La ilusión colectiva creada entre los ciudadanos nace del desconocimiento general. Ya sea por la escasa información real y verídica ofrecida por los políticos a los ciudadanos o por la pereza general para buscar la verdad.
Una vez sabido esto, los políticos se apalancan en el uso de determinados datos no siempre contrastados, cargados de ideología, demagogia o repitiendo la idea que prevalece en Europa. Ya tenemos creado el campo de la discusión ideológica.
Cada partido presente en la discusión se arma de un ejército de fieles dispuestos a replicar y hacer eco a cada mensaje publicado por cada una de las partes. Estos ejércitos de fieles cegados de intelecto convierten la política en una eterna pelea entre aficiones, un perenne Madrid-Barcelona de fútbol o baloncesto.
La conversación fluye y es útil cuando a cada argumento esgrimido, con datos ciertos, se escuchan de manera activa con ánimo de comprender e intentar convencer. En el caso de que se enfrenten dos creyentes de idearios diferentes, es imposible la conciliación. La razón se alcanza desde el argumento y la reflexión. La fe se alcanza desde los sentimientos y sin necesidad de contraste. Los fieles ciegos a los dictados políticos e ideológicos oficiales funcionan como creyentes de una secta excluyente sin autocrítica ni raciocinio.
En el año 2012 se aprobó una reforma del mercado laboral en España y desde ese momento todos los partidos de la oposición fijaron como argumento inamovible la promesa de derogarla, incluso llegaron a afirmar que sería lo primero que iban a hacer en el momento que llegaran al poder.
En estos años hemos tenido cuatro elecciones generales. 2015, 2016 y tras la moción de censura contra Rajoy, abril 2019 y noviembre de 2019. Desde estas últimas, una coalición PSOE y UP gobierna apoyada por diversos grupos independentistas y de izquierdas. Dividiendo en dos grupos diferenciados el arco parlamentario, algo muy futbolero, algo muy español, recuperamos el triste recuerdo de azules contra rojos. Más carnaza para los creyentes poco críticos y poco ilustrados que siguen las redes sociales como el nuevo libro sagrado.
Desde ese noviembre de 2019 las promesas han ido cayendo, el gran éxito del gobernante es ser inmune a las hemerotecas e inventarse los motivos que justifiquen cada decisión tomada con anterioridad. El mundo real nos sitúa como país en un colectivo dentro de una Europa con naturaleza política y económica supranacional, donde poco a poco se avanza en la armonización de las políticas con el fin de llegar a un espacio común real para todos los ciudadanos. El nuevo gobernante una vez se estrena en su puesto toma conciencia de lo que puede hacer en su casa sin ofender al resto de socios y lo que está vedado si no quiere verse excluido de la financiación ofrecida por el resto de los socios.
¿Por qué no se ha derogado la reforma del mercado laboral del 2012?, ¿Por qué la parte más demagógica del gobierno se está envolviendo en esta bandera?, ¿Busca provocar una ruptura pensando en una nueva cita electoral que según sus cálculos le pueda ser beneficiosa?
Recordemos lo explicado por el presidente Sánchez en octubre de 2020 como los puntos más lesivos, bajo su punto de vista, de la ley que desea modificar, antes de escuchar a Europa decía derogar:
- Derogar el artículo 52.D del Estatuto de los Trabajadores derivado de la reforma laboral del año 2012 que permite la posibilidad de despido por absentismo laboral causado por bajas por enfermedad. Este despido fue avalado por el Tribunal Constitucional el pasado mes de octubre del 2020.
- Derogar la prioridad aplicativa de los convenios de empresa sobre los convenios sectoriales.
- Modificar el artículo 42.1 del Estatuto de los Trabajadores sobre contratación y subcontratación laboral a efectos de limitar la subcontratación a servicios especializados ajenos a la actividad principal de la empresa.
- Limitar la capacidad de modificación unilateral de las condiciones del contrato por parte de la empresa.
- Revisar el mecanismo de inaplicación de los convenios colectivos, orientándolo a descuelgue salarial vinculado a causas económicas graves.
Hace falta un explicación más clara de los motivos con argumentos, no obstante podemos hacernos una idea sobre lo que subyace en el planteamiento del presidente.
Anular la posibilidad de la empresa para despedir a trabajadores que tienen una sucesión de bajas médicas es profundamente ideológica. Desde el punto de vista de un trabajador es injusto poder verse despedido por sufrir alguna enfermedad que le obligue a faltar de su puesto de trabajo por motivos médicos probados. Desde el punto de vista de la empresa en injusto no poder despedir a un trabajador que no llega a un mínimo de productividad porque encadena multitud de bajas. ¿Dónde está la razón? Como en tantas ocasiones en un punto equidistante entre ambas posturas. Los extremos son injustos. ¿Buscaba el legislador el extremo o buscaba limitar el abuso del absentismo laboral?
¿Es un problema el absentismo laboral? Olvidemos la demagogia y la ideología. Según la Encuesta de Población Activa (EPA) en el segundo trimestre de 2021 en España somos 19.671.700 trabajadores. Según el INE y Randstad, cada día 1.049.121 personas no acuden al trabajo diariamente. De ellos el 24,6% de ellos lo hace injustificadamente, 276.968 personas. El debate se amplía sobre la parte del 75,4% restante que con justificación médica son "reales". ¿Necesitamos modernizar el sistema o los criterios de concesión de baja médica?, la reiteración de determinadas bajas médicas ¿llaman la atención o se deben admitir siempre?
Es un tema sensible con ramificaciones en otras disciplinas y además ¿tantos simuladores de enfermedad existen? personalmente conozco a alguno, un caso de migraña oportuna los lunes posteriores a una derrota de su equipo de fútbol favorito. Yo he sufrido migraña casi cincuenta años de mi vida y este caso me daba especial rabia por lo que conozco de lo limitante que puede ser esta enfermedad y lo que luché para que nunca me doblegara hasta el punto de ausentarme de mi puesto de trabajo. Conocí otro caso de oportuna indisposición cada año durante el mes julio. Era tan conocido entre sus compañeros de trabajo que incluso organizaban una porra cada primavera para acertar la fecha concreta de la "aparición de esa enfermedad" que obligaba al empleado a tener dos meses de vacaciones cada verano. Anécdotas que ilustran lo que todos sabemos que existe, el caradura de siempre. Según los números en España hay muchos de estos. Curiosamente según datos del mismo estudio de Randstad y el INE el total absentismo en la Administración pública es del 7,8% (el 2,2% sin justificar), en sanidad el 8,6% (el 2,9% sin justificar), correos y reparto de paquetería el 7,9% (el 3,1% sin justificar). La media nacional de ausentismo está en el 5,2% (el 1,4% sin justificar). Parece que algo hay que solucionar y restar armas a las empresas no parece que sea la mejor decisión y eso que la parte más gravosa del problema corresponde a la Administración.
Respecto a la prioridad de los convenios de empresa sobre los sectoriales, entiendo que la voluntad del legislador fue permitir la posibilidad de alcanzar acuerdos entre los trabajadores y su empresa sin tener que depender de los acuerdos sectoriales. ¿Qué hay de malo en ello? Restando la ideología y el proteccionismo sindical defendiendo la existencia de los sectores tradicionales ¿qué razones hay para modificar la prioridad?
Respecto a la subcontratación, el abuso por parte de las empresas reiterando la subcontratación evita la creación de puestos de trabajo estables. Esta propuesta de modificación propuesta por el presidente parece sensata para limitar los abusos y crear empleo estable.
Las dos últimas propuestas son para limitar su aplicación, no habla de derogación sin más. Toda limitación que se plantee con lógica, conocimiento y lejos de la demagogia tiene posibilidades de conseguir efectos positivos en el mercado de trabajo.
Si todo lo expuesto resume el punto de vista del gobierno, ¿qué razones hay para no haber realizado una reforma a la reforma laboral?
Parece que la parte del gobierno que se relaciona con Europa y controla la economía, entiende que la reforma de la reforma no ayudará a la recuperación económica tras una crisis sin precedentes por la influencia en el parón de actividad por la pandemia. Por otra parte, la parte del gobierno que solo figura y crea eslóganes desea aprovechar la imagen formada alrededor de la vicepresidente de Trabajo por su capacidad de llegar a acuerdos para fijar y prorrogar los ERTES que han protegido el empleo de miles de trabajadores. Una dirigente política emergente entre una izquierda radical que pierde en cada proceso de elecciones su capacidad de influencia, marcando sus divisiones internas y sin capacidad para unificar el mensaje. En la habitual, llenos de demagogia e ideales sin contraste efectivo en una sociedad avanzada necesitan de una bandera a la que aferrarse, la reforma laboral. Querida ministra, tras casi dos años en el puesto ¿por qué no se hace?, ¿porque no eres capaz de convencer a tus socios de gobierno?, ¿ni a tus socios europeos? o porque sabes que es más rentable electoralmente hablar de algo que enfrentarse a la realidad del mercado al cambiar las reglas. No vaya a ser que la derogación de la reforma laboral traiga consigo más desempleo.
Esto es la política, prometer algo sin explicarlo bien. Tan complejo como el mercado laboral y tan lleno de sesgos inconscientes, sin contraste de datos con un cultivo abonado de ideología.
No por mucho repetir una mentira se convierte en verdad. Un reto en apariencia veraz no tiene por qué ser cierto. El tiempo lo dirá.
Una duda que me queda, ¿en qué medida reformar el mercado laboral en contra de la opinión europea puede comprometer las ayudas prometidas a España para recuperar la economía y modernizarla tras la pandemia?
Todo huele a oportunismo y a estrategia electoral a medio plazo. Seguirán prometiendo su derogación con la ambición de conseguir algún voto en esta simulación. Echando la vista atrás, ¿cuántas veces lo han prometido en los últimos meses? y tras estas promesas reiteradas ¿alguien se cree el relato?
Lo dicho, no por mucho repetir una mentira se va a convertir en cierta.
Me aburre la política.