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14.5.23

¿Y tú de quién eres?

 


Cada año por estas fechas toca bajar a Jerez de la Frontera para visitar a los abuelos, mismo país, misma familia, diferencias notables que a sus doce años no se le escapan. 

 

Misma temperatura y diferentes sensaciones. La humedad de la costa asciende por el río Guadalete creando un clima costero en un Jerez de interior caliente, muy caliente con temperaturas propias de Écija y sumando esa humedad pegajosa se convierte en una sauna. El viento, ese levante casi perenne que despeina a cualquiera que lleve el cabello largo, sopla desde bien de mañana.

 

Misma mañana, diferente luz. Las casas encaladas rebotan la luz del sol que unida a la imperceptible bruma estanca que flota en el ambiente, tamiza el brillo solar abrazando a todos los caminantes que no tienen más refugio que la sombra y el sudor. 

 

La ciudad dueña del mejor vino del mundo, antigua capital de los caldos preferidos en el mundo durante el siglo XIX, se rinde a la facilidad para regular la temperatura de la cervecita. Los visitantes que mezclan cerveza y vino saben cómo se fabrican las siestas etílicas de pijama y orinal.

 

Nuestro Luis, mandado por su abuela, se acerca a la tienda de ultramarinos a dos manzanas de su portal. La lista de la compra es corta y sencilla. Al entrar en la tienda nota el efecto de las gruesas paredes que hacen de barrera al calor. Su cuerpo nota alivio. Tras su primera noche en Andalucía, aún no ha sido capaz de aclimatarse y el frescor de la tienda instalada en una casa tradicional, con ventanas enrejadas, le lleva al recuerdo de su ciudad natal mucho más al norte.

 

Guarda su vez con paciencia, sabe por experiencia que aquí no hay prisa. Dos mujeres charlan con un ritmo alto de palabras y un hambre feroz por sus últimas sílabas. Para Luis no es un idioma desconocido, lo tiene en su casa. Es bilingüe jerezano-madrileño, en la ciudad donde nació se habla castellano con sus ritmos y entonaciones; dentro de su casa se sigue hablando un jerezano matizado por el roce con los vecinos que aun así mantiene sus trazas reconocibles. Ambas mujeres se están poniendo al día sobre la boda de la sobrina de una de ellas, una chica muy maja que ha tenido que casarse con prisas y es que nunca hizo mucho caso de los consejos de su madre. Una viuda enlutada tradicional gobernada por el qué dirán y de lo que se espera que se haga.

 

–A ver jovencito, ¿qué es lo que quieres?

 

El turno le llega a Luis que no se libra de las miradas de las dos charlatanas mientras pagan sus compras.

 

–¿Tu eres de Amparín? – Una de las dos charlatanas, la que empuja un carro para la compra de color azul con más kilómetros que la furgoneta de la Guardia Civil, se le acerca amenazando con su bigote púo que adorna una verruga en su mentón.

 

–Shhhh– chista su compañera –no asustes al chavea con tus chocheces de vieja.

 

La de la verruga baja la mano de manera reiterada pidiendo silencio a su compañera, tiene curiosidad. Hay algo en el chico que le recuerda a alguien y no cae.

 

Luis siente las miradas escrutadoras de las dos mujeres y del matrimonio tendero. El marido se solidariza con el chico y pide que le dejen tranquilo. 

 

–¿Tú de quién eres? –insiste la de la verruga.

 

–¿Algo más, joven? –El tendero lanza un cable a Luis que comienza a sentirse intimidado.

 

–No, nada más. Muchas gracias.

 

–Uy, ese acento no es de por aquí, ¡qué finolis! este viene de la capital. Debes ser hijo de Luis. La de la verruga empieza a atinar.

 

–¿Luis?, ¿el que dejó plantada a tu hija para casarse con Sofía?

 

La verruga tomó vida en una mirada asesina que logró su objetivo de silenciar a la inoportuna de la amiga por recordarle su vergüenza pasada. Su Lola tuvo que conformarse con el hijo del zapatero. Un ser de segunda división, feo y sin gracia. Muy lejos del pintón que estudió en Madrid y terminó sacando una plaza de juez.

 

–Chico, vete rápido y saluda a tu abuela de mi parte. Olvida a estas mujeres que solo saben escupir veneno. Arsa, corre.

 

Sin necesidad de acelerar el paso huye de las dos viejas que le mantienen bajo su mirada mientras continúan su charla en la puerta del establecimiento. Hacen tiempo hasta cerciorarse del destino de Luis y así confirmar sus sospechas. 

 

Al cruzar la calle, oye que le llaman desde la acera contraria. Su primo Javier, vestido de jerezano, zapatos castellanos, pantalones beige y chaquetón verde de caza acolchado fino, rematado con un peinado engominado. Javier el quinto hijo de su tío que ha fabricado seis clones como él. Se saludan con cariñosa frialdad, muy del lugar, sonreír de boca y con los ojos inalterados. Que a ver si nos vemos, que a ver si vienes a visitarnos, que cuánto tiempo ha pasado desde la última vez, que si... Javier y Luis nacieron el mismo año y les separa una generación, las ropas, la visión del mundo, sus expectativas... El futuro se pinta desde el nacimiento y ambos se reconocen como habitantes de mundos distantes.

 

–¿Cómo te ha ido, Luisito? –pregunta su abuela.

–Como siempre, ya me han preguntado que de quién soy.

 

A la abuela le hace gracia, es algo muy propio de por aquí y no siente la intrusión como la experimenta el nieto.

 

–Por cierto, me he encontrado a la madre de la antigua novia de papá.

–¿A Aurora? No le hagas mucho caso a esa vieja amargada. –La abuela entiende que la información sobre ese noviazgo solo ha podido venir del encuentro– Vaya, parece que sigue dolida con aquello. Olvídala, no merece la pena.

–Esa verruga con pelos...

–Ja, ja, ja. Eso sí que da miedo ¿eh? Ven que te voy a hacer un aperitivo.

 

Otra Feria en Jerez, otro viaje al pasado. Su origen lejano y cercano a la vez. Luis se siente madrileño en Jerez y jerezano en Madrid. Un bilingüismo cultural que le completa como persona haciéndole único en su especie.

 

—¿Y tú de quién eres? –resuena en la mente de Luis. 

 

 

 

 

 

 

23.4.23

Feliz día del libro, escritores


 

Cada año, desde 1930, en España celebramos el día del libro el 23 de abril. Se eligió la fecha por una curiosa coincidencia, fue el día en que fallecieron tres grandes de la literatura mundial, Miguel de Cervantes, William Shakespeare y Garcilaso de la Vega.

 

Alrededor de esta fecha brotan en muchas poblaciones y barrios ferias del libro y durante los próximos dos meses acercarán el libro a la calle. Un mercado activo y rentable.

 

El 9 de septiembre se celebra el día mundial de la agricultura. Y se preguntará, querido lector, a qué viene esto ahora. Cada vez que explico el reparto económico de los escritores me acuerdo mucho de la agricultura.

 

Los trabajadores del campo, aran, siembran, cuidan, riegan para meses después cosechar y encontrar el valor de su trabajo en manos de mayoristas que fijan precios en función de la oferta y demanda de los productos. Un buen año climático supone un exceso de producto lo que provoca precios bajos y un mal año, justo lo contrario aunque el mayor precio no compensa en ingresos por tener muy poca producción.

 

El agricultor vende su cosecha a unos céntimos y comprueba que el mismo producto puesto en el mercado ha multiplicado su precio en diez veces. La cadena de valor necesita de almacén, transporte, venta minorista... Cada paso tiene derecho a su margen de beneficio, lógicamente, y esa acumulación de pasos multiplica el precio final.

 

El proceso de escritura supone un esfuerzo de meses, en mi caso un embarazo, es el momento de la siembra y cuidados. Una vez terminado el manuscrito, queda corregir el texto, repasando el autor su obra y contratando una ayuda profesional de corrección. También contrastará la opinión de varios lectores beta que acercarán al autor sus impresiones sobre el contenido del libro, sus emociones al leer y si ha solucionado sus expectativas. Tras estos dos procesos, llega la cosecha. Que es dar por finalizado el manuscrito y comienza la oferta a las editoriales que se toman su tiempo en leer y valorar los centenares de manuscritos que reciben cada día. Si llama la atención de una editorial, varios meses más tarde, saldrá a la luz tras el trabajo de maquetación, edición, diseño de la portada, etc.

 

En este momento han transcurrido veinte meses, como mínimo, desde que el autor inició su obra. Comienza la promoción del libro, presentaciones, entrevistas en medios, si eres capaz de llamar su atención; asistencia a ferias, firmas de ejemplares en librerías, etc. El autor se ve atrapado en una cadena de eventos que requieren de su presencia y por lo general, los costes de desplazamiento y hospedaje van por cuenta del autor que ansía comprobar que su libro tiene aceptación y desea llamar la atención de los lectores y quién sabe si de una editorial de las grandes, de las que disponen de presupuesto para promociones y te ayudan a vender por miles tu obra.

 

Un año después del lanzamiento del libro, unos treinta y dos meses desde que empezó a escribir su obra, la editorial realiza la primera liquidación de los derechos de autor por un importe medio equivalente al 10% del precio de venta sin impuestos de los libros vendidos.

 

El resto del negocio se reparte entre la editorial, la distribuidora, las librerías y los transportes. La cadena de valor, igual que en la agricultura.

 

Con cada mordisco que doy a la manzana de mi almuerzo me solidarizo con el William Shakespeare que la cultivó aunque en justicia solo le llegará el resultado del primer mordisco, el resto será para la cadena de valor.

 

Feliz día del libro, escritores. En definitiva, escribimos por amor al arte y nos sentimos pagados por los aplausos, alguna reseña positivas o por un simple mensaje de ánimo de un lector sorprendido que decidió compartir su gozo con el autor.

 

Feliz día del libro, escritores.

9.4.23

Testigo


Hay que reconocer la enorme profesionalidad del equipo médico. Anestesista, cirujano y los dos asistentes presentes en el quirófano se mueven coordinados como si fueran un solo cuerpo.

Tengo la suerte de ser testigo de primera línea de la acción, sin derecho a intervenir en la mesa de operaciones, los animo con palabras y algún grito de aliento. Estoy atento a cómo se dirigen entre ellos con una total ausencia de jerarquía, se tutean manteniendo un respeto implícito debajo de la equidad como humanos del mismo equipo. Diego, Esther, Carla y Miguel.

 

Diego, el cirujano, es quien toma el mando de las operaciones e intenta recuperar el pulso perdido de su paciente. Insiste en un masaje cardíaco mientras Carla y Miguel preparan el desfibrilador. Son segundos de angustia acompañados por la ausencia de sonido del marcador de pulso y tensión.

 

Esther prepara una dosis de medicación para ayudar en la recuperación. Entre los cuatro orquestan una coreografía vital, se unen y se separan al ritmo que marcan las descargas eléctricas de reanimación.

 

– Bien, Diego, sigue así que lo vas a conseguir– grito con todas mis fuerzas sin que el cirujano de señales deescucharme y continúa el ritmo del masaje torácico.

– Esther, otra dosis, que ya casi lo tenéis– mas la médico anestesista no cambia la concentración en lo que está haciendo.

 

Han pasado varios minutos y los enfermeros informan a los médicos del tiempo que llevan en el intento por reanimar. Diego decide parar las embestidas repetitivas del peso de su cuerpo empujando con fuerza el tórax del paciente.

 

–Hora del fallecimiento, las doce y diez.

 

Apoyo mi mano en el hombro de Diego, agradeciendo todos sus esfuerzos. Noto su sudor y el ritmo acelerado de su respiración. Mucho esfuerzo sin recompensa.

 

Esther hipa con los ojos vidriosos, no termina de acostumbrarse a la pérdida de pacientes en el quirófano. Mentalmente repasa todo lo que ha ocurrido durante la operación, necesita sentirse tranquila con ella misma tras comprobar que no ha tenido despiste alguno. Respira con alivio tras no recordar ningún error, despiste o tardanza en su labor. No podría soportar el peso de una muerte sobre su conciencia. Carla se acerca a ella, abrazando su brazo derecho mientras ofrece su cercanía corporal. Se adivina una sonrisa de agradecimiento bajo su mascarilla.

 

Me animo a abrazar a ambas mujeres en un gesto de empatía y humanidad. Mis brazos no llegan a abarcar a las dos figuras, no consigo sentir el calor de sus cuerpos y del mío tampoco. Floto carente de temperatura.

 

Reconozco mi cuerpo sobre la mesa, descansa tranquilo tras una década luchando contra la enfermedad maldita. Las arrugas faciales han dibujado una vida de lucha y determinación. La ausencia de vida resta brillo y firmeza a la piel.

 

La primera vez en años que no siento ningún dolor. En el instante anterior a la separación sentí la última punzada, veo mi cuerpo sobre la mesa rodeado de cuatro desconocidos que luchan por una vida que no les pertenece ignorantes de mi falta de ánimo por regresar a la lucha. Me he ganado el derecho a disfrutar de un descanso indoloro. 

 

El equipo del quirófano comienza a retirar las máquinas. Ha muerto un ser humano y tratan con enorme respeto el cuerpo preparándolo para su último viaje. 

 

Diego se encamina recorriendo el pasillo para trasladar la noticia a mi familia mientras yo me fundo en el universo.

19.3.23

Feliz día, papá

 


Ayer mi hijo Carlos cayó en la cuenta mientras esperábamos ya sentados en nuestras localidades en el Metropolitano el inicio del partido de fútbol del Atlético de Madrid contra el Valencia.

 

–Mañana es el día del padre.

 

De inmediato, mis ojos se nublaron por las lágrimas que brotaron por la emoción de tu recuerdo, la imagen de papá llenó mi mente y mis ojos reaccionaron al instante. Fue curiosa mi reacción, acostumbrado y educado dentro de una familia donde las emociones se esconden como parte de un hieratismo conductual que salvaguarda el saber estar por encima de los sentimientos.

 

No lo pude evitar, en la misma semana tu cumpleaños y el día del padre. Demasiado para un recuerdo aún vivo y caliente después de dos años y pico. Te fuiste rápido, sin molestar como te gustaba vivir. Desde ese día me descubro hablando contigo incluso más que antes. Mi concepto de la inmortalidad se acerca bastante a lo tangible, te veo cada mañana en el espejo cuando me afeito, en los gestos de mi hijo Carlos, en mis manos, en el moreno que tiñe mi piel cada vez que salgo al campo o a la playa. Estás aquí en trozos de vida.

 

Hoy, día del padre, me he sentido acompañado por ti. Desde primera hora conduciendo mi coche hasta la Sierra para una maravillosa jornada de montañismo. Al agarrar el volante reconocí tu quiste característico en el reverso de mi mano derecha, justo donde se te marcaba cuando girabas el volante de aquel mítico SEAT 850 de color celeste. El moreno que el sol ha teñido mi piel, es tu piel. En ocasiones me descubro silbando entre dientes cuando estoy solo y sé que es tu música. Todavía no he conseguido cantar con la U, puede que eso se quedara como exclusivo de ti. La inmortalidad me rodea y huele a ti.

 

Sigue cuidando el camino y el jardín para recibir a mamá. Sabes que tardará mucho, está aprendiendo a vivir con el enorme vacío que dejaste. Intentamos estar cerca de ella pero es imposible sustituirte. Feliz día, papá.

11.3.23

Lectura recomendada: 15 Miradas a la Felicidad

 



El pasado mes de octubre de 2022 la editorial Arcopress publicó "15 Miradas a la Felicidad" la quinta obra de la colección "15 Miradas" donde en cada uno de sus títulos, ese número de autores reflexionan sobre un tema a debatir. La colección se inició con "15 Miradas a la soledad" y pronto se le unieron otros temas interesantes a debate: el amor, la libertad, el desarrollo personal y la felicidad.

En este último libro tuve la fortuna de participar como coautor. Cada una de las  miradas a la felicidad son tan variadas como lo son sus autores entre sí. Ya sea por edad, origen, formación, historia o inquietudes.

 

Se trata de un libro de ensayo con una clara vocación hacia la reflexión donde el lector tiene la oportunidad de acceder a quince puntos de vista respecto al tema central del mismo. No se aconseja leer este libro de una sentada, más bien al contrario, se trata de elegir cualquiera de las visiones y tras su lectura, darse tiempo para la reflexión e incluso abrir un debate con otras personas aprovechando el punto de vista del capítulo leído como argumento central. El lector tiene la oportunidad de ordenar el ritmo de la lectura de los capítulos en función de sus intereses, inquietudes, estado de ánimo o su capricho.

 

Encontrará el lector reflexiones acerca del tema central que a modo de guion extracto a continuación: Adriana Patricia nos acompaña en un recorrido a lo largo del pensamiento filosófico al respecto, Ana introduce el amor y la amistad como llaves para alcanzar la felicidad, Ana María defiende que somos felices de por sí y es en nuestro interior donde la encontraremos, Carlos nos señala y guía por un camino para alcanzarla, Elizabeth nos traslada experiencias, Juan Carlos ahonda en las corrientes filosóficas a lo largo de la historia, Juana se fija en los comportamientos y hábitos para alcanzar la felicidad, Luis Miguel se centra en la fugacidad como elemento de la propia felicidad, Mery nos traslada su ejemplo de superación personal como camino para alcanzar la meta, Manuel prefiere unir todas las partes del ser para llegar a la serenidad como camino hacia la felicidad, Miguel nos descubre el ejemplo de Jorge Benito y su incansable búsqueda de la felicidad, Paco nos abre la perspectiva médica de la neurociencia y explica las cuatro hormonas que nos ayudan a alcanzar la felicidad, Santiago nos ilustra cómo el cine ha representado a la felicidad, Soraya nos invita a alcanzarla gracias al mindfulness y mi humilde aportación consiste en reflexionar sobre el éxito y la felicidad.

 

Es difícil encontrar un elenco de autores tan variado, complementario y rico para hacernos reflexionar sobre uno de los anhelos más comunes entre la humanidad, la felicidad. Leyendo los quince ensayos queda en entredicho su definición parece que es algo personal ya que algunos la describen como un estado de ánimo, otros como un objetivo vital por el que hay que luchar, otros ahondan en la filosofía, la historia o las artes para descubrirla, para otros existe en nuestro interior mientras que para otros dependerá de los logros alcanzados. Sea como fuera, es un tema de interés trasversal y universal.

 

Aconsejo una lectura pausada y meditada, ninguno de los autores busca el refrendo de su punto de vista, simplemente se han atrevido a exponer su opinión esperando encontrar lectores que se sientan identificados con su visión. Cada lector ganado a la causa de este libro acrecienta la sensación de felicidad de los autores.

 

Este libro está disponible en las mejores librerías de España y en Amazon:

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4.3.23

Despierta

 


 

Nota el zarandeo de su cuerpo acompañado de la voz apremiante de Ricardo. Ana se resiste a despertar, su cuerpo necesita reposo tras una agotadora semana donde ha tenido que lidiar con multitud de problemas en el trabajo, la impaciencia de varios clientes y la ineficacia de alguno de sus proveedores. Quiere dormir y olvidarse de todo.

 

Ricardo incrementa el ritmo y el tono de voz. –Mira que es pesado, como sea una tontería se va a enterar– piensa mientras siente que su voluntad de resistencia a abrir sus párpados se va resquebrajando. –Deben de ser las dos de la madrugada, si no es importante a Richi no se lo ocurre despertarme–

 

–¿Qué pasa?, ¿qué hora es?

–Cariño, rápido, vístete que nos tenemos que ir.

–¿Ir a dónde?, ¿por qué?, ¿qué es lo que pasa, Richi? –ahora sí que está despierta y nota cómo su respiración se dispara de ritmo al tiempo que toma conciencia de su entorno. Suenan alarmas y sirenas de coches de policía por la calle, de las casas cercanas le llegan ruidos propios de la mañana, carreras, gritos, niños, portazos...

 

La calle es el reino de las sombras, la iluminación general se ha cortado, simplemente las breves ráfagas de los halos de luz que preceden a los vehículos que aceleran el paso, iluminan a su paso las aceras donde descubres familias avanzando con paso precipitado llevando a sus hijos como pueden con algunas pertenencias en bolsas y mochilas.

 

–Nos tenemos que ir, Ana.

 

Ricardo ya está vestido con ropa de invierno y el mono de la moto, en la puerta del dormitorio se intuye entre la oscuridad una de las mochilas que utilizaban en sus años de montañismo y llevan una década en el alto de un armario. 

 

Ana acostumbra su mirada a la oscuridad, no funciona la luz, la han cortado. Su despertador con radio que descansa en la mesilla de noche está mudo. Se deja llevar por su confianza en Richi, debe ser grave el asunto que aún no consigue comprender.

 

Sus pies se calzan con las zapatillas que descansan preparadas en el lugar adecuado para recibirla por las mañanas. Amante de las rutinas y de sus cosas, como dice Richi. No soporta el frío del suelo y sus pies pasan del calor de la cama a la protección de las zapatillas. Según se incorpora, suena un estruendo enorme. Poco después la luz nacida de las llamaradas que anuncian dónde ocurrió la explosión, ilumina de color naranja el rostro de Richi y el resto de la habitación. –La central eléctrica– Una nueva explosión suena un poco más lejos.

 

–Eso debe ser donde la comisaría de policía– indica Ricardo.

–¿Qué está pasando, Richi?

–Es la guerra. Tenemos que salir de aquí. Hace un par de semanas nos recomendaron desde la Embajada regresar a casa y nos dejaron una instrucciones, ir a la frontera lo más rápido posible. Ya he recogido nuestras cosas, vístete para el frío que nos vamos en la moto.

–No me gusta la moto.

–No hay elección. Rápido.

 

Un moto con dos viajeros surge del garaje, con un bulto atado a la espalda del segundo ocupante. Por delante una carretera colapsada de vehículos ocupados por miradas húmedas, abiertas y temerosas que no dejan de escrutar el cielo temerosas de ver caer alguno de los misiles o los cohetes lazados desde los aviones enemigos. Un gran atasco donde solo avanzan con cierta rapidez las motos zigzagueando entre los vehículos que se mueven lentos o sufren paradas intermitentes. 

 

Ochocientos kilómetros les separan desde su residencia cercana al parque Bilychi al oeste de Kiev del Aeropuerto de Varsovia. A media que se alejan de la capital, el tráfico pierde densidad y les permite conducir el línea recta. Confían en llegar a Polonia sin necesidad de repostar en gasolineras. Días atrás, Ricardo guardó varias latas de gasolina en los baúles de la moto. El plan es conseguir un vuelo hasta Madrid o hacia cualquier destino de Europa del Oeste, volver a casa.

 

Las manos de Ana se aprietan junto al estómago de Ricardo, encuentran asidero en el cinturón de cuero que sujeta sus pantalones. Le traslada la tensión y el miedo en la rigidez del cuerpo pegado a su espalda. 

 

Rusia comenzó la invasión en 2014, la alimentaba con guerrillas locales y descaradamente ocupando y adhiriendo Crimea a la Federación. Ahora quiere el resto del país sin disimulos. 

 

Los pocos españoles que vivían allí huyeron junto a miles de niños y mujeres ucranianos obligados a separarse de sus padres a los que seguramente no volverían a poder abrazar. 

 

Ha pasado un año, Ucrania sigue en guerra, defendiéndose y contraatacando. Miles de muertos, incontables. Destrucción, odio y con la inevitable escalada bélica no parece que tenga una pronta y satisfactoria solución. Ana y Ricardo están bien, reconstruyeron sus vidas en España y dedican esfuerzos colaborando en ayudar a refugiados ucranianos para encontrar trabajo, vivienda y colegio para sus hijos. Muchos de sus amigos ucranianos que dejaron allí, ya no están, se los han llevado la crueldad y la lucha.

19.2.23

Barro (borrador de mi nueva novela)

 




 

«La lluvia golpea la plancha de Uralita que protege el interior de las cuatro paredes improvisadas construidas con tablones engordados gracias a decenas de periódicos que fijados a la madera que crean una capa aislante adicional en un intento por conseguir un interior más acogedor entre tanta miseria. 

 

Las frías noches de principios de febrero son una dura prueba para conciliar el sueño. Apenas protegidos bajo cuatro mantas desgastadas por el paso del tiempo, la familia Ramos Flores descansa compartiendo jergón y calor humano.

 

El calor ajeno es el único método de calefacción conocido por Miguel, suele apretar su espalda todo lo que puede contra el pecho de Ana, su madre, que a su vez se tumba resguardada por el calor de su marido, Jacobo El aceituno. Alicia, su hermana pequeña cubre el pecho de Miguel completando la escena familiar con todos tumbados sobre su hombro derecho en una imagen que recuerda a una lata de sardinas. 

 

La parada de metro más cercana está a unos veinte minutos andando por caminos gobernados por el barro y la suciedad. El poblado de madera, tela y chapa se desarrolló en pocos meses, cientos de inmigrantes huyendo de la miseria y el hambre depositan sus esperanzas por encontrar una nueva vida en el Madrid que centraliza los mayores recursos del Régimen. 

 

Veinte minutos de caminata en fila india aprovechando las huellas previas que a fuerza de insistir en la misma pisada consiguen secar el barro facilitando el paso de los vecinos que madrugan para buscarse el sustento en la ciudad. Miguel acompaña a Jacobo quien tira de un carro de un eje de ruedas donde transporta diversos recipientes con variedades de aceitunas, conservas vegetales en vinagre y altramuces cocidos. Recorre, con su carro, los mercados callejeros ofreciendo su producto. Tetuán, Ventas, Cristo Rey, Pueblo Nuevo, Latina y el domingo el Rastro. Los jueves y los viernes se enfrenta a casi tres horas de paseo hasta los mercadillos de Latina y Pueblo Nuevo, las estrellas le acompañan durante largos trechos en sus desplazamientos, regresando bien entrada la noche. 


Cuando llegaron a Madrid, no tuvo más recurso que vender la mula que les había traído hasta la capital desde su pueblo en Badajoz, para poder comprar tablones, clavos y chapas e improvisar una vivienda provisional que quince meses después tiene toda la pinta de ser definitiva.» 



Espero vuestras comentarios. ¿Qué sensación os traslada este corte?¿imagináis de qué va la historia? Una pista, es una novela negra.

28.1.23

Educación inclusiva

 



Educación inclusiva, sostenibilidad, justicia, honradez, igualdad, son todos conceptos loables y deseados que se convierten en objetivos por los que luchar porque no llegamos nunca a alcanzar su nivel óptimo. Definirse como inclusivo, sostenible, justo, honrado o igualitario intrínsecamente no es más que una mentira a medias, utilizamos estos adjetivos como una definición reconociendo que hemos alcanzado una medida superior al resto de la sociedad sin admitir que estamos lejos de conseguir implantar estos objetivos entre toda la humanidad.

 

Me voy a quedar con el primero de la lista, la educación inclusiva y para ello, permíteme querido lector, que hable en primera persona. Colaboro desde hace más de siete años con Fundación Oxiria, entidad que forma a jóvenes con discapacidad intelectual que han dado por finalizado sus ciclos escolares y buscan una orientación para la vida con el objetivo de la inclusión laboral. 

 

Fundación Oxiria ofrece un título propio en ISEP-CEU: "Auxiliar en actividades de Comercio, Servicios y Arte floral", además de ampliar las oportunidades de estos jóvenes, una vez que se gradúan, con una salida para los jóvenes con dos programas de continuidad. AMI (Acompañamiento para el Mundo Inclusivo) y, el que es el deseo de todos los jóvenes, PIL (Programa de Inserción Laboral) donde los alumnos ya han firmado veintitrés contratos laborales en empresas con alto compromiso por la integración. Estos dos últimos programas se desarrollan en las instalaciones del CES Don Bosco.

 

Los estudiantes de Fundación Oxiria tienen la oportunidad de estudiar compartiendo espacios y ambiente en centros de estudios superiores, normalizando el contacto con estudiantes de grado superior de Formación Profesional o en ambiente universitario. Son ejemplos reales de inclusión. 

 

Comparten todos ellos la edad, el físico, sus inquietudes por el ocio, la tecnología, las relaciones humanas y los deseos propios que demandan sus hormonas con pocos años de entrenamiento adulto. La inclusión no equivale a igualdad ni a homogeneidad, la inclusión es respeto por la diferencia hasta el punto de que convivo dando el mismo trato que espero que me dediquen a mí. 

 

El otro día en clase les preguntamos a los alumnos de Fundación Oxiria qué es para ti la discapacidad. –Es lo normal– dijeron sin mucha reflexión tal y como lo sienten. Qué mejor definición para reconocer la labor de los colectivos e Instituciones que colaboran con los alumnos de Fundación Oxiria. Expresamente hablo de los alumnos y personal tanto de ISEP-CEU como de CES Don Bosco, así como los alumnos voluntarios de CUNEF. Mi reconocimiento y admiración por todos ellos.

 

En esa misma clase compartí mi definición de discapacidad: "ver el mundo con la mirada limpia". En Fundación Oxiria compartimos esfuerzos y voluntad, además de los maravillosos profesionales que trabajan cada día, un total de dieciocho voluntarios que donamos tiempo por y para el bien de estos chicos. Cada vez que explico mi dedicación suele venir acompañada por el reconocimiento del oyente que lo valora como una gran labor y no me canso de explicar que yo recibo más de lo que doy. Los alumnos con discapacidad intelectual ven el mundo con el alma pura e inocente. Su capacidad cognitiva se quedó en la mejor de las edades, esa donde se desarrollan el amor incondicional y el cariño. Cada día que compartes con ellos te entregan: amor, gratitud, sonrisas y cariño. No hay moneda que pague esto.

 

Mantener esta historia de éxito cuesta mucho trabajo y necesita apoyo financiero. Tienes la posibilidad de apoyar a nivel particular o de como donante, padrino o mecenas. Solo tienes que ponerte en contacto con la Fundación Oxiria desde su página web (https://www.fundacionoxiria.org) o conmigo si te es más cómodo.

 

Está abierto el plazo de inscripción para nuevos alumnos para la promoción que inicia programa en septiembre de 2023. Si conoces alguna familia con hijo con discapacidad intelectual siempre que tenga autonomía para moverse solo por el transporte público o que pueda adquirir esa habilidad, no lo dudes, estás a tiempo para trasladar este artículo o ponerles en contacto. Quedan pocas plazas disponibles.

 

¿Conoces alguna persona en esta situación a la que desees un futuro en inclusión y con expectativas de inserción laboral? No lo dudes, llama o escribe a: ana_arroyo@fundacionoxiria.org (teléfono: 608012949).

 

16.1.23

Volar

 


 

Llega un momento en la vida donde caes en la cuenta de que te estás dejando llevar por una rutina dictada por la costumbre, donde te limitas a cumplir con aquello que se espera con los amigos, la familia o en el trabajo, donde olvidas los viejos momentos llenos de sonrisas y complicidad, donde llegas a obligarte a cumplir con una intimidad cautiva por fríos y previsibles turnos, donde te descubres perdiendo el respeto a tu compañero durante las discusiones, donde sobre actúas con ofensas llenas de reproches que se cobran antiguos roces sin cicatrizar o porque no encuentras nada de qué hablar. Cada una de estas situaciones forjan gruesos barrotes que aprisionan tu alma.

 

Todas estas ocasiones construyen una jaula que te ahoga poco a poco y frente al espejo reconoces signos de envejecimiento prematuro, barriga incipiente, celulitis, arrugas, canas, visitas al dentista, hipertensión, colesterol, insomnio, gastritis, cefaleas... 

 

Tu alma necesita respirar, el aire que atraviesa los huecos entre barrotes no te es suficiente y de manera inconsciente sueñas bucólicos atardeceres en prados verdes inmensos, playas de arena y aguas infinitas, montañas nevadas y desiertos enigmáticos. Sueñas con esa libertad que recuerdas que existió, con reencontrar tu sonrisa, con recuperar la energía para vivir lejos del dictado de la costumbre que orienta hoy cada uno de tus pasos.

 

Sin intención, desarrollas un sistema de búsqueda latente mientras tu alma vive alerta buscando la llave para escapar de la jaula. Entras en un estado de hibernación atenta, sin un plan específico y donde fías tu éxito a la intuición mientras caminas durante tu hégira particular. Ansías la llave sin buscarla, se te ha olvidado cómo y tu pereza existencial dentro de la jaula no te empuja a descubrir nuevos mundos. 

 

Un día cualquiera, amanece con un sol fuerte y luminoso. El calor derrite la cerradura de tu jaula y un nuevo pájaro se acerca para recordarte cómo se vuela. 

 

Recortando el horizonte, en dirección a las grandes explanadas de las segundas oportunidades donde las sonrisas llenan de felicidad a los que abandonaron sus jaulas, el vuelo de dos almas sonrientes se alejan sin mirar atrás. En ese instante se atreven a pensar en ellos mismos, recuperan la sonrisa. Unen sus almas creando un nuevo ser resultado de la suma de ambos juntos. Sonríen. Son felices.

 

Once años volando juntos, disfrutando de cada paisaje, de cada corriente de aire y con la certeza de que los próximos pasos también colmarán nuestras almas. Solo le pedimos a la vida disfrutar fuera de las jaulas, juntos y unidos. Gracias mi amor. 

14.1.23

Síndrome de la hoja en blanco

 



Llaman "Síndrome de la hoja en blanco" al bloqueo creativo del escritor, ese que aparece cuando no se te ocurre nada que plasmar en la hoja o cuando la idea que te está rondando por la cabeza no llega a mutar en un texto concreto.

 

Así llevo varias semanas, el mismo tiempo en el que han coincidido las vacaciones navideñas y mi proceso de análisis interior de el por qué no he conseguido dar a conocer mi última novela, Quién, a un público más amplio.

 

He realizado presentaciones de la novela en cuatro ciudades diferentes, presencia activa en medios de comunicación escritos, radio e incluso televisión local; he llegado a ser hasta intrusivo en redes sociales dando a conocer mi novela y tras todo esto, siento que toco techo.

 

La promoción por redes sociales, por muy necesaria e intensa que sea tiene la virtud de su capacidad de llegada a personas que te siguen, en mi caso, amigos, antiguos compañeros de trabajo, clientes y muchos compañeros de las letras. Entre todos ellos, muchos han adquirido la novela, incluso a los que no les interesa la lectura. Aquí siento que son una excepción los ejemplares que me quedan por vender. 

 

Durante las presentaciones del libro y en los días posteriores se vendieron ejemplares en las librerías del lugar, nuevos lectores que si no olvidan, ganaré para próximos títulos en los que trabajo.

 

Las apariciones en prensa ayudan a dar cierta relevancia al autor y a su obra aunque su impacto es limitado y su llamada a la acción para la compra no creo que sea inmediata. Lo mejor de la presencia en prensa es su capacidad para ser reenviada utilizando las redes sociales y de esta manera multiplicar su audiencia.

 

¿Y ahora, qué? Me encuentro en una encrucijada o recupero el trabajo con mi próxima novela "Barro" que tuve que dejar aparcada para centrarme en la promoción de "Quién" o me reinvento en nuevas promociones para seguir animando las ventas de mi actual novela en el mercado.

 

Me conozco, sé que aunque llevo varios intentos infructuosos para seguir presentando mi novela y el desánimo busca su hueco en mi alma, me concederé una nueva oportunidad para dar a conocer a "Quién". Las excelentes críticas que estoy recibiendo de los lectores me animan a continuar en este camino con poca recompensa económica.

 

No es por presumir pero creo que la novela tiene un nivel alto que puede ser del interés del público lector en general y en particular, de los amantes de la novela negra contemporánea. La novela tiene ritmo, una historia original, una trama sorprendente, variedad de personajes que se complementan, localizaciones atractivas y aun siendo ficción, muy creíble. Los que la han leído me dicen que sienten que están viendo una serie de televisión.

 

¿Y entonces, por qué no revienta el mercado? Algo estoy dejando de hacer, quizá he agotado mi capacidad de llegada, mi influencia es menor de lo que imaginé o simplemente no sé alcanzar otros mercados. Creo en la calidad del producto terminado, lo que descarta que esta sea la razón de su freno en la explosión comercial. Además me avalan los comentarios recibidos de personas que no conozco ni no tienen por qué dedicar tiempo a regalarme el oído. 

 

Es un mercado saturado y bajo el dominio de un oligopolio dual donde dos grupos editoriales controlan más del 90% del mercado en España, con un exceso de oferta en las librerías. Cada año, salen al mercado en España 80.000 títulos nuevos a los que hay que sumar la auto-publicación. Las estadísticas que traslada el sector demuestran que desde la pandemia, sube el número de ventas de libros e incluso de lectores.

 

Solo tengo que aprender a encontrarlos mientras lucho para que las pocas librerías que tienen mi libro en su catálogo lo mantengan. Si pierdo los puntos de venta es del todo imposible crecer.

 

Mientras todo esto ocurre, mi parte creativa se resiente. No hay nada peor que enfrentarse al reto de escribir que pensar que el resultado final por muy trabajado que esté, no interesará a casi nadie.

 

Nos encontramos en las letras.

18.9.22

Milka

 


 

Milka es una perra guapa, de pelo blanco, bien cuidada y de raza indefinida. Es la fiel e inseparable compañera de mi tía Mayte. La bautizó como su chocolate preferido en el mismo momento en que se la entregaron hecha un ovillo recién destetada.

 

Perra inquieta y juguetona que alegra la existencia a tía Mayte. Sus hijas fueron volando para forjar sus vidas y terminó sola en una casa más grande de lo necesario. Viuda desde la juventud, le tocó luchar por la vida y sacar adelante a sus tres hijas. Trabajó en una inmobiliaria enseñando los pisos en venta, se le daba bien encontrar las virtudes de cada casa y saber esconder los problemas. Siempre positiva ante la vida, se llevó su filosofía al trabajo.

 

Veintiocho años después de enviudar, la última de sus hijas salió de casa para mudarse a otra ciudad. Un enorme vacío se apoderó de su corazón, arrugando su, hasta entonces, perenne sonrisa. Suspiraba mientras encontraba su lugar en el nuevo mundo.

 

Ahí apareció Milka, regalo de su amiga Celia. 

 

–A mí no me gustan los perros– le dijo justo antes de caer rendida ante esos ojos negros brillantes. Fue un amor a primera vista. Dejó la tableta de chocolate sobre la mesa para tener entre sus brazos a su nueva compañera. La coincidencia temporal en el mismo campo visual eligió el nombre de su nueva amiga.

 

Se hicieron inseparables, tía Mayte adecuó su ritmo vital a las necesidades de la perra, las horas de paseo, de juegos, de charlas y de paz. Los viajes quedaron condicionados al bienestar de la perra y a su admisión en los alojamientos.

 

Mayte está ingresada en el hospital, nada serio, de hecho se espera que pueda regresar a casa tras un par de días de convalecencia. Por carambola del destino y por ser el hijo de Celia, me toca ir a cuidar a Milka. 

 

Al entrar en su casa descubro el desastre, Milka que nunca se ha encontrado sola ha visto salir a Mayte y tras varias horas se ha desesperado, un par de cojines rotos por el suelo de la salita y ha defecado en la puerta de la terraza, incluso parece que intentó evitar aliviarse dentro de su hogar. Me recibe nerviosa y ladrando a la defensiva. No me reconoce de principio. Dejo que me olfatee, llevo impregnado olor a perro. Eso lo conocen todos los que tienen canes en su hogar. El olor a su madre. Se relaja, sin conocerme, me admite. Hablo con palabras suaves y me muevo con cuidado. Me gano su confianza y comienzo a recoger el destrozo de los cojines y las heces. Ventilo la casa, mientras localizo el pienso para cachorros, su manta para dormir y sus recipientes de comida y bebida.

 

Admite que una su correa a la cadena de paseo y sin fiarse del todo me sigue por la escalera hasta la calle. Descargo sus cosas en el maletero del coche antes de regalar a Milka un paseo largo por el barrio. Una vecina reconoce a la perra y se para para hablar conmigo y ya de paso, informarse sobre la enfermedad de Mayte que desconocía.

 

Milka duerme acurrucada junto a su madre sobre una amalgama de las dos mantas. Casi sin llegar a olerse se han reconocido al instante y tras brincos de alegría me han hecho partícipes de su felicidad correteando a alrededor de mí.

 

En un par de días, Milka regresará con Mayte. Mientras disfrutará con Freda de la infancia que le arrebatamos al destetarla precipitadamente. Tuvo una camada con cinco cachorros que la estaban agotando. 

 

Milka me mira y en ese gesto noto una enorme conversación de agradecimiento. Echa de menos a Mayte y la mejor manera de esperarla es en compañía de Freda.

Buen viaje, Joe

  Joe, simplemente Joe. Omitiendo, desde siempre, el rango familiar de tío. Recuerdo tu aterrizaje entre la familia cuando Ana, también sin ...