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25.1.20

Director de ventas

- ¿Qué pasa en tu equipo? Lleváis un mes desastroso en ventas con un cumplimiento de objetivos del 45% muy por debajo del resto de equipos de ventas. Laura, Directora Comercial de la compañía despacha en su reunión semanal con Alfredo, Jefe de Ventas de Castilla-León.
- Estamos gestionando muchas más visitas que en meses anteriores, explorando nuevos territorios incluso hemos analizado nuevos distribuidores en la provincia de Soria. Los tres propuestos los ha rechazado el Departamento Financiero. Eso son temas que nos consumen mucho tiempo y cero ventas
- Nos quedan dos semanas y te recomiendo centrar los esfuerzos en vender más, repasar los clientes principales que tengan menos pedidos que en la media de los meses anteriores.
- Ya los repasamos, los mayores clientes de la región acumularon pedidos en diciembre por varias razones, para gestionar su exceso de tesorería acumulando mercancía a precios del año pasado evitando la subida tradicional de enero, otros para minorar sus beneficios anticiparon las compras a diciembre con fin de subir los gastos para pagar menos a Hacienda. Por último, Stauffer Machinne, nuestro cliente número uno, nos ha anunciado que está en un proceso de fusión en su matriz que les afecta a la toma de decisiones en España. No han solicitado ningún producto. Mañana tengo cita con su Jefe de Compras, ¿si quieres venir conmigo?
- Por supuesto que iré contigo, cuatro ojos ven más que dos. ¿Sigue Amalio de Jefe?
- Sigue.
- Bien, conservamos una buena relación. Voy a Valladolid y quedamos una hora antes para repasar cifras. También nos podemos dar una vuelta discreta por el exterior de su nave para observar si hay cambios en la actividad.
- Entonces mañana nos vemos, esta tarde tengo una reunión con mi equipo para dar una vuelta a la situación, mañana te cuento.
Ambos cuelgan la llamada.

Alfredo está preocupado, no llegar al 80% del objetivo significa no llegar al mínimo para poder cobrar las comisiones de ventas del mes. Cierto es que en el mes de diciembre se salieron, finalizaron como el mejor Equipo de ventas con un 210% sobre el objetivo. Ese éxito, que cobrará el mes próximo, está condicionando el mes de enero. Necesita a su equipo para darle la vuelta y asegurarse conseguir el objetivo para poder cobrar su parte variable, la fundamental en su retribución.

Primera hora de la tarde coinciden los cuatro del Equipo en la sede en Valladolid, estas reuniones mejor tenerlas en persona. Todos centrados en el asunto en discusión, sin despistes. Las reuniones por teléfono son muy operativas para dar instrucciones y recomendaciones, en cambio a la hora de establecer debate o intervenciones múltiples son menos eficaces porque cada persona tiene muchos estímulos al otro lado de la línea que le distrae de lo fundamental.

Se sientan en círculo, utilizando unas sillas con tabla en forma de raqueta a la derecha para escribir. Alfredo prefiere reunirse en la pequeña sala de formación que en el despacho, Necesita unión de grupo, compromiso, soluciones. Evita el despacho para dejar la jerarquía aparentemente aparcada.

- Buenas tardes amigos, saluda. Hola Rosa, Esteban y Manuel

Todos contestan, se llevan bien, su relación es fluida dentro de los profesional. Tienen repartidos los territorios geográficamente, salvo Alfredo que lleva por ser el Jefe de Ventas a los mejores clientes de la provincia que sea. Incluso en su cartera de clientes, tiene uno de Madrid que su fábrica de producción se encuentra en Segovia. Rosa lleva Salamanca, Palencia y Zamora, Manuel se encarga de Burgos y Soria, Esteban Segovia y Avila y por último Alfredo lleva a los mejores clientes además de Valladolid y León.

- Organizamos esta reunión de seguimiento semanal de manera excepcional de forma presencial, os agradezco el esfuerzo de desplazamiento para coincidir todos y a esta hora. Estimo que podemos terminar a buena hora para permitiros regresar a casa sin que se haga muy de noche.
- No importa, Alfredo. ¿Laura está nerviosa?
- No es un problema de Laura, el problema es nuestro. Conocéis las ventas que llevamos este mes, a mitad de enero llevamos el 45% del objetivo y sabéis el peligro que tiene a estas alturas llevar tan poca facturación, estamos comprometiendo nuestra retribución variable si no conseguimos llegar al 80%
Rosa interviene
- Bueno, yo estoy al 90%, parece que el problema lo tenéis los demás
- El problema lo tenemos todos, Rosa, somos un equipo. Tu retribución depende de tus ventas y en un 25% también de las ventas de todo el Equipo. Recuerda que tu incentivo del pasado mes te benefició el cumplimiento conseguido con los mayores clientes que no gestionas precisamente tú. Estamos en un equipo y somos solidarios, dependemos todos un poco de todos. Y juntos podemos ayudarnos. ¿Qué os parece? ¿Alguna idea?
- Podemos reducir trabajos más administrativos que nos consumen tiempo y ninguna venta. Hemos perdido dos semanas muy valiosas visitando posibles distribuidores que nos han denegado, uno tras otro. Si no queremos distribuidores nuevos, ¿Para qué nos hacen perder el tiempo?. Manuel es el más afectado por la provincia de Soria. Lleva Soria y Burgos. Su carácter de castellano recio puede sonar seco y agresivo en su manera de expresarse, en el fondo es una buena persona, ruda, seca y sociable. De gran corazón, implicado, trabajador incansable mientras le centres. Tiende a dispersarse, el Jefe necesita indicarle los pasos siguientes para mantener la facturación.
- Entiendo lo que quieres indicar, sí podemos aparcar la captación de nuevos distribuidores para más adelante.
- La solución está en visitar a más clientes, Esteban todo lo soluciona con más visitas, bajar precios y hacer ofertas. Comercial agresivo muy querido por sus clientes quienes le tienen tomada la medida, solicitándoles descuentos, ofertas o retrasos en el pago continuamente.
- Rosa, ¿Qué se te ocurre?
- Yo me he listado en una hoja de cálculo las ventas de cada cliente mes a mes durante dos años. Comparo la venta media mensual, con los dos últimos meses de enero y si hay variación significativa, le visito, Ya sabes que cuando vas a ver al cliente, pasan cosas y generalmente vendes algo más
- Puedes asignarnos gestiones directamente a nosotros de los clientes minoritarios que habitualmente gestionan desde Madrid por teléfono. Propone Manuel. Podemos quedar la semana próxima y nos das los listados de contactos
- Dame un descuento que suponga reducir la subida de precios de enero y un poco más hasta un nivel interesante para nuestros clientes, que noten que comprar en enero le sale más barato que comprar en diciembre. Esteban mantiene su única estrategia, vender mucho a precios bajos.
Rosa se apunta a la idea de Manuel.
- Me parece bien asignarnos a clientes que llevan desde Madrid por teléfono. Puedes asignarnos lo de mayor potencial, les visitamos y las ventas que cerremos, para nosotros la comisión ¿Qué te parece Alfredo?
- En las cosas que están en mi mano, de acuerdo. Os asigno esta tarde un grupo de clientes gestionados desde Madrid, los que deberían estar ya por volumen de facturación en la cartera de un vendedor. ¿Os comprometéis a visitarles esta semana? De acuerdo
- ¿Alguna oferta? Esteban insiste en su idea de bajar precios
- No puedo Esteban, los márgenes se han estrechado mucho por los precios de las materias primas. Para otra ocasión. Tus clientes conocen perfectamente, porque lo siguen a diario, en qué niveles están las materias primas.
- Pues somos muy caros
- Y somos los que mejor producto tiene en el mercado ¿Eres capaz de vender sin tener el mejor precio?
Esteban calla y asiente con una gruñido de queja. Le toca trabajarse a sus contactos con la presión que es el vendedor con peor resultado en el mes.

Sigue Alfredo hablando
- Esta tarde me mandáis la planificación de visitas y el compromiso de ventas para la semana. Tengo la agenda abierta. Mañana a primera hora he quedado con Laura para ir a visitar a Stauffer, le comentaré nuestros compromisos y la estrategia para las próximas dos semanas. ¿Estamos? Entonces, vamos a ello.

Se marchan cada uno a sus dominios, dando vueltas al compromiso, la diferencia que tienen con la consecución mínima necesaria para cobrar incentivo mensual y su calendario de los próximos días.

Rosa, viuda, madre de dos hijas adolescentes, recibe una pensión mínima de viudedad y sus hijas de orfandad. El sueldo es muy básico y sin incentivo tiene muy difícil atender todas las necesidades de sus hijas y pagar el coche que necesita para sus viajes comerciales. Le da vueltas a la cabeza, tiene una dicotomía, tiene reservadas ventas para el próximo mes de febrero que le garantizan un mes tranquilo, no obstante si no colabora con el equipo, perjudica el 25% de su comisión y además se puede poner en contra a Alfredo pues sospechará en febrero, además él conoce muy bien a sus clientes ya que durante años fue el comercial de su zona. Ella le sustituyó. ¡Madre mía! ¿Qué hago pienso solo en mis hijas o también en el equipo?

Esteban marcha enfadado, recuerda las conversaciones que ha mantenido con sus clientes en el mes, le han recriminado todos que no les avisó de la subida de precios de enero y le están pensionando sin pedidos. Su estrategia fue no vender demasiado en diciembre, pues le valía con los pedido en marcha y buscaba asegurarse ventas para enero y de esta manera empezar bien el año en el comparativo con el resto de vendedores. Va a tener que disculparse con alguno antes que le lleguen las quejas a Laura. Por un instante pasa por su cabeza llamar a Alfredo y contarle la verdad. El por qué necesita un descuento. Entiende la presión al margen del precio de las materias primas. Le da una vuelta mientras para en una gasolinera con cafetería para repostar y merendar.

Manuel regresa a Burgos recordando qué clientes gestionados desde Madrid conoce de vista o de alguna parada para presentarse. Le vienen a la memoria tres que por situación y fama en su entorno pueden ser buenos clientes si se les gestiona correctamente. Marca el teléfono desde el volante de su coche.

- Alfredo, he recordado tres clientes gestionados desde Madrid que tienen potencial y les puedo visitar mañana. Están en la N-I uno en Aranda, otro en Lerma y recuerdo otro en el mismo Burgos
- Cuando pares revisa la asignación que te he mandado, si les echas en falta, me llamas y los incluimos, quitando otros. He elegido los cinco con mayor volumen de compras y con facturación creciente en los últimos años. En principio por potencial. Gracias Manuel. Estoy seguro que podemos resolver estos días con éxito. Si necesitas que te eche una mano con alguno de los clientes de Soria, no dudes en decírmelo. Voy a ir a Soria ver a los míos el viernes, ya que estoy allí, me paso
- Gracias, luego miro la asignación. Respecto a Soria tu ayuda siempre es bien recibida, pasé ayer mismo por allí, dudo que hayan cambiado sus necesidades, recuerda que ambos hicieron pedidos tan grandes a final de año que aún no han recibido la mercancía. Nos deben ayudar un poco más lo de Distribución.
- Hablo con ellos. Un abrazo

Según cuelga Alfredo, entra otra llamada. Esta vez Esteban quien le cuenta su problema. No le extraña, le conoce y sabe que necesita tiempo para ordenar sus pensamientos. Seguro que en la reunión de hace media hora no tenía cerebro ordenado como para exponerle su situación. 

- Esteban me cago en diez, ¿por qué no me lo has dicho antes? Estamos comprometidos. Sabes que ya te anticipé que estoy valorando cambiarte de zona porque tus clientes te han tomado la medida. Pero de eso ya hablaremos. Mañana estoy con Laura, veré qué le puedo sacar y a cambio de cuánto.

Al final, piensa Alfredo, somos un equipo, dependemos de las voluntades, habilidades y deseos individuales. Cada uno con su estrategia personal que no siempre coincide con las necesidades de la compañía. Lo triste para Alfredo es poner el contador a cero cada día uno de mes y volver a empezar,  el pasado no cuenta, tenemos que vender para ganar más y poder cobrar. El también tiene una familia que mantener y los años le pesan cada vez más. Entiende que la compañía no cuenta con él por edad y quizá por género. Se siente con más talento que muchos de sus compañeros y jefes, no se lo reconocen. Sí con palmadas en la espalda, alguna invitación a viajes de incentivos, a la hora de la verdad los méritos, reconocimientos y ascensos para otras. Hay días que regresa a casa muy cansado de esta vida. Solo consigue ver una salida, continuar. Y mañana con Laura a quien él enseñó todo lo que sabe y vendrá a juzgarle disimuladamente e incluso a darle alguna clase en la visita a su cliente. 

- Aguanta. Muérdete la lengua mañana Alfredo. Le recomienda Gloria, su mujer. Sus ojos color avellana son un bálsamo para él. Su abrazo nocturno antes de caer dormido le carga el ánimo para el día siguiente.

Suena el despertador, Alfredo se activa, descansado se siente con ánimo. El puede con esto y su equipo seguro que se ponen a una. Lo más difícil de todo es conseguir que cumplan con sus retos por encima de sus intereses, comodidades y estrategias individuales. Todo por el bien del equipo.



24.1.20

Un día en el juzgado

La mañana se hace muy larga, paseas, lees, hablas por teléfono, vas al baño, incluso te escapas a la cafetería de abajo.
Rodolfo está citado como testigo en el juicio por despido de su amiga Lucía. Hora fijada para el proceso, las nueve de la mañana.
El abogado laboralista le explicó el día anterior las fases del procedimiento.
- Ármate de paciencia Rodolfo. Resérvate el día completo por si las moscas.
- ¿El día?, pero ¿Cuánto dura un juicio por despido?
- Normalmente poco, en este caso la empresa ha contratado a un gran despacho y han aportado multitud de pruebas que debemos analizar en sala. Su estrategia es ahogarnos en papeles. Tu vas de testigo así que no sufras, espera tu turno y contesta las preguntas, normalmente los jueces os miman a los testigos pues ya bastantes molestias os ocasionan por tener que ir a perder el día en el juzgado
- Entonces ¿Cómo funciona el tema?
- Inicialmente nos llamará a sala a los abogados de las partes y a Lucía, generalmente nos invitará a llegar a un acuerdo de conciliación y nos marcará un tiempo para ello mientras inicia otro procedimiento. Si llegamos a un acuerdo se termina todo y te podrás ir; en cambio si no hay acuerdo, cosa previsible dados los antecedentes y el estado anímico de Lucía, empezará el juicio.
- ¿Y eso qué supone?
- Mira, el juicio son varias partes, la fase inicial donde solo estamos los abogados de las partes y Lucía en sala. Las partes aportaremos las pruebas que consideremos, debemos revisarlas y admitirlas el juez. En este juicio como hay una denuncia previa por acoso sexual presentada por Lucía, es posible que también acuda el ministerio fiscal. Una vez terminado este proceso que puede durar bastante tiempo, no te extrañe que necesite Su Señoría un par de horas para salvarlo, empezarán a desfilar los testigos
- Vale, unas dos o tres horas
- O más, tú eres testigo de la autora, de Lucía, luego te llamarán después de los testigos de la empresa. Han presentado a cinco, en su momento solicité el recurso de tres de ellos que tengo pendiente que el juez admita mis alegaciones. Tras ellos, vais los testigos de Lucía, estáis citados cuatro. Tú eres la carta fundamental y te dejo para el final. Si todo va en orden, calcula unos diez minutos como máximo por testigo.
- Joder, toda la mañana
- Te recuerdo las normas en sala para evitar problemas o sanciones por parte de Su Señoría. El móvil apagado, te preguntará si juras o prometes decir verdad y si tienes algún interés en que gane el juicio alguien de la sala.
- Pues sí, Lucía
- Debes decir que no, tú vas en condición de testigo para decir la verdad, no puedes dar la sensación que tu intención es incluso faltar a la verdad con tal que gane Lucía. ¿Entiendes? Piénsalo
- De acuerdo.
- Además recuerda, entra aliviado de vejiga y tranquilo. Una vez entres en sala, no podrás salir a menos que el juez lo permita. En ocasiones cuando se prevé una fase de conclusiones alargada os puede permitir salir a los testigos antes de la fase final. En caso contrario te quedas en sala hasta el visto para sentencia. Te recomiendo varias cosas. Una buena actitud corporal, nada de manos en los bolsillos, ni respuestas chulescas, ni cruzarte de brazos. Además de mirar a los abogados cuando te interroguen, contesta directamente al juez, mirándole a él y por último, ante cualquier pregunta de los abogados de la empresa que no entiendas, que sea muy general o que se salga de lo que estamos juzgando no tengas problema en pedir explicaciones a la misma o que te la formule otra vez. No temas porque el juez no va a permitir ninguna pregunta salida de contexto, ni argumentativa o que te lleve a un supuesto ajeno al hecho juzgado. ¿Alguna duda?
- ¿Cómo tengo que ir vestido?
- No hace falta que vengas de boda, una buena imagen acompaña al testimonio. Bien, Como te sientas cómodo. Si prefieres ir de traje, mejor. Por cierto, si necesitas un justificante de asistencia al juicio se lo pides en el momento de entrar a la persona que saldrá a avisarte y que te pedirá el DNI. Gracias por tu ayuda, tu testimonio es fundamental

Tras un intento de conciliación, se inició el juicio hace dos horas. Rodolfo observa la sala de espera. El juicio se celebra en la planta 4 del juzgado, donde está el de refuerzo. Cuenta Rodolfo cinco salas para celebrar y un espacio muy grande destinado para la espera de las partes y los testigos. Unos trescientos metros cuadrados calcula midiendo pasos, cuenta seis grupos dieciséis sillas unidas en bancos de cuatro, además de otras seis sillas adicionales. Están casi todas ocupadas, además de varios abogados susurrando a sus clientes las propuestas de conciliación que han recibido en sus respectivos previos a los juicios. Rodeando la gran zona de espera, Rodolfo cuenta cuatro despachos amueblados con una mesa redonda y varias sillas. Parecen que los utilizan para formalizar los acuerdos de conciliación, reunirse las partes o si necesita alguien un poco de privacidad.

El reloj marca las doce y cuarto cuando avisan al primer testigo de la empresa. Un señor con traje caro, bien vestido, seguramente es un directivo, es el primero en desfilar. Rodolfo calcula que le queda una hora por salir, decide bajar al Rodilla que hay junto a la puerta del juzgado para tomar algo. Se decide por un par de sándwiches y una botella de agua. Ni los mastica, los traga rápido producto de su ansiedad por estar disponible cuando le llaman. Sube rápido, tan rápido que todo sigue igual. Cuenta en el grupo de asientos de la izquierda a cuatro testigos de la empresa, más otra persona con traje que debe ser también de su grupo y que les acompaña. En la sillas de la derecha, reconoce a los testigos de Lucía. Se sienta junto a la mujer de cuarenta y pocos que viene muy bien vestida luciendo un traje de chaqueta con mucho estilo, pañuelo de Loewe y con un áurea de perfume que te lleva a desearla con pasión. 

Intenta charlar un poco para matar el tiempo y sondear si hay posibilidades de algo más. Le gusta, castaña con reflejos rubios, ojos marrones, piernas para que te abracen, labios carnosos y mirada clara.
- ¡Qué pesado es esto!
- Sí, horrible, pasas la mañana esperando y sin conocer qué está pasando ahí dentro
- Me llamo Rodolfo
- Encantada, Esperanza
Su sonrisa le cautiva, otra cosa que le gusta de ella. Tarda unas décimas de segundo en reaccionar, está conmocionado por su estilo.
- ¿Vienes por Lucía, verdad?
- Sí, ¿Tú también?
- Así es, somos amigos desde hace muchos años
- Yo la conozco solo desde el punto de vista profesional
Algo no le cuadra a Rodolfo. Su amiga Lucía trabaja de comercial en una empresa de componentes estériles para uso médico. No recuerda a Esperanza en ninguna de las conversaciones ha mantenido con Lucía.
- ¿De la empresa?
- No, de la empresa no. Soy médico y a la vez responsable de compras de material médico para el hospital privado donde trabajo. La empresa de Lucía fabrica unos materiales desechables muy buenos y de fiar
- ¿Y pasas consulta?
- Sí soy psiquiatra
- Entonces conocerás muy bien a las personas
- Ya sabes lo que dicen, en casa del herrero....
- No me lo creo
- Soy capaz de analizar clínicamente a mis pacientes, ayudarles en sus desgracias y proporcionarles alivio con fármacos. En cambio cuando se trata de mí, no acierto. Debo tener un imán para personas que al final me hacen daño
- Buena confesión para iniciar una conversación. Si lo dices por mí o de manera preventiva, tranquila que no es mi intención, ni mucho menos, el causarte mal alguno
- Perdona, no lo decía por ti, la verdad no sé por qué lo he dicho, si te acabo de conocer. No sé, me has dado confianza y me ha salido solo.
- Cuídate de confiarte en tu declaración para no perjudicar a Lucía
- Tranquilo, estaré pendiente
De nuevo sale la misma mujer de la sala, debe ser la oficial o letrada.
- ¿Miguel Angel López?
Otro directivo, parece que de menor rango. Bien vestido, zapatos muy limpios, traje de cuatrocientos o quinientos euros. Mitad de precio que el anterior.
- Treinta y dos minutos ha tardado el primero. Veremos este. Comenta Rodolfo  consultando el reloj de su muñeca
Esperanza se levanta, deja su abrigo perfectamente doblado en su silla
- ¿Me lo cuidas? Voy un momento al baño
- Descuida, aquí me quedo.

El paso de Esperanza junto a Roberto deja un rastro de perfume dulce y exótico a la vez. Solo le viene una idea a la cabeza. Abrázala. Desnúdala.
Tranquilo Rodolfo, se calma él mismo. Estás en el juzgado, no te despistes.
Consulta su teléfono, que ha dejado en silencio, tres llamadas perdidas de su secretaria y varios mensajes. La llama por teléfono
- Hola Rosa, sigo aquí en el juzgado y pinta que no sé si podré comer. Me has llamado ¿pasa algo?
El tono de Rosa, amable, profesional, cálido sin permitirte expectativas desgrana obligaciones laborales y problemas por resolver a su jefe.
- Entiendo. Busca fecha próxima para ese tema. Del viaje a Italia, lo que te diga Pedro, el de compras. La reunión con el departamento financiero mantenla para esta tarde aunque avisa de mi situación como rehén en el día de hoy. Ajá, Bien. Vale. Hasta luego. Vale, vale, adiós.

Esperanza regresa lo que permite a Rodolfo disfrutar de otro chute de buen olor. No puede evitarlo, su imaginación se dispara. El regreso se acompaña con el perfume y el insinuado muslo al sentarse llama su atención de nuevo. Su mente entrenada por su trabajo le dispara su imaginación. No puede evitarlo. 
- Mi secretaria, que se aburre y quiere saber cuándo regreso
- ¿A qué te dedicas?
- Tengo una empresa de juguetes para adultos
Sondea la cara de Esperanza analizando cualquier reacción
- ¿Femeninos o masculinos? pregunta con naturalidad, sin mostrar efecto alguno por la información recibida. 
- Ambos, cierto es que los más vendidos son los diseñados para mujeres 
- Curioso, nunca lo habría pensado
- Tenemos estudios de mercado que nos demuestran que en apariencia son para uso en pareja o por lo menos lo adquieren personas que nos confirman su situación de pareja estable. Lo que no podemos conocer si el disfrute es común o solitario
- ¿Puedo preguntarte una curiosidad?
Asiente Rodolfo sin perder la mirada profunda 
- ¿Tenéis probadoras de juguetes?
- Siempre hay un control de calidad y de mejora de diseño. Sí, tenemos varias voluntarias que nos dan su opinión. Les solemos enviar los prototipos durante dos semanas y nos los devuelven con opiniones my valiosas. También tenemos varias bloggeras con miles de seguidores que nos promocionan los productos. Es un mercado como otro cualquiera, cierto es que más anónimo, pero vivo, muy activo.

Aparece de nuevo la oficial y llama a Esperanza quien desaparece tras la puerta dejando su rastro de perfume por el camino.

Rodolfo se levanta, pasea hasta la máquina de refrescos, comida preparada y variedades. Revisa su interior y decide cambiar de rumbo. Gira a la derecha hasta la ventana.

La ventana está sucia, los cristales lucen una película gris adherida que tamiza la luz hasta el punto de hacerte dudar sobre la claridad del día. La mañana está clara y despejada, sin embargo el tamiz de la luz es tan evidente que la sensación es idéntica a un día de niebla. Observa la calle, coincide con la entrada al aparcamiento de la calle Princesa y la plaza de los cubos, una zona con mucho movimiento de personas y coches. La cercanía de la Plaza de España alimenta  el tráfico de autobuses y taxis. Da media vuelta y recorre el recinto de espera, cae en la cuenta que a penas quedan siete personas. Los juicios en el resto de las salas han ido terminando. La vida en esta zona del edificio está concentrada en tres o cuatro horas.
Escucha a espalda que le llaman por su nombre. La misma oficial.Se dirige hacia ella.

- Si me permite su DNI. Le informo que no puede utilizar el teléfono móvil en sala.
- Gracias, lo he apagado antes.

Rodolfo entra en la sala donde se está celebrando el juicio. Observa que hay tres mesas principales sobre una tarima que eleva las mesas unos veinte centímetros más, al frente, la mesa donde se encuentra el juez, a su derecha en la misma mesa, pero en un lugar secundario, discreto,  un poco apartado la oficial del juzgado se dedica a escribir en el ordenador y prepara el acta que firmarán los testigos. En la parte izquierda de la tarima principal, está sentado el abogado de la actora. Frente a él, en otra mesa fijando la forma de U, el abogado de la parte demandada.
Todos los testigos que han ido declarando se encuentran sentados en los bancos frente al juez y detrás del micrófono que se encuentra entre las mesas de los abogados. Rodolfo mira a Lucía y amaga una sonrisa de apoyo. Se sitúa frente al micrófono.

El juez le interroga sobre si jura o promete decir verdad sobre lo que se le pregunte, si tiene algún interés en que alguna de las partes se beneficie y advierte del incumplimiento.

- Proceda la parte de la actora a interrogar al testigo

Pocas preguntas le lanza el abogado quien con mimo cuida a su testigo. Su testimonio es fundamental para apoyar la denuncia por acoso que sufre Lucía, que está en otro juzgado competente.
El abogado de la empresa declina preguntar, por lo que termina su intervención en el juicio.

El juez decide liberar a los testigos quienes tras firmar el acta puede abandonar la sala y evitarse el trámite de conclusiones.

Rodolfo es el último en firmar y salir de la sala, donde se mantienen los abogados, Lucía y algunas personas por parte de la empresa. En la planta baja, en la salida de los ascensores encuentra a Esperanza sonriente.
- ¿Tienes prisa?
- Ninguna, si el plan es seguir nuestra conversación
- Podemos ir a un sitio por aquí cerca
- Te sigo

Sentados en la cafetería, se deciden por el menú y unas cervezas muy merecidas tras tantas horas de espera y cierta inquietud.

- ¿Qué tengo que hacer para ser probadora de tus prototipos?


23.1.20

Una semana con el abuelo







Laura deambula por la cocina haciendo tiempo, el calor estival es insoportable a la hora de la siesta. Su abuelo Manuel reposa en su sillón en una postura poco recomendable para su dolor de espalda. 
Por experiencia conoce Laura la conveniencia de permitirle descansar, lo necesita. Si le despiertas de su siesta se pondrá muy impertinente y no merece la pena. Total está dormido.
Se turnan los cuatro nietos para acompañar al abuelo por semanas durante el mes de julio. 
La vida en la aldea asturiana es tranquila, demasiado para Laura acostumbrada a la marcha de Oviedo. En la aldea quedan más vacas que vecinos y los que quedan comparten edad con el abuelo. Está Chisco el viejo gruñón de la casa más cercana y Covadonga una vieja maestra que se quedó sorda hace muchos años. Suelen refugiarse en sus casas la mayor parte del tiempo, salvo los escasos días de sol que aprovechan ambos para captar el calor para sus cuerpos y salen para encontrarse bajo el manzano que une las tres propiedades.
La mañana la entretiene el abuelo en pastorear y pasear por las sendas que llevan al monte. A eso de la una ya cansado regresa a su sillón. Antes de la comida, caen diez minutos de sueño reparador, tras su comida, abundante como buen asturiano, siesta en el mismo sillón. La tarde transcurre despacio con la radio de fondo, entretenido con tareas manuales que mantiene ágiles sus dedos.
A Laura su semana se le hace eterna, sin wifi y sin jóvenes por los alrededores, no tiene nada que hacer. Pocos libros se ha traído y su ánimo tampoco encuentra consuelo en la lectura. Le duele el alma. Pelayo, su novio de los últimos dos años decidió cambiar, ya no te quiero le espetó y la despachó para arrimarse a una nueva que había aparecido por la Uni. Sin ninguna explicación la despachó, está   dolida, despechada, sintiéndose un envase utilizado, un desperdicio. No es que su relación hubiera sido muy pasional desde el principio, tampoco se atrajeron como imanes, ni se buscaban continuamente. Era una relación muy relajada, casi distante. Empezaron como por obligación, los amigos de la pandilla empezaron a ennoviarse entre ellos y solo quedaron ellos, se juntaron porque era lo más cómodo, lo esperado y se llevaban bien. 
En ningún momento se paró a pensar sus sentimientos hacia Pelayo. Al llegar a la aldea recapacitó y llegó a la conclusión que estaban juntos por presión social, tenían que haber mantenido la amistad sin pasar a otro estadio.
Físicamente, Pelayo, no es su tipo. Ahora cae en la cuenta de su tacañería con los besos, las caricias y el infrecuente, escaso y aburrido sexo entre ellos. Con veinte años follaba menos que sus padres tras veinticinco años casados. Eso no es normal.
El abuelo todas las noches antes de acostarse la invita a salir con él la mañana siguiente a dar una vuelta por las vaques, así te da el aire. No la apetece madrugar, andar diez kilómetros, ver vacas, árboles e insectos. Demasiado para su cuerpo sedentario. Esa noche, tras la breve cena, su abuelo la vuelve a invitar.
- Vale. Pero no me canses mucho güelu
Manuel se va a dormir con una sonrisa en la cara. Le ha hecho feliz.
- Mañana a las seis salimos, ponte el despertador.
Manuel gusta de descansar en la cama desde bien pronto. No se duerme hasta casi las once, su rutina es acostarse pronto manteniendo el calor en la cama, escuchando su radio, hasta habla con ella. La radio es su única compañía durante el largo y duro invierno. Es su familia y con ella mantiene conversaciones continuamente
- ¿Puedo pasar güelu?
- Pasa hija ¿Qué te preocupa?
Laura busca consuelo, se tumba en la cama apoyando su cabeza en el pecho de Manuel quien ha apretado su brazo derecho para abrazarla.
- No entiendo por qué me ha dejado Pelayo. ¿Qué les pasa a los hombres?
- Al hombre se le gana en la cama y con la risa. Manuel sentencia.
Laura mira a su abuelo, en pocas palabras ha dado en el clavo. Con Pelayo poca cama y nada de risas.
Se acurruca un poco más junto a Manuel quien la acoge bajo su brazo derecho y la arropa con la colcha fina. No necesitan hablar más, con ese abrazo basta.
Primero una lágrima, después otra y otra y otra hasta llegar al hipo. Laura se desahoga, su dolor, su rabia, su tristeza necesitan salir. Moja el pecho de su abuelo quien no se mueve, simplemente acaricia la cara de Laura una y otra vez. Cuando el hipo y el riego de Laura desaparecen, se decide a comentar
- Laura si no le quieres ¿para qué estar con él? Tú te mereces estar con alguien al que quieras y que te quiera.
- No me gusta nadie en Oviedo
- ¿Quién te dice que debe ser de Oviedo o de Gijón o asturiano? Cuando le conozcas lo sabrás
- Nadie me quiere güelu
- Yo sí, mi niña
- No cuenta, pero gracias por decírmelo
Las seis de la mañana es muy pronto para Laura, aún así se ha despertado a tiempo, preparado café, dos tazas y el zurrón con el almuerzo para el paseo. El tenue amanecer matizado por las verdes montañas abre el día, la hierba está húmeda de la noche, nota fresco. Elige una sudadera, se cuelga el zurrón y se sitúa a la derecha de Manuel. Comienzan a caminar por el sendero en dirección a la montaña, las vaques veranean en alto, sueltas alimentándose del prado natural. 
Manuel ha bajado su ritmo habitual para facilitar a Laura acomodarse a su marcha, oye cómo resuella al ritmo del esfuerzo andando cuesta arriba. No son de hablar sin necesidad, la conversación la guardan para luego durante el almuerzo.
- Jacintaaaaa. Manuel llama a una de sus vacas que se ha apartado de la manada. 
- ¿Cual es?
- Aquella roja, la que está apartada. Se habrá peleado con Rosa, la número 432, es muy mandona y gusta de molestar bastante al resto de la manada.
- ¿Las conoces a todas?
- Claro, a todas
Manuel acaricia a varias de sus vacas que se acercan al reconocerle. Habla con cada una de ellas, se prodiga en caricias.
- Las vacas buscan el roce, sentir el cariño. Como los novios
- Güelu 
- No es una crítica. Cuando encuentres el amor y a la persona adecuada te saldrá de manera natural acariciar, besar, rozarte y la pasión. Obligar a los sentimientos no produce satisfacción ni placer más bien al contrario, tensión y un dolor interno que crece poco a poco en tu interior. Ven toca a Jacinta es muy dócil y mansa, no temas. Ven
Laura ayudada por Manuel acaricia el lomo y la testuz del animal, tras los primeros segundos de temor nota como sus caricias producen un relajo en el animal y en ella misma.
- ¿Lo ves? Dar y recibir caricias cuando hay sentimientos producen satisfacción y atracción. Jacinta te ha admitido en unos segundos, los mismos que has necesitado tú para sentir que te hace bien acariciar. Ambas habéis ganado y ambas al rozaros os habéis sentido más cercanas. Jacinta te recordará de por vida cada vez que vengas por aquí.
- Es una vaca
- Las vaques tienen sentimientos más limpios que muchas personas y sobre todo que casi todos los novios del mundo. Si alguna vez te sientes mal, un rato con ellas te devuelve la confianza en la vida
La mañana pasa fugaz, el sol gana ya la vertical. La sudadera de Laura abre su cremallera aun pronto para quitársela es un signo que va a hacer calor también hoy.
Eligen una piedra grande y plana en una zona de sol y sombra para la pausa del almuerzo. Manuel come con pasión rural, Laura más comedida se siente más cansada físicamente que hambrienta. Está disfrutando del paseo y la experiencia con su abuelo. Empieza a alegrarse por su oportunidad de convivencia a solas.
El regreso a casa es también en silencio, hay que respetar los tiempos de silencio y reflexión del Güelu. 
- Un coche, anuncia Manuel
Laura reconoce el vehículo color rojo de cuatro puertas, su ceño se tensa. Su rictus gira a tensión
- Es el coche de Pelayo. ¿Qué coño quiere este y qué hace aquí?
- No tienes más que preguntarle
Pelayo sale al encuentro de ambos
- Buenas tardes
Manuel saluda con la cabeza mientras continua desfilando hacia su casa
- Os dejo solos para que podáis hablar tranquilos
Laura se para frente a Pelayo, le mira fijamente dispuesta a la batalla.
- Hola Laura
- ¿Qué haces aquí?
- Vengo a hablar contigo, siento que me porté mal y te mereces una explicación
- Quedó todo muy clarito el otro día. Cambiaste de novia y ya está
- No he cambiado de novia, la he dejado
- Un record, dejas a dos novias en el mismo mes. Enhorabuena
- Siento haberte hecho daño, no supe hacerlo mejor, te mereces una explicación y disculparme 
- No voy a volver contigo Pelayo
Laura está muy dolida y muy lejos de ponerle fácil las cosas a su ex novio.
Manuel se tropieza en la entrada de la casa y cae de bruces al suelo
- ¡Güelu!. Corre Laura hacia él mientras grita
Pelayo reacciona y sale detrás de Laura. Manuel está en el suelo, no se mueve. Llegan ambos jóvenes a su altura.
- Espera, déjame un segundo. Pelayo estudiante de medicina se hace cargo de la situación. Nota que algo pasa, por encima del golpe y su consecuencia en el rostro.
- Vamos a girarle para que se mantenga tumbado en posición fetal. Mientras le reconozco.
- Se ha caído, nada más
- Lau, me temo que puede ser algo más
- Manuel, Manuel ¿Cómo te encuentras?
Manuel tiene dificultad en hablar, mira a ambos buscando una explicación. No les ve bien. Dirige la mirada hacia Laura, intenta hablar
- Veo mal. Se le escucha
- Lau, llama a una ambulancia tenemos que llevarle a urgencias
La ambulancia tarda veinte minutos en llegar, durante ese tiempo Pelayo intenta que Manuel siga la conversación, está desorientado. Cuando llegan los sanitarios se lo encuentran en la misma posición, cubierto con una manta. Se hacen cargo de él. Laura sube a la misma ambulancia para acompañarle.
- ¿A qué hospital le llevan?
- Al Covián
- Os sigo
En la sala de espera del hospital, Pelayo se sienta junto a Laura, en silencio. Está preocupado por Manuel.
- ¿Qué tiene mi güelu?
- No soy médico aún, vamos a esperar
- En la casa no dudaste y enseguida reaccionaste pidiéndome que llamara a urgencia. El médico de la ambulancia me ha dicho que quizá le hayas salvado la vida. ¿Qué tiene?¿Un infarto?
- Puede que un ictus, vamos a esperar.
- Gracias por estar aquí 
- Somos amigos, no te voy a dejar sola en este trance. ¿Has llamado a tus padres?
Niega con la cabeza
- ¿Quieres que les avise yo?
Laura a penas contesta, asiente con la cabeza imperceptiblemente
La puerta de urgencias se abre
- ¿Familiares de Manuel Noriega?
Laura se pone en pié 
- Sí
- Ha habido suerte, han avisado pronto y de manera oportuna, ha sufrido un ictus. Parece que hemos llegado a tiempo. Le haremos más pruebas y queda ingresado unos días. 
- ¿Puedo pasar?
- Por supuesto, pasad a verle un momento. En cuanto le asignen habitación, os quedáis allí más cómodos
Manuel descansa en una camilla, le han curado el golpe en la cara, muestra la nariz amoratada señal que su cuerpo no reaccionó protegiéndose de la caída. Mira a ambos jóvenes.
- No te preocupes mucho mi niña, estas cosas pasan a los viejos, nos caemos. Menos mal que estás aquí Pelayo, gracias por ocuparte de Laura.
- Vamos a subirle a la habitación, pueden esperarle allí.
- ¿Qué habitación?
- La 304. Pueden subir por el ascensor junto a la máquina de café. En diez minutos le subimos
La habitación se encuentra vacía, sin cama es impersonal y fría.
- Gracias Pelayo por ayudarme, no sé qué habría hecho de estar yo sola
- Lo mismo Lau, lo mismo
- No habría reaccionado tan bien como tú
- Siempre reaccionas de la manera adecuada, aunque te estén haciendo daño
Laura regresa mentalmente a la conversación interrumpida en la casa
- Pelayo no es el momento. 
No necesitan hablarse son amigos desde la infancia, se conocen muy bien, ambos saben lo que pasa. Toca dejar fluir la vida, liberarse de unas cadenas que se han atado inconscientemente. Son amigos, nada más. Un abrazo lo atestigua
- Veo que ya os habéis perdonado. Entra la cama con Manuel en la habitación. Espero que me invitéis a las bodas, a las dos
- Güelu, ¡Cuánto me alegro que estés mejor!
- Voy a avisar a tus padres, querrán venir 
Laura se lanza a la cama para abrazar a Manuel
- Mi niña
- Güelu
No hace falta más, un abrazo, las caricias y el roce. Nada más. Manuel consigue una prórroga.



19.1.20

Amalia y su viejo marido

Amalia sabe que se le ha terminado el chollo, todas las mañanas tras su desayuno gusta sentarse en su sillón reclinable para relajarse leyendo. Dedica una hora aproximadamente a su pasión más antigua, se recuerda a si misma con ocho años devorando las estanterías de su abuelo quien la animaba y nunca censuró sus lecturas. El conocimiento humano está en los libros, la decía. Pasaron los clásicos, textos jurídicos e incluso enciclopedias. Su pasión desde entonces ha sido y es leer. Es su hora diaria y nadie se la va a quitar. 

Deposita el libro con cuidado en la estantería, en la balda utilitaria con sus cosas de diario, gafas, taco de escritura, bolígrafo, mandos de la televisión y cable, el retrato de su única nieta, Alicia, un calendario solidario de su ONG preferida y su libro, el elegido.

Roberto revolotea como una mariposa cerca de las flores. Nunca lee. Respeta la hora de Amalia con impaciencia mientras repasa la prensa en silencio, no vaya a molestar la concentración de su mujer.

Amalia se dirige a sus labores, sabe que no va a volver a sentarse hasta después de la comida. Todo son obligaciones. Empieza con su cama que estira con esmero eliminando las arrugas propias del descanso. Su lado con unos finos surcos propios de quien se mueve poco. El lado de Rober totalmente marcado, nervioso y activo cada noche es una lucha entre él y sus sueños. Rara es la noche que no la despierta con sus sonidos, movimientos o porque se lleva la manta en alguna de sus luchas.

Repasa el baño, la gusta disfrutar de las toallas perfectamente dobladas, extendida en sus toalleros de reposo para que luzcan aparentes. Elimina la multitud de gotas de agua que deja Rober en el mueble del lavabo. Se aburrió hace décadas de reclamarle un poco de cuidado en el uso del lavabo. No tiene sensibilidad y además está ella para ir detrás colocando y limpiando. Se dirige al armario de la limpieza, ayer avisó Mara, la empleada doméstica por dos días en semana, que necesitaba solucionar papeles de extranjería, compensará las horas mañana. Se aprovisiona de productos y detergentes para el baño. Le da un repaso, limpia en inodoro y lo bautiza con lejía. Cuidadosamente con una bayeta repasa y deja el baño perfecto. Con buen olor y lustroso.

Pasa la mopa por el suelo de madera de toda la casa mientras aprovecha para ir colocando cojines, ordenando habitaciones y abriendo ventanas para ventilar.

Roberto se mantiene sentado en su sillón, se ha aburrido del periódico, no hay nada nuevo, salvo la percepción que España se rompe, la economía se estanca y el nivel de los políticos es muy escaso. Los españoles se conforman entre elegir corruptos o ineptos. Difícil decisión. Roberto prefiere a los primeros pues aunque solo sea por interés personal favorecen el crecimiento. No cambia su postura, ni mira, lleva años de entrenamiento, cuando Amalia limpia, es mejor no decir nada, ni moverse. 

Los suspiros de Amalia cambian de estancia, la escucha entrando en la cocina. El ruido de los cacharros, sartenes y ollas anticipa mucha dedicación culinaria. Va a estar entretenida un par de horas preparando comida y base para días venideros.

- Rober, ¿Puedes cerrar la ventanas?. Suena a gritos desde la cocina.
- Voy


Aprovecha, ya que está de pie para una vez cerradas todas, ducharse, afeitarse y vestirse. Se prepara para su paseo diario.

El calentador se encuentra en la pequeña terraza de la cocina, avisa a Amalia que Rober se está duchando. En media hora se irá. Recuerda que necesita varias verduras para el cocinado, escribe en un papel una pequeña lista. Apio, cebollas, tomates y un pimiento rojo. El papel se queda sobre la mesa de la cocina. Enciende la radio y busca su canal de música, la entretiene mientras trajina paso va paso viene.

- Amy, me voy a dar un paseo
- Te he dejado una lista de cosas que necesito de la verdura. ¿Puedes ir un momento a la frutería del moro?
- No me da tiempo, he quedado con Luis para andar.
- Si es un momento, solo cinco minutos
- No me da tiempo, lo siento

Roberto se va rápido por no discutir.


Amalia se seca sus manos en su delantal, baja la llama hasta el mínimo en dos de los fuegos que tiene en marcha, repasa los pasos pendientes. Deja la cocina al mínimo y se dirige a su habitación para ponerse algo de abrigo para bajar al moro. Descubre la ropa de estar en casa de Roberto sobre la cama, de cualquier manera, sin doblar, hecho un higo su jersey, los pantalones del revés y los calcetines por el suelo del revés y a un metro de distancia uno de otro. La camiseta sobre la silla auxiliar y los calzoncillos de ayer encima del bidé. Las toallas recién colocadas han vuelto a su postura post Rober, enrolladas en equilibrio peligroso. El lavabo salpicado de gotas de agua y jabón, pegotes de espuma de afeitar adornan el grifo e incluso el suelo del baño. La toalla de la ducha, mojada sobre la tapa del inodoro. 

Normalmente lo recoge todo, lo coloca de nuevo, vuelve a limpiar y cuelga la toalla del tendedero de la terraza de la cocina para que se seque. Lo ha hecho durante los treinta años de matrimonio, todos los días, continuamente. Roberto la da más trabajo que sus dos hijas, que ya marcharon de casa para fundar sus familias.

Hoy se ha hartado. Algo en su cerebro se enciende. Ya está bien. Deja todo tirado. Olvida su abrigo para bajar un momento. Regresa a la cocina, apaga los fuegos y deja todo empantanado. En la entrada de la casa hay un enorme espejo, se mira. Cara cansada, ojeras, se descubre arrugas encima de labio que la envejecen, la piel de los pómulos caída. Para sus cincuenta y nueve años, aparenta unos cuantos más. Dicen que casarse con un hombre mayor te hace mayor. Roberto se jubiló hace años, vive como tal a sus setenta y uno, sus amigos están en la misma situación y los que se mantienen casados lo están con mujeres de su edad. Amalia está rodeada de viejos.

Repasa su peinado desaliñado con sus dedos, su figura sigue siendo su mejor tarjeta de presentación. Está muy bien, se mantiene delgada y ágil con todo en su sitio y sin celulitis. Si no fuera por esa cara cansada...

- A la mierda. Recita en voz alta reafirmándose.


Deposita el delantal de la cocina sobre la mesa del recibidor, con paso decidido abre su armario, elige ropa cómoda y elegante, como todo lo que tiene. Se viste con agilidad y se marcha. Se toma el día libre.

Sobre la mesa del salón deja una nota sujeta con el mando de la tele, el mejor aliado de Roberto.

Me he ido, llegaré tarde. Hazte de comer lo que quieras, sin las verduras que no podías comprar no he podido terminar los platos. Recoge el baño que lo has dejado hecho una pocilga. A.

- Joooder. Lo único que sale de su boca. Roberto sabe que algo no va bien. Y además cuando firma como A, significan problemas.


Esa noche A no regresa a casa para dormir. Se queda en casa de su hermana. Está muy harta.

Roberto no entiende nada, Amalia no comprende por qué ha aguantado tanto. Ha decidido dejar de servir, dejar de ser la madre cuidadora de un viejo malcriado, quiere vivir, quiere el divorcio. 

Sus hijas no la entenderán. Su hermana sí, la ha escuchado durante años quejarse. Ya no puede más.

17.1.20

La primera vez

Oscar se ha levantado nervioso, no puede evitarlo. Procura aparentar normalidad entre su familia. Prefiere evitar el roce y dedicarse a leer o a escuchar música. 

Es sábado, su madre, Carolina, lleva desde primera hora de la mañana trajinando en la cocina. Hoy vienen los hermanos mayores de Oscar, con sus novias a comer a casa. Ambos se independizaron en cuanto pudieron, con veinte y veintidós años respectivamente.

Oscar tiene veintiuno.

- A tu edad, tus hermanos mayores ya eran independientes.
- Cierto, pero yo estudio

Carolina tiene un don que ejerce a diario con habilidad y reiteración. Tocar los cojones a su hijo. Realmente tocar los cojones a todo el mundo. Oscar sospecha que sus hermanos se fueron de casa más por dejar de soportar a su madre que por sus ansias por enfrentarse al mundo.  Podían haber esperado un par de años mas, mejor les hubiera ido económicamente. 

A Carolina hay que aguantarla. El único que sabe hacerlo sin perder su equilibrio emocional es Jaime. El padre de Oscar quien soporta estoicamente las embestidas de su miura particular. Pobre Jaime, cuando Oscar se marche toda la atención destructiva de Carolina caerá sobre él. Se hará el sordo que es su gran habilidad. ¡Qué paciencia tiene!

Oscar tiene una cita especial hoy por la tarde. Sus padres se marcharán después de la comida a una boda en Aranjuez y tienen previsto dormir en el hotel de la celebración. No regresarán hasta el domingo a la cena. Oscar tiene la enorme casa a su disposición.

Durante la comida se muestra reservado, no quiere aparentar ansiedad ni translucir nada, su madre tiene un radar muy afinado. Participa poco en la conversación, su hermano mayor, Santiago, lleva el peso de la conversación contando anécdotas simpáticas de su trabajo como camarero. Se gana bastante bien la vida gracias a las propinas, más que generosas, de los habituales del restaurante donde pasa los días y las noches.

La sobremesa es breve, se arreglan y se marchan pronto. La boda es a las ocho y hay que llegar hasta allí. Los hermanos se fugan con algo de dinero en el bolsillo, generosidad de Jaime sin que se entere Carolina, muy de ahorrar.

Las siete y se queda solo en casa. Inicia su ritual de transformación, afeitado, encremado, perfumado, peinado, vestimenta. El olor penetrante de su colonia anuncia su con varios metros de anticipación. Sus nervios cada vez peor. Con veintiuno y hoy, por fin, se estrena.

Nota su pulso acelerado, presión arterial fuerte, su corazón lucha por salir del pecho. Cefalea, sudor de manos. Si nunca le han sudado.

Decide beber una tila para tranquilizarse. Está super amarga. Más azúcar. Pone música para relajarse. Si se pudiera dormir diez minutos. La ansiedad le puede. Mueve los dedos como un pianista enfadado.

Suena el telefonillo. Elena ha llegado. Se recompone, respira hondo, que no se te note impaciente. Se recuerda.

Del ascensor sale una sirena, bañada en un perfume con rasgos asiáticos. Es un choque de olores. Elena aparenta serenidad, quiere ir despacio, modera su ansiedad. Ambos se conocen, ya se han explorado, se han gratificado, rozado y susurrado, les falta hacerlo unidos, juntos, dentro. Culminar. 

Ambos viven en un entorno conservador, con profundas raíces religiosas y censurador de los sentimientos más naturales. Su educación frena sus instintos y la presión del qué dirán o de lo que se espera que hagan les asfixia. No son libres, hasta hoy. Se quieren, se atraen, se desean. Ya tienen edad. Ya es hora.

Zero y Light, ambas Coca-Colas se quedan en la bandeja del salón, sobre la mesa central. Es su momento, su oportunidad, su deseo. Son adultos. Sus cuerpos se llaman. A la mierda la apariencia de serenidad, el deseo les empuja. Hoy se conocen mejor que nunca.

Memorable, no. Recordable, sí, por lo simbólico. Tienen mucho que aprender, mucho que coordinarse, mucho que descubrir. Por hoy ya está bien. Sus sonrisas lo atestiguan. Ya lo han hecho. Han tenido su primera vez.

Vendrán otras, muchas otras. Siempre se acordarán de esta, de la primera.

- Elena, ¿Qué prefieres, hacer el amor o echar un polvo?
- Echar un polvo
- Entonces, vamos a empezar otra vez

Mejor, mucho mejor.

Haber preguntado antes.


Buen viaje, Joe

  Joe, simplemente Joe. Omitiendo, desde siempre, el rango familiar de tío. Recuerdo tu aterrizaje entre la familia cuando Ana, también sin ...