundo vegetal comienza a admitir la acumulación de nieve entre sus ramas y hojas. 

Tres horas más tarde, coincidiendo con el final de la jornada laboral en muchas de las empresas se empezó a acumular en el suelo y sobre los coches estacionados en la calle. La estampa de las calles era de postal, diez o doce centímetros de espesor blanco y frío cubría todas las superficies expuestas. Y la nieve seguía cayendo sin parar, a un ritmo suave y constante. Padres con hijos en el final de sus vacaciones de Navidad aprovechan para jugar con la nieve y esculpir muñecos en los parques y jardines. Los que cumplen su horario laboral salen como todos los viernes a la hora de comer y se enfrentan al camino de regreso a casa con la circulación cada vez más complicada por la acumulación de copos en la calzada y la inexperiencia al volante en situaciones invernales de los conductores por estas latitudes. Viernes es sinónimo de atasco por las carreteras de la ciudad, el resto de días la vuelta a casa se reparte entre las tres y las ocho lo que se traduce en mucho tráfico continuo con apenas interrupciones. Los viernes todos salen a las dos y media. Los diseños de las carreteras no contemplan este flujo concentrado y aparecen los parones y atascos en los trayectos. Hoy con la nieve, mucho peor.

Agustín ha conseguido escaparse un poco antes de la oficina, suerte que no hay ningún jefe al frente hasta el próximo lunes. Todos disfrutan de días de descanso tras un año muy jodido de trabajo por culpa de este virus que ha venido a visitarnos para recordar que no somos inmortales. Sobrelleva la mañana con un café bebido y media tostada con tomate. Hoy se ha perdonado la tostada, como todos los meses de enero, lucha contra la obesidad tras unas navidades repletas de calorías y alcohol. Sus pantalones han cerrado con dificultad y él sabe que o recupera su figura de hace un mes o peligra todo su armario por obsoleto. Tiene tanta hambre que su estómago se lo recuerda con quejidos de demanda. Sube al coche decidido a llegar a casa para un fin de semana casero en compañía de Susana quien hoy no ha ido a trabajar presencialmente, los viernes teletrabaja.

Agustín es contrario al teletrabajo, le cuesta organizarse sin poder relacionarse en persona con los compañeros y clientes, él que es muy del trato humano no lleva bien las reuniones por video, el consigue mejores resultados y es más convincente entre personas que entre pantallas. Además en teletrabajo no tienes un segundo libre. Entre video y video trabajas para el hogar, te escapas cinco minutos para comprar el pan, recibes al mensajero de las compras a distancia, pones la lavadora, tiendes la ropa, preparas algo de comida, vamos un sin parar de hacer junto con la sucesión de reuniones virtuales convocadas más por la necesidad de mantener contacto entre los compañeros que para lograr avances concretos. No tiene tiempo para desarrollar sus proyectos. Cuando termina su jornada es cuando deja de sonar el teléfono y el ordenador, en esa tranquilidad puede dedicar dos o tres horas para cumplir con sus requerimientos de trabajo. Al final una prolongación de jornada obligada por la falta de productividad creada con la sucesión de reuniones diarias. No es un sistema eficiente ni respetuoso con la conciliación familiar. 

Su relación con Susana se ha resentido durante los meses del confinamiento, el no salir de casa dedicando horas y horas a reuniones telemáticas junto con la obligación de la entrega de responsabilidades les restó tiempo de relación agotando sus fuerzas hasta el punto de convertirlos en desechos humanos demandantes de sofá para dejar caer sus cuerpos agotados. La conversación se agotó junto con la paciencia ante el televisor. Todo es aburrido. La quiere por encima de todo, echa de menos ese momento previo a la cena cuando ambos se sonreían conscientes que empezaban sus horas en común, solos uno con el otro.

El atasco en la M40 es de campeonato, parece que ha ocurrido un accidente más adelante apenas avanzan unos metros por minuto. La nieve no para de caer, por ahora si te mantienes en la rodadura del coche precedente el coche se apoya en asfalto se puede circular. Fuera de la rodadura la nieve acumula ya más de quince centímetros de espesor.

Por el retrovisor nota a lo lejos la señal de luces intermitentes naranjas, divisa un camión quitanieves intentando avanzar por el carril de la izquierda. La hilera de vehículos que le preceden no consiguen desviarse al carril central que también está colapsado. Sin el quitanieves delante me temo que no vamos a poder seguir el camino. Dos agentes de la Guardia Civil de tráfico se acercan sobre sus motos con la señal de alarma azul encendida avisando de la urgencia. Conducen con habilidad entre los coches a pesar de la nieve acumulada. Su misión es liberar el carril izquierdo para permitir el avance del quitanieves. 

Las cuatro, el estómago de Agustín ha interrumpido su concierto demandando alimento consciente que hoy comerá con retraso. Lleva veinte minutos parado, la fila de coche no progresa, tras una hora de habilidad policial el quitanieves ha superado cuatrocientos metros en su camino hacia el inicio de la aglomeración. Cada vez cuesta más salir de la rodadura en la calzada. Algún coche ha resbalado al subir a la nieve y ha terminado chocando con otro complicando más la tarde. Echa mano del teléfono para avisar a Susana. 

Cariño no sé cuando llegaré. a casa, estamos totalmente parados en la carretera y aún no he llegado al túnel.

Susana le informa que lo que ha visto en las noticias y solo puede desearle suerte. Está todo muy complicado.

A las seis y cinco anochece en Madrid, en las últimas dos horas se ha acercado a casa quinientos metros, le restan doce kilómetros. La rodadura previa a los coches se ha perdido gracias al caer incesante de copos de nieve. Sobre el puente que atraviesa la autopista, perfectamente iluminado por las farolas, ve a personas esquiando disfrutando de la nieve. Hay gente para todo.

Las nueve de la noche, sobrevive Agustín gracias a la climatización del coche, menos mal que su depósito de gasolina está prácticamente lleno. Ya ni recuerda que tiene hambre, se entretiene repasando sus pertenencias. Ha vaciado la guantera, su cartera de documentos del trabajo e incluso se ha asomado al maletero para ver qué puede serle útil. Del maletero trae dos botellas de agua de medio litro, la reserva de las que utiliza para hidratarse mientras maneja el auto, los dos chalecos amarillo fosforescente de emergencia y un paquete de galletas pasadas de fecha con relleno de limón, recuerdo del viaje a Galicia del pasado mes de julio. Pocas cosas útiles, una navaja que siempre lleva en el coche, recuerdo de sus épocas de montañero, un corta uñas, un lápiz, tres bolígrafos, dos chupa chups y un cable para el móvil que aprovecha para conectar al coche y así recargar la batería del teléfono. Decide cenar un par de galletas y un caramelo de palo. Se raciona los alimentos ante la perspectiva de pasar la noche y parte de la mañana en el coche.

Susana le llama a las diez para ver cómo está, la conversación se prolonga por varios minutos, la conversación más larga que recuerda durante los últimos meses. La echa de menos, no solo hoy, sino la de antes, la del mes de julio en vacaciones. Sonriente, calmada, abierta, espontánea, libre para salir. El confinamiento les está pudiendo.

A las once decide tumbar su asiento, se pone el abrigo y los chalecos los utiliza para cubrir los pies. la calefacción a buena temperatura. Apaga la radio e intenta relajarse para dormir un poco. Tarda en conseguir el letargo de descanso, la postura y la situación no acompañan, serán las doce y media cuando cesan los ruidos de los coches vecinos y consigue dormirse. A las dos y cuarto, una mujer grita a unos metros de distancia. Se incorpora saliendo del vehículo, la nieve vence bajo su peso y le entierra por encima de los tobillos, un coche situado a treinta metros de distancia tiene la luz interior encendida, la puerta abierta y dos personas afuera agachadas. Otro grito, decide acercarse para ayudar en lo necesario.

Alicia se esfuerza en mantener la compostura, su hija ha decidido salir hoy al mundo para no perderse la nevada, adelanta dos semanas a las cuentas. Alicia tiene experiencia de otros dos partos previos, intenta hacerse dueña de la situación, en cambio Manuel su hermano está dominado por los nervios y la precipitación. La otra persona decide dejar hueco a Agustín pues no sabe bien qué hacer. Agustín avisa que regresa a su coche para llamar por el teléfono a emergencias.

112 ¿En qué puedo ayudarle?

Mire estamos atrapados en la M40 bajo el paso a nivel de El Pardo y una señora se ha puesto de parto

¿Se encuentra bien?

La veo muy tranquila, solo que los que estamos no sabemos cómo ayudarla

¿Puedo hablar con ella? 

Espere un momento que estoy a unos metros

Deja el teléfono en manos de Alicia quien con tranquilidad informa a emergencias de su situación, incluso del ritmo de las contracciones. Calcula que tiene para un par de horas. Le devuelve el teléfono y le aprieta la mano justo al coincidir con una contracción. Sus miradas se enlazan, la entiende a la primera. Su puesto está ahí, a su lado. Pasa al interior del coche sentándose en el asiento del conductor, de lado. Ofrece su mano a Alicia quien no duda en aferrarse a ella. Necesita un apoyo, sentir que es persona. Su hermano revolotea como una mariposa alrededor del coche hasta que Alicia le grita:

- ¡Manolo!, ¡Cierra la puta puerta!. ¡Se me está congelando todo!.

Una ambulancia del SUMMA aparece lentamente gracias a sus cadenas por encima del puente, aparca en la zona más cercana al terraplén de la derecha y dos personas bajan con cuidado la pequeña ladera para acercarse a la autopista. Llegan hasta el coche de Alicia, las seis de la mañana, en cosa de una hora comenzarán las primeras luces del día. Sigue nevando sin parar. Agustín regresa a su vehículo, la nieve depositada le llega hasta las rodillas. Está congelado y empapado de rodillas hasta los pies, sube la temperatura de la calefacción de su coche sin sentir alivio, el frío lo tiene dentro.

Con las primeras luces observa que prácticamente todos los coches están vacíos, sus ocupantes decidieron salir al anochecer para buscar refugio en algún lugar cercano. No se le ocurrió antes. Si lo hubiera hecho, Alicia no se habría sentido acompañada y solo habría tenido a la loca de su hermano. Gracias a la ayuda de dos Guardia Civiles que han llegado al lugar pudieron subir a Alicia hasta la ambulancia. 

Las diez de la mañana, abandono mi coche, según el google maps a dos kilómetros está una estación de metro. Un paseo de una hora y cuarto enterrándose en nieve hasta las rodillas a cada paso, empapado y con los zapatos destrozados consigue llegar hasta el suburbano. Dos horas más tarde entra en su casa. Susana le abraza con fuerza, como antes, le besa, como antes, le mima, como antes. Una noche separados por el temporal han necesitado los sentimientos para ponerse al día. Le prepara la bañera con agua muy caliente, sabe que Agustín se va a constipar, no es de aguantar mucho el frío. Unos minutos en el agua reparadora y comienza a recuperar sensaciones en los pies, los pinchazos en sus dedos le afirman que vuelven a la vida. Y no solo sus pies vuelven a la vida. Susana muy observadora comprueba el amanecer en el interior de la bañera, se anima hasta a compartir el agua. Los dos juntos comparten agua y temperatura. Todo vuelve a ser como antes. 

3.1.21

No me quiero casar

 



El golpe con la mano de mi padre sobre la mesa suena como un trueno, fuerte y brusco, imprevisto para todos surte su efecto, el silencio se apodera del comedor solo interrumpido por el tintineo de los cubiertos que reposan sobre los platos una vez terminadas las raciones del maravilloso postre de mi madre, merengue americano con natillas. 

Mis hermanos y mis cuñadas miran fijamente a mi padre, ellas con temor en sus miradas, nunca habían sentido ese gesto de rabia que nosotros, en cambio, sí tenemos grabado en nuestra memoria. Han sido pocas las veces que afloró y cada vez que ocurrió anticipó semanas de problemas.

¿Se puede saber a qué te estás refiriendo? Alza la voz mi padre dirigiéndose a mi. ¿Qué significa eso que no te vas a casar con Antonio Medina? 

Pues eso, que no me pienso casar con ningún Medina, ya sea Antonio ni con Juan que por cierto, es mucho más guapo. Mi tono consigo que se mantenga distendido y hasta suene como un relato de humor. 

- Estáis prometidos y que yo sepa se ha comportado como un caballero, atento y respetuoso

Ese es uno de los problemas, padre, yo creo que tampoco le gusto 

Cuando tu madre y yo nos casamos, tampoco teníamos mucho en común y con el tiempo aprendimos a convivir y surgió el cariño.

Mi madre, educada en su época, asiente con la cabeza sin emitir sonido alguno que pueda ser interpretado como una rectificación a su marido. Sus ojos me miran desde lo profundo, con una infinita pena. Sé que aunque no lo reconozca ella me apoya y piensa como yo.

Mis padres se casaron después de un noviazgo corto para la costumbre de la época, menos de un año. Con el pretexto del destino de mi padre como Inspector de Aduanas a Canarias anticiparon la boda por las prisas que le entraron a mi abuela materna, no fuera a ser que llegara a Canarias y una isleña, que las hay muy monas, se encargara de encandilar al joven Inspector, dejando a mi madre para vestir santos. Se casaron casi sin conocerse, sin amor compartido y sin experiencias que les sirvieran de comparación y aprendizaje. Su educación no les preparó para el matrimonio, ni para la convivencia ni la intimidad. Los primeros dos años, el tiempo que duró el destino isleño se convirtieron en un curso acelerado de relación, intimidad, conversación y toma de decisiones. La costumbre y el modelo social encajó piezas sin permitir a la pareja ajustar la realidad a sus gustos y necesidades. De esa manera mi madre hacía y decidía acerca de todo lo referente a la casa y labores domésticas. Mi padre las relaciones sociales, el ingreso por el trabajo y poseer la última palabra en cualquier discusión. En ese caldo nació mi hermano mayor, Ricardo como mi padre y se encargó a Rodrigo quien ya nació en Cádiz, el siguiente destino laboral de mi padre. Yo vine más tarde, la sorpresa, seis años después de Rodrigo, ya en Madrid.

Recuerdo mi infancia a mis hermanos mayores aprendiendo la vida saliendo y entrando de casa con amigos. Y yo bajo el cuidado de madre, jugaba con una muñeca bajo el brazo a imitar los gestos de mi madre, limpiar, planchar o cocinar. Cierto es que nos ayudaba Nati, una chica que mi padre había traído del pueblo de mis abuelos para que aprendiera algo en la capital. La pobre olía a bellotas desde lejos, inculta, sosa y fea como un verruga. Tenía una voz muy suave y era muy cariñosa. Todos los días me colmaba de abrazos, besos y caricias. Esos que mi madre nunca me daba. Yo aprendí que las damas no demuestran cariño.

Nunca vi a mis padres pasear cogidos de la mano, apoyada en el brazo de mi padre solo cuando iban a un acto social, si no, nunca. Nunca les vi besarse, ni compartir miradas de complicidad. Era una relación señor y señora al uso.

A mis diecisiete años mis padres organizaron la fiesta de puesta de largo, donde me presentaron en sociedad. Invitaron a todas ms amigas del colegio y a mucha gente que yo no conocía, del círculo laboral y social de mi padre. Que para esa época, además de su puesto como jefe de inspección de aduanas en el Ministerio, había abierto una empresa de importaciones y exportaciones junto con su socio Andrés Medina. Un alicantino muy espabilado que había hecho rico exportando calzado a los países del Este de Europa. En la fiesta me presentaron con mucho interés a Antonio Medina de veinte y dos años quien estaba terminando sus estudios de Economía y Derecho. Un chaval muy educado, tirando a pijo, buen olor y sin ninguna gracia en su conversación ni en su imagen. El contable fue el mote que le puse según me lo presentaron. Esa fiesta fue muy divertida, me lo pasé muy bien con mis amigas y sobre todo con el tonto de Raúl, un chuleta del barrio que estaba estudiando Historia en la Universidad gracias a un desconocido tío en América que le había becado para que fuera alguien de provecho. Raúl consigue hacerme reír  siempre, su conversación incluye chistes y giros inesperados que provocan la carcajada entre los oyentes. Guapete, sin pasarse, delgado y con una dentadura perfecta. Algo en lo que me fijo siempre en un hombre. Sus dientes.

Fue al final de la fiesta cuando mi padre me dio la noticia. 

Rosa, te hemos prometido con Antonio Medina 

¿El contable? Fue lo único que fui capaz de decir bajo los efectos de la sorpresa 

¿Contable? No, está estudiando Derecho y Economía. Será el futuro de nuestra empresa de exportaciones

No me gusta

Ya te gustará

La conversación terminó ahí. Tampoco le otorgué mucha importancia hasta que dos días más tarde se presenta Antonio en mi casa con un ramo de flores y me invita a pasear.

Nos dimos un largo paseo por el Parque del Retiro, se mostró nervioso y cortés. Se esforzó mucho por agradar, hablando sin parar acerca de sus planes, de su formación y de sus ideas sobre la familia, religión, orden social y una larga lista que yo diría tenía preparada con anticipación. Su mayor defecto lo encontré en que en ningún momento me preguntó sobre mis ideas respecto a todos sus temas. Dos horas después, ya de regreso a mi casa, intentó besarme en la mejilla como despedida. Me aparté y mantuve la distancia con mi mano apoyada en su pecho.

Debes saber que yo no soy como mi madre. Le dije notando el desconcierto en su mirada. No entendió lo que le quería decir. Por eso me vi obligada a ampliar mi mensaje

Ahora que por fin me permites hablar, te diré que no coincidimos en las ideas sobre familia, hijos, religión, orden social ni barrio para vivir. No has parado de hablar sobre tus preferencias, sin considerar las mías. Si buscas imponer tu voluntad en una mujer para que sea tu criada, madre y ocasionalmente amante; te equivocas conmigo. Quiero estudiar, ser independiente y no depender de un varón para sobrevivir. ¿Lo entiendes ahora? No sé a qué acuerdo han llegado nuestros padres, a mí no me han consultado y no estoy de acuerdo. Por mi parte, no hay noviazgo contigo. No me gustas.

Los ojos de Antonio se salen de sus órbitas, vino directo a tomar lo que era suyo sin pensar que yo tenía opinión. El pobre siguió las instrucciones de su padre y ni por un momento se planteó ir por su camino, pensar por él mismo. Antonio es una réplica en soso de su padre, piensa como su padre y viste de viejo como él. No ha aprendido a volar solo aún y por lo que demuestra su experiencia con mujeres en nula. El pobre su marchó con los ojos llorosos y su orgullo herido.

La comida se ha desarrollado en un clima apacible, mis cuñadas, ambas tradicionales en su papel de esposas sumisas se amoldaron enseguida al ambiente frío familiar. Elena, la mujer de Rodrigo, mucho más risueña que Amparo, nos alegra las conversaciones con su tono de voz melodioso y su risa contagiosa. Es la única que toca el brazo de su marido, aprovecha para hacerle algún cariño, incluso le besa si algo de lo que cuenta le llega al corazón. Me cae bien. Me gusta aprovechar el café en el salón, tras la comida, para juntarnos las chicas y poder hablar con mayor confianza.

Este domingo, la tensión ha crecido hasta límites insoportables para ellas. Mis hermanos deciden irse pronto dejándome a mí sola ante padre y madre. 

¿Sabes en qué situación me has dejado con tu idea de romper el compromiso?

Padre, su compromiso no el mío, en ningún momento se me ha preguntado, ni Vd ni él.

El bofetón me cruzó la cara dejando su mano marcada en mi mejilla. Mi madre chilló

¡RIcardo!

Su intervención hace el efecto de freno para la bofetada de vuelta. Paralizó a mi padre muy poco acostumbrado a que mi madre intervenga en decisión alguna. Se la queda mirando mientras acomoda su cuerpo hacia mi madre.

Te juro que como me toques va a ser la última vez que roces mi piel en tu vida. Muy digna fija mi madre su mirada en su marido.

Mi madre está desconocida para mí, enfrentándose a su marido que la dobla en kilos y mide casi cuarenta centímetros más que ella. Veo a mi padre que no sabe cómo reaccionar, nos mira alternativamente a cada una de nosotras y se marcha dando un portazo. Tiempo muerto.

Rosa, hija, tienes razón y te voy a apoyar. No voy a permitir que decida por ti como hicieron conmigo.

Mamá, no me voy a casar con Antonio y ahora mismo con nadie. Quiero estudiar como mis hermanos y buscarme una profesión. Si me caso, será por decisión propia y por amor, si lo encuentro. No quiero una vida como la tuya. Yo no valgo.

Déjame a tu padre a mí, sé como calmarle

Los muelles de la habitación de mis padres tocan la música del acuerdo, parece que mi madre conoce bien cómo negociar con mi padre. Nunca valoraré lo suficiente el sacrificio que supone para mi madre su entrega para domar a la fiera. Treinta y un años de matrimonio convencional fijados por las costumbres, lo que debe ser y los acuerdos de alcoba. Sin el aliño del amor ni el cariño.

No me voy a casar, repito en voz alta a mi imagen en el espejo mientras me aplico agua fría a la marca roja del tortazo de mi padre. Sé que es el último que voy a recibir. Mi madre está pagando por ello, vuelven a empezar. - Pobrecilla, ¡Cómo duele el desamor! - me repito para mí mientras cierro la puerta de mi habitación alejándome de los sonidos del acuerdo.

Admiro a mi madre por su determinación y sacrificio. Lo tengo claro, en 1960 ya es época que a las mujeres se nos valore por encima de nuestro papel de madres y criadas. Quiero estudiar. Ser independiente y que se me valore.


Nota: Rosa estudiará Derecho, consiguiendo calificaciones excelentes y convirtiéndose en una prestigiosa abogada laboralista ejerciendo principalmente defendiendo los intereses de mujeres trabajoras. Por cierto, se casará, le elegirá ella, pero eso es otra historia. La historia de mi abuela.

29.12.20

Regalo de Reyes

 


Primeros días de invierno, finales de diciembre, un día luminoso con unas pocas nubes decorando el azul inmenso del cielo de Madrid, uno de los cielos más bonitos del planeta. De Madrid al cielo recuerda el lema que describe la sensación que tienes en la capital de España. El cielo que echas de menos cuando te ausentas de casa. 

La mañana fría, muy fría, de ese frescor propio del fin de año. No falla, cielo despejado, helada nocturna. Los coches amanecen escarchados señalando el inicio de las frías madrugadas invernales.

Carlos acompaña a su padre hasta una nave hermana a otras muchas en un polígono industrial en Leganés, ciudad al sur de la capital. A las once de la mañana, tras el desayuno del joven al que no le gusta madrugar en vacaciones, parten en coche, veinte minutos de viaje en la mañana luminosa. Van a comprar el regalo de Reyes para Carlos, su nuevo piano eléctrico.

Al llegar a la nave industrial donde tiene su sede la tienda mejor surtida de instrumentos musicales de la comarca el ceño del padre traslada preocupación, el aparcamiento de cortesía para los clientes está prácticamente lleno, Tienen suerte al aprovechar el único hueco disponible. Una multitud de personas espera frente a la puerta del establecimiento. Se acercan ambos temerosos de lo que puede significar tantas personas. ¿Aforo completo?¿Que no han abierto?¿Cola para entrar?

Descubren que lo tienen muy bien organizado, junto a la puerta hay un dispensador de números consecutivos, como en las pescaderías. Sobre la puerta un marcador que indica el número que es atendido en la tienda. Tienen nueve por delante. Eso no explica el resto de personas que se encuentran esperando al sol en la zona del aparcamiento más alejada de la puerta, una veintena variopinta e incluso pintoresca. Un altavoz anuncia un nombre - Gustavo, guitarra - Un hombre superado los cincuenta vestido como un rockero, cazadora de cuero y pantalones vaqueros ceñidos con botas camperas negras se acerca hacia la puerta que se abre gracias al censor de movimiento. Un minuto después sale con una caja con una guitarra dibujada. Se le ve contento. Ha encontrado lo que deseaba. - Andrés, bajo eléctrico- Esta vez un melenas que no ha dedicado tiempo a peinarse, enfundado en unos pantalones de lycra muy apretados de color rojo y negro a rayas abrigado solo con una cazadora vaquera se acerca con un vaivén de hombros que bailan al ritmo de cada zancada. Dos minutos más tarde sale feliz con su adquisición, dos amigos vestidos de manera simular le esperan tras la valla del terreno. Algo comentan de un ensayo en el garaje. Marchan contentos con su nuevo instrumento.

La fila avanza rápida, en la tienda son ágiles. Por normativa COVID19 te atienden tras un mostrador protegido por una pantalla de metacrilato protector. No te permiten probar instrumentos con la excusa sanitaria. Carlos tiene clara su decisión, teclado de 88, marca, modelo y clase. Todo dicho de seguido. En este mundo de músicos todos parecen tener muy claras sus preferencias instrumentales. El padre hace su función, paga con la tarjeta de crédito y vuelta al exterior con la factura. En diez minutos les llamarán por el altavoz para recoger el pedido.

Pasea huyendo del frío un sesentón con una cazadora de piel color plata espacial con bolsillos negros. Está impaciente y helado, poca ropa lleva para protegerse de los escasos tres grados de temperatura. Una mujer pasada de carnes enlutada hasta los ojos golpea sus zapatones con alza buscando subir la temperatura de sus pies. Junto a ella, otro gótico alto, espigado y muy delgado sostiene una factura. Le nombran y tras un breve saltito inicia su camino para recoger lo que parece una mesa de mezclas. Un Dj.

Nos llaman, pasamos para recoger el teclado tan largo que obliga a plegar el asiento trasero del coche para ampliar el maletero.

- Gracias, papá. ¡Qué buen regalo! 

Espero que lo disfrutes. Ya nos tocarás algo a la familia

Claro

Carlos domina su impaciencia, en veinte minutos podrá probar su nueva adquisición. Su padre sonríe, le gusta verle feliz. Va dejando atrás la adolescencia y entra en el mundo adulto con decisión. Tras siete años de clases de piano, llegaron los años del cambio físico esos donde las hormonas rigen el intelecto en construcción. Dejó el ejercicio físico, abandonó el golf y aparcó el piano. Tras algo más de tres años, va recuperando sensaciones con las teclas y el golf. Va ganado seguridad en sus actos y en la toma de decisiones. Ha madurado muy rápido, su vida no ha sido fácil y elegir el camino adecuado supone esfuerzo y retos por alcanzar. 

Se le ve seguro frente a las teclas blancas y negras, juega con ella, disfruta con su nuevo sonido. Un nuevo mundo se abre, de replicar composiciones de otros, empieza a probar con sus propias creaciones. Un mundo por venir, un mundo por disfrutar.

Toca, toca que la música nos invite a volar.

Feliz regalo de Reyes.

20.12.20

10 palabras




Nicanor Parra, poeta chileno, dejó una frase para hacernos pensar: “Dime cuáles son para ti las diez palabras más bellas y te diré quién eres”.

Ejercicio que me atrevo a intentar y proponer.

Amor, responsabilidad, voluntario, generoso, esfuerzo, pasión, suspiro, sonrisa, abrazo, trabajo, vacaciones, viaje, ocio, atlético de madrid, golf, amistad, cariño, padre, hijo, nieto, sexo, mirada, observar, sonido, olor, sabor, cocinero, montaña, playa, mar, almeja, pescado, libro, ordenador, tecnología, paseo, mano, lunar, emprender, ayudar, exponer.

Mi elección de hoy es:

Amor, generosidad, esfuerzo, pasión, abrazo, amistad, hijo, olor, lunar, sexo

Ahora es tu turno, ¿Cuáles son tus elegidas?

Buen viaje, Joe

  Joe, simplemente Joe. Omitiendo, desde siempre, el rango familiar de tío. Recuerdo tu aterrizaje entre la familia cuando Ana, también sin ...